2 Tesalonicenses: Capítulo 2 (1ª parte)
mayo 9, 2023
Enviado por Peter Amsterdam
2 Tesalonicenses: Capítulo 2 (1ª parte)
[2 Thessalonians: Chapter 2 (Part 1)]
Luego de escribir 2ª a los Tesalonicenses, capítulo 1, que ofreció una introducción a su segunda epístola a la iglesia de Tesalónica, en el capítulo 2 Pablo entra ya en el grueso de su carta.
Ahora, con respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con Él, les rogamos, hermanos, que no sean movidos fácilmente de su modo de pensar ni sean alarmados ni por espíritu ni por palabra ni por carta como si fuera nuestra, como que ya hubiera llegado el día del Señor[1].
Pablo empieza aleccionando a los tesalonicenses para que no se alarmen ni se azoren por una falsa doctrina que se había introducido en la comunidad. Lo hacía en respuesta a una interpretación errónea del día del Señor que había afectado la percepción de los creyentes acerca de la venida del Señor Jesucristo y la reunión o encuentro de la iglesia con Él. Pablo parece indicar que la falsa enseñanza pudo haber penetrado en la iglesia a través de una falsa epístola forjada con su nombre, una carta como si fuera nuestra. Pese a que ya había dado instrucciones sobre el día del Señor[2], las dudas persistían y algunos de los tesalonicenses daban crédito a la enseñanza incorrecta que afirmaba que ese día ya había llegado.
Ya en 1 Tesalonicenses 4:16,17 Pablo se había pronunciado acerca de la venida del Señor y lo que conllevaría:
El Señor mismo descenderá del cielo con aclamación, con voz de arcángel y con trompeta de Dios; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros, los que vivimos y habremos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para el encuentro con el Señor en el aire; y así estaremos siempre con el Señor.
La enseñanza viciada que habían recibido los tesalonicenses produjo confusión y angustia entre los creyentes. La instrucción no sean movidos fácilmente de su modo de pensar significaba que no debían titubear en sus creencias; no debían confundirse o alarmarse, fuera cual fuera la fuente.
Aunque Pablo no sabía concretamente cuál era el origen de la falsa doctrina, instó a los creyentes tesalonicenses a no desestimar lo que les había enseñado previamente. Parece sospechar que a pesar de toda la instrucción que les había impartido sobre examinar cuidadosamente las profecías, todavía era factible que falsas profecías se hubieran colado en la iglesia. En los escritos del Nuevo Testamento hay alusiones a predicadores que iban por las iglesias promoviendo enseñanzas heterodoxas.
Muchos engañadores han salido por el mundo, que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Quien esto hace es el engañador y el anticristo[3].
Evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad y su palabra carcomerá como gangrena. Así aconteció con Himeneo y Fileto, que se desviaron de la verdad diciendo que la resurrección ya se efectuó, y trastornan la fe de algunos[4].
Los tesalonicenses habían recibido enseñanzas de Pablo sobre el día del Señor y por ende tenían cierto conocimiento acerca de ello y de la esperanza de Su advenimiento.
Ustedes mismos saben perfectamente bien que el día del Señor vendrá como ladrón de noche[5].
Ustedes, hermanos, no están en tinieblas como para que aquel día los sorprenda como un ladrón[6].
Si bien Pablo ya les había escrito respondiendo a sus indagaciones, las preguntas persistían, y algunos de los tesalonicenses creían la falsa presunción de que el día del Señor ya había tenido lugar o era inminente.
Nadie los engañe de ninguna manera; porque esto no sucederá sin que venga primero la apostasía y se manifieste el hombre de iniquidad, el hijo de perdición[7].
Preocupado por la errónea doctrina acerca del día del Señor que se había introducido en la iglesia, Pablo presenta una aclaración de los sucesos que tienen que ocurrir antes de aquel día. Al hacerlo, señala que esos acontecimientos no han tenido lugar aún y por tanto no están a las puertas de ese día.
El otro suceso que acontecerá antes del día del Señor es la manifestación del hombre de iniquidad (en otras versiones, anarquía, maldad), el hijo de perdición. Jesús predijo la venida de falsos profetas y que reinaría la maldad.
Muchos falsos profetas se levantarán y engañarán a muchos; y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, este será salvo[8].
Tanto Jesús como Pablo indicaron que los cristianos podían dar por hecho que algunos creyentes se retractarían de su fe antes del fin. Dada la durísima persecución que afrontó la iglesia en el siglo primero y la tentación de retornar a su antigua vida, muchos creyentes abandonaron su fe. Ese abandono de la fe llegó a ser un precedente de lo que podría esperarse en los postreros tiempos. Pablo y sus compañeros abrigaban la esperanza de que la iglesia tesalonicense no tomara parte en dicho abandono.
[El hombre de iniquidad] se opondrá y se alzará contra todo lo que se llama Dios o que se adora, tanto que se sentará en el templo de Dios haciéndose pasar por Dios[9].
Pablo procede entonces a ofrecernos más detalles sobre «el hombre de iniquidad», poniendo el acento en su soberbia desmedida. Se opondrá a toda deidad, incluidas aquellas a las que se rendía culto en todas las ciudades de la antigüedad, así como al Dios de los cristianos. Se enaltecerá sobre toda cosa o persona que sea objeto de culto. Se alzará contra Dios en un acto de exaltación propia. Este hombre de anarquía se opondrá a todo lo que se llame divino, tanto dioses falsos como el verdadero Dios. Aunque este texto alude al anticristo proyectado a los tiempos del fin, también podía referirse a alguien que viviera en la época en que Pablo escribió esta epístola.
¿No se acuerdan de que mientras yo estaba todavía con ustedes les decía esto?[10]
En su epístola, Pablo no les estaba enseñando nada nuevo a los tesalonicenses. Estando con ellos en Tesalónica ya les había dado instrucciones sobre estos asuntos. Les recordó lo que les había dicho antes. Sugirió que a los creyentes ya se los había instruido suficiente como para que fueran capaces de sopesar y rechazar las falsas doctrinas que habían causado desconcierto en la iglesia. Debían recordar y aplicar lo que Pablo y su grupo les habían enseñado[11]. En lugar de emplear la primera persona del plural, que habría evocado a Pablo y sus colegas, aquí se expresa en primera persona singular, lo que indica al lector que él era el principal maestro. Su uso de la primera persona también se aprecia cuando Pablo escribe sobre la actividad de Satanás contra su labor cristiana[12] y contra la iglesia[13].
Ahora saben qué lo detiene, a fin de que a su debido tiempo él sea revelado. Porque ya está obrando el misterio de la iniquidad; solamente espera hasta que sea quitado de en medio el que ahora lo detiene[14].
En el versículo anterior Pablo mencionó que ya había comentado «esto» a los creyentes tesalonicenses. Desafortunadamente no explicó algunos aspectos de lo que les comentó. Por eso el versículo 6 no está muy claro para nosotros hoy en día. Se desconoce lo que Pablo quiere decir cuando escribe: qué lo detiene y el que ahora lo detiene. Existen varias teorías en cuanto al significado de esas frases.
Los cristianos tesalonicenses entendían que había algo que retenía u obstaculizaba al «hombre de iniquidad». En el versículo 6 Pablo advierte que los tesalonicenses sabían de la existencia de un poder que refrenaba al hombre de iniquidad o de anarquía. Luego observa que ese poder, descrito como el misterio de la iniquidad, no es simplemente una amenaza futura, sino una realidad actual. El verbo obrar («ya está obrando») también se encuentra con anterioridad en 1 Tesalonicenses 2:13 e implica una especie de actividad sobrenatural. Pablo no sugiere que ese poder misterioso sea divino, sino solamente sobrenatural, y en este contexto es maligno y satánico (lo que se verá en el versículo 9). El apóstol llama a ese poder el misterio de la iniquidad. Dicho poder está acorde con el inicuo o el anárquico. Normalmente Pablo emplea el término traducido en otras versiones como «poder secreto» para referirse al «misterio de Dios» revelado en el evangelio[15]; no obstante, en este verso, el misterio alude a un poder maligno y satánico.
Antes de la manifestación del inicuo u hombre de anarquía (v. 8, NTV) deberá producirse un suceso más: Solamente espera hasta que sea quitado de en medio el que ahora lo detiene[16]. Aquí, al que lo detiene, se lo presenta como persona, con referencia al poseído por el demonio. Esta figura precede a la manifestación de «el inicuo». Todo esto dio a entender a los tesalonicenses que el fin no era inminente para ellos.
Entonces será manifestado aquel inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el soplo de Su boca y destruirá con el resplandor de Su venida[17].
Una vez que el que lo retiene abandone la escena, toma protagonismo el inicuo o anárquico. Anteriormente, a esa persona se la calificaba de hombre de iniquidad, el hijo de perdición[18]. El texto indica que se descorrerá el velo para que ese personaje se manifieste ante todos. Pablo informa a los tesalonicenses de la aniquilación del inicuo, a quien Jesús matará con el soplo de Su boca. A pesar de la aparición y poder sobrenatural del inicuo o anárquico, la epifanía del Señor será tan portentosa que aniquilará a ese malvado y su poder.
(Continuará.)
Nota
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.
[1] 2 Tesalonicenses 2:1,2.
[2] 1 Tesalonicenses 5:1–11.
[3] 2 Juan 1:7.
[4] 2 Timoteo 2:16–18.
[5] 1 Tesalonicenses 5:2.
[6] 1 Tesalonicenses 5:4.
[7] 2 Tesalonicenses 2:3.
[8] Mateo 24:11–13.
[9] 2 Tesalonicenses 2:4.
[10] 2 Tesalonicenses 2:5.
[11] 1 Tesalonicenses 2:9; 3:4; 4:1; 5:1,2.
[12] 1 Tesalonicenses 2:18.
[13] 1 Tesalonicenses 3:5.
[14] 2 Tesalonicenses 2:6,7.
[15] 1 Corintios 4:1; Efesios 1:9.
[16] 2 Tesalonicenses 2:7.
[17] 2 Tesalonicenses 2:8.
[18] 2 Tesalonicenses 2:3.