Jesús, Su vida y mensaje: Curación de un ciego

marzo 3, 2020

Enviado por Peter Amsterdam

[Jesus—His Life and Message: Healing the Blind Man]

El episodio de la curación de un ciego por parte de Jesús figura en los tres evangelios sinópticos[1]. Los evangelios de Lucas y Marcos narran que Jesús curó a un ciego; en el de Mateo, son dos los que se curan. Aquí nos basaremos en la narración del Evangelio de Lucas, aunque incluiremos algunos detalles aportados por Marcos y Mateo.

Aconteció que, acercándose Jesús a Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando, y al oír a la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello. Le dijeron que pasaba Jesús nazareno[2].

Después que Josué derrotó a Jericó (v. Josué 6:1–27), se reconstruyó la ciudad a pocos kilómetros de distancia. Tenía una ubicación estratégica, ya que era un oasis de agua dulce en medio del desierto. Se hallaba en un importante cruce de caminos dentro de la red vial de Israel, transitado por mercaderes y peregrinos. La ciudad está a 250 metros por debajo del nivel del mar y, si bien en verano tenía una temperatura muy elevada, en invierno era bastante templada. En tiempos de Jesús era un balneario invernal para los gobernantes y los ricos de Israel. Era conocida como la ciudad de las palmeras. Herodes el Grande la amplió y construyó tres palacios en los que pasaba los meses de invierno, por su clima cálido y sus manantiales de agua dulce. Esta Jericó terminó siendo destruida en 70 d.C. por el ejército de Tito durante la gran revuelta judía. La ciudad actual se encuentra a unos 29 kilómetros de Jerusalén, un poco al norte del mar Muerto y a 10 kilómetros del río Jordán.

Jesús se encontraba justo a las afueras de Jericó. Posiblemente se dirigía hacia el sur, hacia Jerusalén. Lo acompañaba una multitud. No dice qué clase de personas eran; pero como se acercaba la Pascua, es probable que estuviera rodeado de seguidores Suyos y de gente de Galilea que se dirigía a Jerusalén para celebrar allí la fiesta.

Sentado junto al camino, un ciego mendigaba. Por ser ciego, pertenecía a ese pequeño porcentaje de la población considerado prescindible, del que la sociedad en general no tenía ninguna necesidad. Por ello era un indigente, y se veía obligado a depender de la generosidad y caridad de los demás. Alguien como él tenía, probablemente, pocas posesiones y era visto como un proscrito social y una vergüenza. Como esa ruta era muy transitada por mercaderes y gente rica, los pobres y los marginados se alineaban a lo largo de ella para pedir. Esto ocurría sobre todo al acercarse la fiesta de la Pascua, ya que las personas tradicionalmente eran más generosas en esa época del año.

En este evangelio, así como en el de Mateo, solo dice que el hombre era ciego; sin embargo, en el Evangelio de Marcos figura su nombre: Bartimeo, nombre compuesto por bar (hijo de) y Timeo (el nombre de su padre)[3]. Cuando el ciego preguntó por qué había tanta gente, los que estaban a su alrededor le explicaron que estaba pasando Jesús de Nazaret. La reacción del hombre al oír eso fue inmediata:

Entonces gritó, diciendo: «¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!»[4]

Sus palabras son similares a las de los diez leprosos, que alzaron la voz y dijeron: «¡Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!»[5] Los diez leprosos, al igual que este ciego, sabían que Jesús tenía poder para sanar, y no vacilaron en pedirle ayuda, sin importarles lo que pensaran los demás. Al pedirle a Jesús que se apiadara de ellos le estaban suplicando que los curara, quizá por la creencia generalizada entre los judíos de la época de que ser ciego o leproso era un castigo por los pecados que uno había cometido.

«¡Cállate!», le gritaba la gente que estaba más adelante. Sin embargo, él gritó aún más fuerte: «¡Hijo de David, ten compasión de mí!»[6]

Este ciego sabía algo sobre Jesús que otros por lo visto desconocían. La gente lo llamaba «Jesús nazareno», pero Bartimeo lo llamó «Hijo de David», una significativa confesión mesiánica. Esta es la única vez que aparece tal confesión en este evangelio, aunque hay otros pasajes que asocian a Jesús con David[7]. En cambio, los otros evangelios sinópticos emplean con bastante frecuencia esta expresión para referirse a Jesús[8], y en la Epístola a los Romanos el apóstol Pablo dice claramente que Jesús era descendiente de David.

Pablo, siervo de Jesucristo, llamado a ser apóstol, apartado para el evangelio de Dios, […] que se refiere a Su Hijo, […] que era del linaje de David según la carne[9].

Los que estaban «más adelante» lo reprendieron. Si bien el texto se refiere probablemente a los que estaban espacialmente al frente de la multitud, o por lo menos delante de Bartimeo, cierto autor expresa una opinión distinta:

Una interpretación diferente, menos benévola, sería no solo posible, sino incluso preferible. Los que estaban «más adelante» puede significar aquellos que eran considerados líderes, los primeros tal vez espacialmente, pero solo porque pretendían ser los primeros en lo que a estatus se refiere[10].

Nada de lo que le dijeron para hacerlo callar lo inmutó; más bien sirvió para que gritara aún más insistentemente.

No dice por qué los que estaban delante querían callarlo. Unos opinan que podría ser porque se dirigía a Jesús con el título de «Hijo de David», que podía causar problemas políticos con las autoridades romanas. Otros creen que era quizá porque pensaban que no era necesario molestar a Jesús con el caso de un mendigo ciego. Cualquiera que fuera la razón, no lograron silenciarlo. Él estaba desesperado por curarse y convencido de que Jesús lo podía curar, así que no iba a permitir que nada le impidiera llamar Su atención.

Jesús entonces, deteniéndose, mandó traerlo a Su presencia. Cuando llegó, le preguntó, diciendo: «¿Qué quieres que te haga?»[11]

El Evangelio de Marcos dice:

Jesús, deteniéndose, mandó llamarlo; y llamaron al ciego, diciéndole: «Ten confianza; levántate, te llama». Él entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús[12].

La osadía y persistencia de este ciego rindieron fruto. Al oírlo gritar en medio del gentío, Jesús dejó de caminar y pidió hablar con él. A diferencia de la muchedumbre, Jesús no rechazó su petición. Cuando le preguntó al hombre cómo podía ayudarlo, este respondió: «Señor, que reciba la vista»[13]. Jesús le dijo: «Recíbela, tu fe te ha salvado»[14].

Jesús acogió la petición del hombre y elogió su fe, tanto su fe para confesar que Jesús, el Hijo de David, podía curar su ceguera como su fe para insistir y no darse por vencido aun cuando otros lo reprendieron y le mandaron callar. A lo largo de su evangelio, Lucas refiere numerosas ocasiones en que Jesús, al sanar a alguien, puso de relieve el importante papel de la fe. Otros ejemplos serían: «Él dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado; ve en paz”»[15] y: «Jesús […] le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz”»[16].

Al instante recobró la vista, y lo seguía glorificando a Dios; y todo el pueblo, cuando vio aquello, dio alabanza a Dios[17].

Cuesta imaginarse lo maravilloso que debió de ser para este ciego recuperar de pronto la vista, de un momento a otro poder ver el mundo que lo rodeaba. Su reacción inmediata fue glorificar a Dios. La gente que presenció su curación, la misma que le había mandado callar, también alabó a Dios por ese magnífico milagro. Este milagro de curación fue muy significativo, ya que en el Antiguo Testamento no hay constancia de que nadie se curara de ceguera.

Este hombre tan marginado de la comunidad que tenía que mendigar para obtener su sustento se integró de pronto a una nueva comunidad como discípulo de Jesús. Pasó de las tinieblas a la luz.

Tal como refiere un pasaje anterior del Evangelio de Lucas, en la sinagoga de Nazaret Jesús leyó un fragmento de un rollo del profeta Isaías en que estaba escrito:

«El Espíritu del Señor está sobre Mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor». […] Entonces comenzó a decirles: «Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros»[18].

La curación de este ciego fue ciertamente un cumplimiento de lo que las Escrituras habían predicho acerca de Jesús.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


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[1] Mateo, Marcos y Lucas.

[2] Lucas 18:35–37.

[3] Marcos 10:46.

[4] Lucas 18:38.

[5] Lucas 17:13.

[6] Lucas 18:39 (NTV).

[7] Lucas 1:27; 2:4; 3:31; 20:41.

[8] Mateo 9:27; 12:23; 15:22; 20:30,31; 21:9, 15; 22:42; Marcos 10:47,48; 12:35.

[9] Romanos 1:1–3.

[10] Green, The Gospel of Luke, 664.

[11] Lucas 18:40,41.

[12] Marcos 10:49,50.

[13] Lucas 18:41.

[14] Lucas 18:42.

[15] Lucas 7:50.

[16] Lucas 8:46–48.

[17] Lucas 18:43.

[18] Lucas 4:18,19,21.