Hacerlo simplemente

octubre 14, 2017

Enviado por María Fontaine

[Just Doing It]

Hace tiempo hablaba con mi Amigo omnipresente acerca de unas dificultades mías. Daba la impresión de que un problema conducía a otro. En primer lugar, siempre estaba muy cansada. Estar cansada continuamente me impedía terminar todo lo que tenía que escribir y que atendiera toda mi correspondencia. Además, evitaba que tuviera energía para hacer ejercicio. Le dije al Señor que sabía que el ejercicio era importante, pero que estaba segura de que Él podía entender que, en esas circunstancias, era imposible que lo incluyera en mis actividades cotidianas.

De hecho, lo que le pedía a Jesús era una exención misericordiosa. En vez de eso, me dio algo mucho mejor: una solución viable. Dijo que el cambio principal que necesitaba hacer era en mi forma de pensar. Me dedicó tiempo y con paciencia me lo explicó. Saber que se interesaba tanto por mi salud, felicidad y bienestar hizo que me sintiera amada y atendida. Volvió a comentar algo que yo había perdido de vista: que sin ejercicio adecuado seguiría cansándome más, que el trabajo se acumularía aún más, y que se verían afectados mi salud y mi trabajo; todo por no darle máxima importancia a la actividad física. Añadió amorosamente: «No quiero verte sufrir, cariño».

A continuación, publico algunos fragmentos importantes del mensaje que me dio. Aunque el Señor me hablaba acerca de mi situación, me pareció que en Su consejo había buenos principios que podrían ser útiles a todos nosotros.

(Jesús, hablando en profecía:) Es importante ver esto desde la perspectiva adecuada. Ves el ejercicio como algo extra, algo adicional que se hace, mientras consideras que otras cosas tienen mayor importancia. Esa es la razón por la que a menudo se queda por el camino.

En vez de mirarlo de esa manera, tienes que ver el ejercicio como algo que tiene máxima importancia. Las consecuencias de no hacer ejercicio varían de una persona a otra, pero la falta de ejercicio siempre es perjudicial de un modo u otro. Si no haces ejercicio, la sangre no circula adecuadamente. Los órganos —lo que incluye el cerebro—, no reciben el oxígeno ni la nutrición necesaria. En tu caso, se agravan las hemorroides debido a que las venas se han debilitado. Te falla la concentración y es menos eficiente tu capacidad de recordar. El estrés adicional en el cuerpo puede alterar el sueño, lo que te deja con la sensación de agotamiento gran parte del tiempo. Se debilita el sistema inmunitario, lo que lleva a que tengas más resfriados e infecciones que al final dificultan tu trabajo.

Si piensas en el ejercicio y tienes en cuenta que dejarlo de lado tendrá un efecto debilitante en todos los otros aspectos de tu vida, eso te ayudará a recuperar la perspectiva adecuada y a que le des el lugar que le corresponde. Te lleva mucho más tiempo hacer tu trabajo cuando no haces ejercicio. Eso te presiona para que dediques más tiempo a tu trabajo, pero significa eliminar más ejercicio. Todo eso hace que vayas todavía más despacio.

Mi sugerencia sería que a diario dediques una hora al ejercicio. Sé que te encanta salir y dar un paseo vigoroso, lo que por supuesto es muy bueno, pero como tus ojos no lo permitirían, aprovecha los otros métodos que he puesto a tu disposición.

En los primeros cinco minutos de cada sesión, para calentar los músculos haz ejercicios de bajo impacto, como estiramientos, ejercicios con una banda elástica o apoyándote en un silla, etc. Luego, haz ejercicios más vigorosos o aeróbicos: flexiones de brazos apoyándote contra la pared, jumping jacks (saltos de tijera), subir y bajar escaleras, ejercicios con una escaladora, un trampolín[1] pequeño o una bicicleta fija o estacionaria. Algunos de esos ejercicios tendrás que hacerlos con menor intensidad, pero de todos modos necesitas hacerlos y no descuidar esto, como lo has hecho. En tu caso lo ideal es dividirlo en dos partes; una parte en la tarde. Pero de todos modos tienes que incluirlo en tu día. Es parte esencial del proceso de tu curación. 

Una meta que tienes para estar sana y permanecer sana es poder continuar a Mi servicio. Para llegar eso, debes hacer ejercicio. No es una alternativa válida que te saltes el ejercicio porque se te acumula el trabajo.

Encuentra formas de delegar trabajo o establecer prioridades basándote en lo que debes hacer sin falta en vez de en lo que quieres hacer. Salir de la espiral descendente de eliminar el ejercicio esencial de las actividades del día puede significar que al principio algunas cosas no se hagan, pero el beneficio a largo plazo es que se llevará a cabo más.

La razón por la que parece que hay tanto que hacer, más de lo que puedes atender, en muchos casos no se debe a falta de tiempo, sino a una necesidad de mayor concentración, eficiencia y energía. El funcionamiento del cuerpo debe ser más eficaz. La alimentación, el sueño, el ejercicio y los momentos de relajación —y por supuesto, descansar en Mí y tener comunión conmigo— son factores importantes que deben mantenerse en equilibrio si quieres ser más eficiente.

No puedes hacerlo solo al exigirte más. En la mayoría de los casos, lo que te hace falta para que tengas un equilibrio es que hagas suficiente ejercicio. Debe llegar un momento en que tengas la costumbre de hacer el ejercicio adecuado y que sea una parte integrante de tu vida. El ejercicio también es fundamental para disminuir el estrés.

Tu trabajo es importante. Sin embargo, es cuestión de tener un orden de prioridades. El ejercicio tiene máxima importancia si quieres seguir curándote. La curación es importante si quieres hacer tu trabajo lo mejor posible.

Es una de esas cosas en que no ves los resultados hasta que das un paso de fe y lo haces, te guste o no. Es necesaria la persistencia por un tiempo a fin de que los resultados sean lo bastante considerables para que los notes. Pero es fundamental.

El ejercicio no es tiempo perdido; lo mismo se aplica al tiempo dedicado al sueño, al relajamiento y a comer; el tiempo dedicado a meditar en Mí y Mis palabras tampoco se ha perdido. Cada vez que dedicas tiempo a hacer ejercicio adecuado, tienes un poco más de fuerza, claridad, dinamismo y eficiencia en otros aspectos de la jornada. Necesitas ver esto como la prioridad que es. No hay forma de evitar ese elemento fundamental que mejora todo lo demás que hagas.

En esto soy muy directo contigo, amor mío, porque en tu situación puedes poner en práctica estas cosas, aunque a veces sea difícil. Otros quizá no puedan decidir tanto cómo emplean su tiempo y llevan a cabo sus actividades, pero es importante que con diligencia hagan todo lo posible en sus circunstancias.

Incluso en los casos en que hacer ejercicio con regularidad puede parecer casi imposible para quienes estén muy ocupados —tomando en cuenta los horarios de trabajo y deberes familiares—, es importante que hagan tanto como puedan. Quizá requiera algo de ingenio, enfoques creativos y originales. Sin embargo, si acuden a Mí, los ayudaré. Si hacen todo lo que pueden, Yo los guardaré.

María: Gracias, Jesús. Te interesas lo bastante como para avisarme cuando no voy en la dirección correcta. Gracias por corregir mi rumbo cuando es necesario. Aunque será difícil recuperar la costumbre, no tengo excusas para no hacer lo que haga falta. He decidido esforzarme todo lo que pueda.

* * *

Sé que los que no hacen ejercicio con regularidad tienen bastante más probabilidades de sufrir enfermedades crónicas, debilitantes y degenerativas. Eso puede significar más sufrimiento, inmovilidad y pérdida de agudeza mental. Las personas que hacen ejercicio con regularidad, aunque hayan comenzado después de los sesenta años o posteriormente, tienen más probabilidades de tener más fuerzas y mejor salud en sus últimos años.

Quiero ser una de esas personas. Así pues, estas son mis principales conclusiones de la charla que me dio el Señor.

  • Debo ver el ejercicio como una prioridad.
  • Debo tener en cuenta que si lo dejo de lado, eso tiene un efecto debilitante en todos los otros aspectos de mi vida.
  • Para alcanzar la meta de estar sana y seguir así, debo ver el ejercicio como parte esencial del proceso de mi curación.
  • La alimentación, el sueño, el ejercicio, la relajación y la comunión con Él son todas prioridades que deben mantenerse en equilibrio.
  • El tiempo dedicado al ejercicio no es tiempo perdido.
  • Cada vez que dedico tiempo al ejercicio adecuado, en el día tengo un poco más de fuerzas, claridad, dinamismo y eficiencia.

P.D.: Habrás notado que el Señor dijo que debería hacer algo de ejercicio vigoroso. Pensé que ese término representaba algo que incluso en los mejores momentos no sería capaz de hacer. El nivel de esfuerzo en algunos programas de ejercicio es tan intenso que casi no puedo hacer lo que ellos llaman precalentamiento.

El significado del término vigoroso puede variar de una persona a otra. Así pues, pedí al Señor que me dijera lo que considera ejercicio vigoroso en el estado de salud que tengo actualmente. ¿Y cómo sabré que me esfuerzo lo suficiente como para llamarlo vigoroso?

(Jesús, hablando en profecía:) En tu caso, si empiezas a quedarte sin aliento, o te cansas o te duele cuando haces una pequeña pausa, es señal de que el ejercicio tiene efecto, y que es lo bastante vigoroso para ti.

No quieres esforzarte tanto que te lesiones; es mejor prevenir que curar. Puedes aumentar un poco más lo que haces. Sin embargo, si te esfuerzas para hacer ejercicio en tu nivel actual y lo haces todos los días cuando sea posible, verás una mejora. Si de vez en cuando fallas, no te desanimes. Solo inténtalo de nuevo.

Es posible que haya momentos en que no te sientas bien como para hacer ejercicio. Habrá veces en que tal vez lo que más te haga falta sea descansar y dormir. Necesitas ejercicio y hacerlo debería ser una costumbre, pero eso tiene que equilibrarse con Mis amorosas instrucciones, pues puede haber excepciones cuando otras cosas sean más necesarias. Pregúntame. Te indicaré qué es lo mejor para ti.


[1] Es un pequeño trampolín diseñado para hacer ejercicios aeróbicos de bajo impacto. Los ejercicios de bajo impacto contribuyen a un mejor funcionamiento del aparato circulatorio y el sistema linfático.