El libro de Rut (1ª parte)

octubre 11, 2022

Enviado por Peter Amsterdam

[The Story of Ruth (Part 1)]

El libro de Rut es uno de los libros históricos del Antiguo Testamento. Se encuentra entre el libro de Jueces y el 1º de Samuel. Es uno de los dos libros de la Biblia que tienen por título el nombre de una mujer; el otro es el de Ester. En cuatro capítulos, el libro de Rut cuenta cómo fue que una mujer moabita llegó a ser la bisabuela del rey David, el mayor rey de Israel.

Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra, y un hombre de Belén de Judá fue a vivir en los campos de Moab con su mujer y sus dos hijos. Aquel hombre se llamaba Elimelec, y su mujer Noemí; los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí[1].

En el período de los jueces (1200 a. C. a 1020 a. C.), una familia israelita de Belén se trasladó al vecino país de Moab debido a una hambruna local que hubo en Israel. Su plan era quedarse temporalmente en Moab durante la hambruna y volver a su país cuando terminara. Eran efrateos, es decir, de Belén.

Murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, los cuales se casaron con mujeres moabitas; una se llamaba Orfa y la otra Rut. Y habitaron allí unos diez años. Murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada, sin sus dos hijos y sin su marido[2].

Un tiempo después de emigrar a Moab, Elimelec, el padre de la familia, falleció. Noemí y sus hijos permanecieron en Moab, y ellos se casaron con mujeres moabitas. Unos diez años después, los hijos murieron, dejando viudas a las dos esposas moabitas, Orfa y Rut, junto con su suegra, Noemí, que también había quedado viuda.

Entonces se puso en marcha con sus nueras, y regresó de los campos de Moab, porque oyó en el campo de Moab que el Señor había visitado a Su pueblo para darle pan. Salió, pues, del lugar donde había estado, y con ella sus dos nueras, y comenzaron a caminar para regresar a la tierra de Judá[3].

Al enterarse de que el hambre había remitido, Noemí decidió regresar a la tierra de Judá. En el trayecto, quizás al reflexionar sobre su experiencia de trasladarse a otro país y vivir como forastera prácticamente sin nada, pensó en sus dos nueras, que iban a llegar a una tierra que les era ajena, como ella lo había hecho mucho antes.

Y Noemí dijo a sus dos nueras: «Andad, volveos cada una a la casa de su madre. Que el Señor tenga de vosotras misericordia, como la habéis tenido vosotras con los que murieron y conmigo»[4].

Noemí, desinteresadamente, les dijo a sus dos nueras que regresaran a la casa de su madre en Moab, ya que era más probable que encontraran un nuevo esposo entre su propia gente que si se iban a Belén con ella. Esa fue la primera bendición de Noemí para sus nueras.

La segunda fue esta:

«Os conceda el Señor que halléis descanso, cada una en casa de su marido». Luego las besó; pero ellas, alzando su voz y llorando…[5]

Noemí sabía que, en vida de sus hijos, Orfa y Rut habían sido buenas esposas. Así que les dio las gracias y rezó para que ambas encontraran un nuevo marido. Su intención era que las dos volvieran a su país, Moab, donde se casarían de nuevo. Noemí las liberó de toda obligación para con ella como suegra, las besó y lloraron juntas.

[Ellas] le dijeron: «Ciertamente nosotras iremos contigo a tu pueblo». Noemí insistió: «Regresad, hijas mías; ¿para qué vendríais conmigo? ¿Acaso tengo yo más hijos en el vientre que puedan ser vuestros maridos? Regresad, hijas mías, marchaos, porque ya soy demasiado vieja para tener marido. Y aunque dijera: “Todavía tengo esperanzas”, y esta misma noche estuviera con algún marido, y aun diera a luz hijos, ¿los esperaríais vosotras hasta que fueran grandes? ¿Os quedarías sin casar por amor a ellos? No, hijas mías; mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano del Señor se ha levantado contra mí»[6].

Las nueras declararon su lealtad y dijeron que se quedarían con su suegra. Se estaban comprometiendo a dejar Moab y establecerse en Belén, donde serían extranjeras. Noemí analizó pragmáticamente la situación. Ya no estaba en edad de procrear; y aunque no fuera así y pudiera tener otros hijos, ¿esperarían ellas a que sus hijos fueran mayores para casarse con ellos?

Noemí agregó: «Mayor amargura tengo yo que vosotras, pues la mano del Señor se ha levantado contra mí». Consideraba que Dios estaba en contra de ella por alguna razón. Se imaginaba que iba a estar sola y ser pobre en su vejez, y no quería que sus nueras se vieran perjudicadas por ella. Las amaba y estaba dispuesta a dejarlas volver a Moab, donde creía que tendrían mejores perspectivas.

Alzaron ellas otra vez su voz y lloraron; Orfa besó a su suegra, pero Rut se quedó con ella. Noemí dijo: «Mira, tu cuñada ha regresado a su pueblo y a sus dioses; ve tú tras ella»[7].

Fue un momento emotivo para todas ellas. Orfa decidió regresar a Moab para volver a casarse. Rut, sin embargo, escogió quedarse con Noemí. Poniéndole como ejemplo la decisión de Orfa, Noemí trató de convencerla para que ella también regresara a Moab.

Rut respondió: «No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios. Donde tú mueras, moriré yo y allí seré sepultada. Traiga el Señor sobre mí el peor de los castigos, si no es solo la muerte lo que hará separación entre nosotras dos»[8].

Aunque Orfa había decidido volver a Moab, Rut se negó a dejar a Noemí y declaró así su compromiso: «A dondequiera que tú vayas, iré yo, y dondequiera que vivas, viviré. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios, mi Dios». Su primera declaración fue la promesa de quedarse para siempre con Noemí. La segunda fue la promesa de que las relaciones que fueran importantes para Noemí también lo serían para ella. Se comprometió a guardar en su memoria el recuerdo de Noemí y dijo que, cuando su suegra muriera, ella seguiría viviendo en la misma localidad; y cuando la propia Rut muriera, sería sepultada en el mismo lugar que Noemí. Rut se comprometió a renunciar a su cultura, su lengua, su familia y a la posibilidad de tener una futura familia para quedarse con Noemí. A partir de ese momento, se uniría de forma permanente al pueblo de Noemí. Rut terminó su promesa con un juramento en el que le pidió al Señor que la tratara con severidad si algo más que la muerte la separaba de Noemí.

Al ver Noemí que Rut estaba tan resuelta a ir con ella, no insistió[9].

Al escuchar la promesa de Rut, Noemí no intentó más convencerla para que se quedara en Moab. La relación de Rut con Noemí se había basado en un principio en su matrimonio con su hijo. Sin embargo, tras la muerte de este, Rut continuó formando parte de la familia de Noemí, no por matrimonio, sino por su compromiso, por el pacto que hizo con ella. Aunque Noemí muriera, Rut se comprometía a permanecer en Israel. A raíz de la promesa de Rut, Noemí accedió a que la acompañara a Belén.

(Continuará.)


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


[1] Rut 1:1,2.

[2] Rut 1:3–5.

[3] Rut 1:6,7.

[4] Rut 1:8.

[5] Rut 1:9.

[6] Rut 1:10–13.

[7] Rut 1:14,15.

[8] Rut 1:16,17.

[9] Rut 1:18.