¡El fuego y el viento!

febrero 15, 2020

Enviado por María Fontaine

[The Fire and the Wind!]

A menos que personalmente se hayan enfrentado a hechos catastróficos, puede ser difícil captar la intensidad de esas experiencias y lo pequeño e indefenso que se vuelve el hombre frente a ellas. Puede ser aterrador conocer de cerca esas catástrofes, porque para muchos que tienen esa experiencia —a menos que ocurra un milagro enviado por Dios—, hay muy pocas probabilidades de escapar.

Además de los testimonios de la devastación causada por esos hechos también llegan magníficos testimonios de protección sobrenatural, guía, y la mano de Dios que protege a Sus hijos de manera milagrosa.

En esos graves acontecimientos muchos tienen una necesidad inmediata de clamar a Dios o a Jesús, porque se dan cuenta de que no hay nada que ellos puedan hacer. En consecuencia, muchos han experimentado la intervención de Dios para protegerlos en medio de situaciones graves que les cambió la vida en un momento.

En los violentos incendios en Australia que se han prolongado por meses, muchos se han encontrado en situaciones en las que, si no fuera por la gracia de Dios, no habrían sobrevivido.

En las zonas de Australia en las que los incendios recientes se propagaron con furia por meses, hay pueblos y pequeñas ciudades rodeadas de cientos o miles de kilómetros cuadrados de bosques. Muchos árboles son de diversas especies de eucaliptos. Su savia es tan inflamable que en un incendio un árbol puede literalmente explotar como una bomba, lanzando fragmentos de madera en llamas a cierta distancia y el fuego se propaga rápidamente.

Arden a una temperatura tan alta que esos incendios pueden propagarse por zonas extensas y a gran velocidad, dejando poco más que cenizas a su paso. Sin embargo, a pesar de ese poder aterrador, Dios todavía está con Sus hijos, manteniéndolos en el hueco de Su mano. Nada puede oponerse al poder ilimitado de nuestro Dios amoroso, poder para salvar y proteger.

Alguien me envió un testimonio de una situación en la que se encontró un hombre. Estaba en un pueblo del que no se podía escapar por tierra de los incendios que se acercaban desde tres direcciones. Los habitantes del pueblo se encontraban atrapados por el incendio en tres lados, y al otro lado estaba el océano. Debido a los enormes muros de fuego que se acercaban, ellos enfrentaban una muerte inevitable. Los equipos de rescate trataban de llegar por agua a muchos de esos lugares, pero se veían superados por la magnitud de la situación.

A continuación reproducimos el testimonio de aquel hombre que se encontraba en medio de ese infierno.

* * *

Bueno, la situación es mucho mejor que antes. No parece como la medianoche anterior. En realidad, hay algo de luz que pasa a través del humo. Desde luego, hay peligro de los incendios localizados. Y los incendios van en dirección al norte por la carretera Princes. Eso es todo lo que sé.

Pero antes de eso era... era… compañero, nadie quiere pasar por eso. ¡Era aterrador!

Y estoy bastante… todavía estoy conmovido, pero estoy agradecido de que nuestros animales estén vivos y que nuestros invitados estén bien. Nos quedamos juntos. Y sí, ¡fue horrendo!

Quiero dar a Dios la gloria porque, compañero, tengo un buen amigo que fue bombero. Bueno, fue el jefe del cuerpo de bomberos en Mallacoota, Graham Clarke. Él me avisaba.

Mi amigo está en Canberra, pero donde se encontraba estaba totalmente rodeado de fuego, y tuvo la bondad de llamarme para decirme: «David, está en el aeropuerto». Así que sabía dónde estaba el incendio. El aeropuerto de Mallacoota está a cinco o seis minutos en auto. Sabía que llegaría al pueblo porque las sirenas empezaron a sonar.

La verdad es que se oía el fuego que rugía y que se dirigía al pueblo. Se podía oír el fuego. Graham, el jefe de bomberos, me había dicho: «Lo escucharás, David. Oirás el sonido». Escuchamos que explotaban las bombonas de gas. Eso significa que las casas estaban siendo destruidas.

En ese momento, comencé a orar. Yo era ateo, pero rogué a Dios, a Jesús: «¡Haz que el viento cambie de dirección!»

No lo creerías, pero te diré la verdad, te lo juro. Retrocedió. Literalmente, sentimos que el viento llegaba desde la playa; no debería haber pasado, pero así fue. Fue increíble. Se detuvo después de cinco minutos, y probablemente 20 minutos más tarde, la brisa se convirtió en un viento fuerte y luego el cielo se puso rojo.

Pensamos que era un incendio que se dirigía hacia nosotros y que estaba a punto de pasar sobre nosotros. Sin embargo, era, creo, la intervención de Dios. No cabe duda, por medio de la oración. Porque lo rojo era el sol que pasaba a través del humo, no el fuego que estaba a punto de destruir, de destruirnos totalmente aquí. Porque en ese caso los bomberos no podrían haber hecho nada, sin importar cuántos camiones tuvieran.

En esencia, hay un muro de rocas en el punto de evacuación en la playa. Así que es lo único que hay para protegerse del calor irradiado. Querían que nos metiéramos en el agua contra ese muro. Tiene ostras y cosas que pueden hacer cortes, no es lo mejor, pero salvaría del calor radiante, es una barrera. Así pues, estábamos listos para saltar al agua. Y todos estábamos en la orilla, listos para meternos, cuando el cielo se puso rojo. Parecía como lo que habíamos visto cuando se acercaba el fuego, ¡pero era Dios que lo detenía! Sí. Estamos agradecidos de estar vivos.

* * *

El esposo de la señora que envió este testimonio encontró el teléfono de aquel hombre y lo llamó para decirle que estaban orando por él. No tenía mucho tiempo para hablar porque todavía estaba trabajando arduamente en las operaciones de rescate.

Explicó que un muro de llamas de unos 18 metros de altura se aproximaba hacia él y hacia las otras personas que habían huido a la playa. Empezó a orar en silencio. Luego, empezó a orar con mayor atrevimiento, cada vez más, hasta que gritaba su oración.

En ese momento, empezó a soplar el viento del oriente y alejó el fuego. Las personas que estaban a su alrededor lo oían orar, pero a él no le importó. Mientras más osado se volvía, más fuerte era la respuesta. «Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia».

Él ha estado en BBC World Service, Jerusalem Times, por todo el mundo.

* * *

A menudo David decía: «Hace falta una situación imposible para que Dios haga un milagro». Dios es capaz de obrar en respuesta a nuestras oraciones más allá de todo lo que podamos hacer.

Lo que es una maravilla es que aunque en realidad experimentamos personalmente Sus milagros o nos enteramos de que han sucedido, las manifestaciones físicas son a menudo opacadas por las victorias espirituales que ocurren, como en el caso de ese hombre que era ateo antes de tener esa experiencia.

A él le pasó algo más grande que los acontecimientos físicos, algo transformador que será eterno. Por haber visto de cerca la muerte, descubrió a quien podría transformar su vida por la eternidad. ¡¿Qué mayor milagro podría pedirse que ese?! ¡Creo que se debió a que muchas personas, no solo en Australia sino en todo el mundo, estaban orando por esos milagros!

«Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza. Selah».  Salmo 46:2-3

«Entonces Jesús, mirándolos, dijo: “Para los hombres es imposible, pero no para Dios, porque todas las cosas son posibles para Dios”».  Marcos 10:27

«Tú eres mi refugio; Tú me protegerás del peligro y me rodearás con cánticos de liberación».  Salmo 32:7 (NVI)