¡Jamás de los jamases te rindas!

septiembre 9, 2014

Enviado por Peter Amsterdam

[Never Ever Quit!]

A veces la vida es difícil.

Cuando te has esforzado todo lo posible y no lograste dar la talla, no has logrado hacer realidad tus sueños y te parece que ya no puedes seguir adelante, quizá tengas ganas de desistir.

Probablemente todos nos hemos sentido así en algún momento. Tal vez has estado en esa situación recientemente. De hecho, quizá ahora mismo te sientas de esa manera.

Cuando recibes golpes y palizas una y otra vez, ¿cómo superas esa situación?

Yo sé cómo. También tú lo sabes.

¡Sigues adelante!

Pase lo que pase, ¡sigues adelante! Winston Churchill dijo: «Si estás atravesando un infierno, sigue andando».

De acuerdo, eso puede simplificar excesivamente una cuestión compleja, pero en definitiva, a fin de lograr algo importante se debe luchar a diario, sean cuales sean los obstáculos que se enfrenten. Al enfrentar la desilusión y hasta el fracaso, se debe intentar de nuevo, trabajar con más empeño, estudiar más y orar con fervor.

Todos los grandes logros requieren mucho trabajo y tiempo; no llegan fácilmente. Cuando el progreso es lento y nuestros planes o sueños no se concretan con la rapidez esperada, es fácil preguntarse si algo está mal y por lo tanto el Señor no está bendiciéndonos. Con mayor frecuencia, sin embargo, creo que cuando no podemos avanzar más, sencillamente pasamos por los ritmos normales del progreso y el éxito. No es que tengamos que dar más o sacrificarnos más que la mayoría de las personas. No, simplemente es el camino que lleva a los logros. Ese es el precio del éxito para quien quiera dejar huella en su campo o carrera.

Si emprendemos una nueva aventura y esperamos resultados rápidos, si eso no sucede, o más probablemente cuando no sucede, nos podemos desilusionar. E incluso peor, podemos tener la tentación de abandonar. Si nos damos cuenta de que probablemente no será fácil el camino que Dios tiene para nosotros, entonces enfrentaremos los desafíos con entusiasmo, y no estaremos desprevenidos ni alterados cuando al esforzarnos por lograr nuestras metas veamos que es mucho más confuso y agotador de lo que habíamos pensado, y que requiere mucho más tiempo.

Dios obra de manera distinta en la vida de cada persona. Cada uno de nosotros sigue una senda que puede llevarnos a hermosos panoramas y valles oscuros en diferentes etapas de nuestro recorrido.

Tony Snow explicó los desafíos de la vida de esta manera:

«A Dios le encantan las sorpresas. Los seres humanos deseamos llevar una vida sencilla, fácil y predecible, que sea como una senda tranquila, plana, que se extienda hasta donde alcance la vista. A Dios, en cambio, le gusta salirse del camino. Nos pone en aprietos que parecen rebasar nuestro aguante y comprensión, pero que en realidad no nos superan. Por Su amor y Su gracia, perseveramos. Los desafíos que nos producen un nudo en el estómago indefectiblemente fortalecen nuestra fe y nos comunican una sabiduría y una dicha que de otra forma no conoceríamos».

Tony Snow, a los 51 años y padre de tres hijos, pronunció las palabras anteriores cuando combatía un cáncer[1].

Hay muchos enfoques distintos para enfrentar los reveses y las desilusiones. No creo que haya una fórmula perfecta para superar las dificultades. No hay una lista de lo que se debe hacer si quieres armarte de valor y fuerza para soportar el temor, el estrés, la angustia, la frustración o cualquier otro desafío que acompaña esos períodos de sequía en nuestra vida. Estas son algunas cosas que pueden ayudarnos a seguir adelante en las peores épocas: la oración y pedir a otros que oren con nosotros o por nosotros; buscar el consejo de un amigo o mentor en quien se confíe; dedicar tiempo a alejarse de la situación para pensar, recuperar la perspectiva y entender mejor la situación general de cuáles son nuestras opciones; escuchar al Señor (por medio de ratos de comunión con Dios o de profecía); leer la Palabra y escritos de inspiración o consuelo; o hablar de corazón con un ser querido.

A menudo encuentro inspiración en lo que le ha ocurrido a personas que han obtenido grandes logros a pesar de penurias o impedimentos físicos. En los deportes se encuentran ejemplos destacados, pues como son del conocimiento del público se ve con claridad la medida de esos logros. Me infunden ánimo los relatos o películas de personas que superan desafíos a fin de sobresalir en los deportes.

Por ejemplo:

Un lunes por la noche, durante un juego de los Chicago Bears y los New York Giants, un presentador notó que Walter Payton,  corredor de los Bears, había acumulado más de nueve millas en yardas recorridas. El otro anunciador comentó: «Sí, ¡y eso que alguien lo derribó cada 4,6 yardas!» Walter Payton, el corredor más exitoso hasta la fecha, sabe que todos —hasta los mejores— son derribados. La clave del éxito es levantarse y volver a correr de nuevo con la misma intensidad[2].

La enseñanza es clara. También nosotros tenemos que levantarnos y correr de nuevo con la misma intensidad después de haber sido derribados.

Algunos atletas destacados han superado enormes obstáculos. Eso aumenta sus historias asombrosas de valor y perseverancia, como la de Wilma Rudolph.

Wilma no tuvo un buen inicio en la vida. La polio la dejó con la pierna izquierda torcida y el pie torcido hacia adentro, de modo que tuvo que llevar aparatos ortopédicos. Después de siete años de terapia dolorosa, pudo caminar sin aparatos ortopédicos. A los 12 años, Wilma hizo una prueba para jugar con el equipo de básquetbol femenino, pero no tuvo éxito. Con determinación, practicó a diario junto a una amiga y dos chicos. Al año siguiente logró ingresar al equipo. Durante un juego en la universidad la vio un entrenador de atletismo y la convenció para que entrenara como corredora. A los 14 años había dejado atrás a los velocistas más rápidos de los EE.UU. En 1956 Wilma llegó a ser parte del equipo olímpico, pero no obtuvo buenos resultados. Esa amarga desilusión la motivó a esforzarse más para las Olimpíadas de 1960 en Roma, y allí Wilma Rudolph ganó tres medallas de oro, el mayor número de medallas de oro que ha ganado una mujer[3].

No solo en los deportes se requiere un plan y persistencia. Se pueden hallar grandes ejemplos en todas las profesiones, y también en los negocios. Esta es una historia bastante conocida:

Henry Ford, el genio de la industria automotriz, ideó un plan revolucionario para fabricar lo que se conoce actualmente como el motor V8. Ford estaba deseoso de fabricar su gran idea nueva. Encargó que se hicieran los planos y los presentó a los ingenieros. Los ingenieros estudiaron los planos y uno por uno llegó a la misma conclusión. Su jefe visionario no sabía mucho de los principios fundamentales de la ingeniería. Se le tenía que informar con tacto: su sueño era imposible. Ford les dijo:

—Fabríquenlo de todos modos.

—Pero es imposible —contestaron.

—Continúen trabajando hasta que tengan éxito, no importa el tiempo que lleve —les ordenó Ford.

Por seis meses se esforzaron y prepararon planos y diseños, uno tras otro. Nada. Transcurrieron otros seis meses. Nada. Al final del año Ford consultó con sus ingenieros y de nuevo le dijeron que lo que quería era imposible. Ford les dijo que continuaran con su trabajo. Lo hicieron. Y encontraron la forma de construir el motor V8[4].

A mi juicio, podemos minimizar mucha frustración o confusión que tal vez encontremos si adoptamos la actitud de que lograr nuestras metas llevará tiempo, que no hay otra forma. Y es seguro que habrá reveses, pero si persistimos, a la larga lograremos el éxito.

«Hermanos míos, considérense muy dichosos cuando tengan que enfrentarse con diversas pruebas, pues ya saben que la prueba de su fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que sean perfectos e íntegros, sin que les falte nada»[5].

Recordemos también que los reveses no indican que Dios no está complacido ni que te has equivocado o no estás en Su voluntad de alguna forma; simplemente es el curso natural de la vida y parte del camino de todo logro. Así pues, es provechoso que cuando nos topamos con problemas o demoras no los convirtamos en una catástrofe, porque pensar negativamente acerca de nuestros desafíos nos hace perder la fe y la acción positiva que se requiere para enfrentar la dificultad. En vez de lamentarnos de lo difícil que es nuestra vida o lo terrible de la situación, es más eficaz llenarnos la mente de la Palabra de Dios que edifica la fe, de relatos alentadores de superación y de pensamientos fortalecedores y frases positivas.

A veces me fijo metas, pero luego cualquier cosa en la que esté trabajando acaba tomando mucho más tiempo del que planeaba o esperaba. Eso es curioso y a veces desconcertante. A menudo las cosas no suceden en el orden que habíamos planeado; pero tal vez Dios tiene un programa distinto, según Su plan general. Si tenemos fe y determinación, no nos rendiremos ni pondremos excusas cuando algo no dé el resultado que esperábamos. Eso sería evadir el problema y no nos llevaría al objetivo final de vivir como esperábamos. Según se dice, Helen Keller expresó: «Una curva no es el final del camino… a menos que sigamos derecho en vez de tomar la curva».

La vida no siempre puede ser equilibrada. A veces verás que trabajas el doble o el triple; entre otras cosas, está el trabajo, los niños, estudiar, atender la casa, cuidar a un enfermo o a un niño o ser querido discapacitado. Esas épocas muy difíciles son lo que un amigo mío llama «los años que matan». Es cuando tienes más trabajo de lo que quieres, duermes poco, haces poco ejercicio, casi no tienes tiempo libre y estás muy agotado. Y encima, no ves el progreso o el éxito que habías esperado.

Sí, esos son «los años que matan». Es difícil. Y sin embargo, debes seguir esforzándote, seguir adelante.

«Valentía no es tener la fuerza para seguir adelante, sino seguir adelante aun cuando no tengamos fuerzas».  Theodore Roosevelt

Ya sea que estudies, que empieces un negocio, que sigas una nueva carrera, que aprendas algo nuevo, o lo que sea que hagas, está casi garantizado que enfrentarás desafíos, ¡muchos desafíos! Y sin duda se aplica a los que empiezan una obra misionera o se dedican a ella. En muchos casos, hace falta tiempo para ver el fruto, y tal vez enfrentes dificultades u oposición por el camino. A veces oímos hablar de alguien, o leemos al respecto, que obtuvo grandes logros en el servicio al Señor y quizá llegamos a la conclusión de que logró el éxito y favor fácilmente. Sin embargo, tal vez no veas la historia completa. Tomemos el ejemplo del diario de un gran evangelizador y fundador de la Iglesia Metodista, John Wesley:

Domingo a.m., 5 de mayo. Prediqué en la iglesia de Santa Ana. Me pidieron que no volviera.
Domingo p.m., 5 de mayo. Prediqué en la iglesia de San Juan. Los diáconos me dijeron: «Márchese y no vuelva».
Domingo a.m., 12 de mayo. Prediqué en la iglesia de San Judas. Tampoco puedo volver allí.
Domingo a.m., 19 de mayo. Prediqué en otra iglesia. Los diáconos convocaron una reunión extraordinaria y me dijeron que no podía volver allí.
Domingo p.m., 19 de mayo. Prediqué en la calle. Me echaron de la calle.
Domingo a.m., 26 de mayo. Prediqué en la pradera. Salí corriendo de la pradera porque soltaron un toro durante el oficio religioso.
Domingo a.m., 2 de junio. Prediqué en las afueras de la ciudad. Me echaron de la carretera.
Domingo p.m., 2 de junio. Prediqué en un prado. Diez mil personas se presentaron para escucharme.

Hay muchas historias verídicas como esta, que dan ejemplo de la magia que ocurre cuando nos negamos a rendirnos frente a las dificultades. Cualquiera de nosotros puede buscar en Internet, y encontrar cientos de ejemplos de personas que han hecho eso. Cada uno de esos relatos es un testimonio de que la perseverancia es eficaz.

La moraleja para nuestra vida es esta: Cuando no abandonamos, todo es posible.

«No te rindas nunca. No cedas. No dejes de intentar. No claudiques nunca. Y si por un momento sucumbes a alguna de esas cosas, levántate, quítate el polvo, susurra una oración y empieza donde te quedaste. Pero jamás de los jamases te rindas»[6].

«No nos cansemos de hacer el bien, porque a su debido tiempo cosecharemos si no nos damos por vencidos»[7].


[1] Fue Secretario de prensa de la Casa Blanca, escribió «Cancer's Unexpected Blessings», publicado en Christianity Today, 20 de julio de 2007. Tony Snow murió a los 53 años de cáncer de colon.

[2] Jeff Quandt como apareció en Irving Wallace, The Book of Lists (New York: Bantam Books, 1980).

[3] Today in the Word, Moody Bible Institute, enero de 1992, pág.10.

[4] Napoleon Hill, Think and Grow Rich (Meridien, Conn: The Ralston Society: 1937).

[5] Santiago 1:2-4 NVI.

[6] Richelle E. Goodrich, Eena, The Tempter’s Snare (2014).

[7] Gálatas 6:9 NBD.