Jesús, Su vida y mensaje: El nacimiento de Jesús (3ª parte)
diciembre 16, 2014
Enviado por Peter Amsterdam
Jesús, Su vida y mensaje: El nacimiento de Jesús (3ª parte)
(Si lo deseas, puedes consultar el artículo introductorio en el que se explican el propósito y el plan de esta serie.)
Lucas informa a los lectores de algunos hechos ocurridos durante la visita de María a Elisabet; seguidamente nos cuenta que María regresó a su casa. Habiendo retirado de la escena a María, procede a describirnos el nacimiento de Juan el Bautista.
Se nos explica que Elisabet dio a luz un hijo en cumplimiento de la promesa de Dios, y que sus vecinos y parientes, al enterarse de la gran misericordia de Dios, se regocijaron con ella. Tal como mandaban las leyes de Moisés, «al octavo día vinieron para circuncidar al niño». Dios prescribió la circuncisión como señal de inclusión en el pacto entre Él y Abraham[1]; posteriormente quedó formalizada en la ley mosaica[2]. La circuncisión de Juan —que va a desempeñar un importante papel como profeta de la venida del Señor— confirma su carácter judío, y esa confirmación muestra que Dios está trayendo redención a Israel y al mundo desde dentro de Israel[3]. Eso fue lo que Dios le prometió a Abraham cuando le dijo: «Serán benditas en ti todas las familias de la tierra»[4].
Los vecinos y parientes presentes en la ceremonia «lo llamaban con el nombre de su padre, Zacarías; pero su madre dijo: “¡No! Se llamará Juan”. Le dijeron: «¿Por qué? No hay nadie en tu parentela que se llame con ese nombre”. Entonces preguntaron por señas a su padre cómo lo quería llamar. Él, pidiendo una tablilla, escribió: “Juan es su nombre”. Y todos se maravillaron»[5].
Elisabet desatendió los deseos de los asistentes a la circuncisión y declaró que el niño se llamaría Juan. Zacarías estuvo de acuerdo. En el momento en que escribió en la tabilla de cera que el niño debía llamarse Juan, «fue abierta su boca y suelta su lengua». Pudo hablar de nuevo, cumpliendo lo que Gabriel le había dicho: «Quedarás mudo y no podrás hablar hasta el día en que esto suceda»[6]. Su primer acto fue, como correspondía, bendecir a Dios. Lucas nos cuenta que «se llenaron de temor todos sus vecinos, y en todas las montañas de Judea se divulgaron todas estas cosas. Los que las oían las guardaban en su corazón, diciendo: “¿Quién, pues, será este niño?”»[7]
Los misteriosos sucesos relacionados con el nacimiento de Juan —el mensaje que recibió su padre de un ángel y su consiguiente mudez y probablemente sordera[8], el embarazo de su madre siendo ya anciana, el hecho de que sus padres decidieran llamarlo Juan y el que su padre recobrara el habla— eran la comidilla de la región.
Lucas dejó constancia de la siguiente profecía o cántico de alabanza de Zacarías, conocido hoy en día como el Benedictus, el cual arroja luz sobre la pregunta de quién será el niño de mayor[9]. El Benedictus da indicaciones sobre cuál será el papel de Juan en el plan divino de salvación, y también relaciona ciertos sucesos de la historia de Israel con lo que está haciendo Dios en ese momento.
Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y redimido a Su pueblo, y nos levantó un poderoso Salvador en la casa de David, Su siervo —como habló por boca de Sus santos profetas que fueron desde el principio—, salvación de nuestros enemigos y de la mano de todos los que nos odiaron, para hacer misericordia con nuestros padres y acordarse de Su santo pacto, del juramento que hizo a Abraham, nuestro padre, que nos había de conceder que, librados de nuestros enemigos, sin temor lo serviríamos en santidad y en justicia delante de Él todos nuestros días[10].
La profecía se retrotrae en el tiempo y hace mención de los profetas[11], de los antepasados[12] y de Abraham y el pacto de Dios con él[13]. Lo de que Dios ha visitado a Su pueblo tiene reminiscencias del Éxodo[14]; lo de que ha redimido a Su pueblo hace pensar en el año del jubileo[15]; lo de levantar un poderoso Salvador de la casa de David[16] es una alusión al rey David, y lo de la aurora o la luz que nace y los que habitan en tinieblas son referencias a versículos conocidos del libro de Isaías[17]. Al relacionar personas y sucesos de épocas anteriores con Zacarías, Elisabet, María y sus hijos, esta profecía establece una conexión entre las promesas de Dios y Su accionar a lo largo de la historia de Israel con el momento del nacimiento de Jesús, cuando Dios está comenzando a cumplir Su promesa de redención y salvación.
La continuación de la profecía de Zacarías va dirigida específicamente a Juan:
Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado, porque irás delante de la presencia del Señor para preparar Sus caminos, para dar conocimiento de salvación a Su pueblo, para perdón de sus pecados, por la entrañable misericordia de nuestro Dios, con que nos visitó desde lo alto la aurora, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte, para encaminar nuestros pies por camino de paz[18].
Las referencias que hay en esta profecía a versículos de los libros de Isaías[19] y Malaquías[20] nos permiten entrever la futura labor que llevará a cabo Juan preparando el camino del Salvador. Como profeta del Altísimo, Juan irá delante del Señor. Más adelante, en el curso de Su vida pública, Jesús confirmó que Juan era un profeta e indicó que era el último del Antiguo Testamento.
¿Qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta[21]. La Ley y los Profetas llegan hasta Juan. Desde entonces es anunciado el reino de Dios[22] [23].
El Benedictus termina con el tema de la luz que «encamina nuestros pies por camino de paz»[24], imagen que Lucas retoma al principio del siguiente capítulo cuando describe el nacimiento de Jesús[25].
Lucas termina su relato sobre Zacarías, Elisabet y Juan con una breve mención de la vida de este último desde su nacimiento hasta el tiempo en que se dio a conocer públicamente. Dice que «el niño crecía y se fortalecía en espíritu»[26]. Eso es un adelanto del papel que desempeñará Juan más adelante en el Evangelio. Lucas alude a años de crecimiento y maduración, y da a entender que el Espíritu de Dios —que ha llenado a Juan desde que estaba en el vientre de su madre— lo está preparando para su ministerio profético décadas más tarde. Después de esto, Lucas lo retira de la escena y pasa a centrar su atención en Jesús.
Nota
Todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.
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[1] Dijo de nuevo Dios a Abraham: «En cuanto a ti, guardarás Mi pacto, tú y tu descendencia después de ti de generación en generación. Este es Mi pacto, que guardaréis entre Mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Todo varón de entre vosotros será circuncidado. Circuncidaréis la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre Mí y vosotros. A los ocho días de edad será circuncidado todo varón entre vosotros, de generación en generación, tanto el nacido en casa como el comprado por dinero a cualquier extranjero que no sea de tu linaje. Debe ser circuncidado el nacido en tu casa y el comprado por tu dinero, de modo que Mi pacto esté en vuestra carne por pacto perpetuo. El incircunciso, aquel a quien no se le haya cortado la carne del prepucio, será eliminado de su pueblo por haber violado Mi pacto» (Génesis 17:9–14).
[2] Levítico 12:3,
[3] Green, The Gospel of Luke, 108.
[4] Génesis 12:3.
[5] Lucas 1:59–63.
[6] Lucas 1:20.
[7] Lucas 1:65,66.
[8] Al parecer [Zacarías] se quedó mudo y sordo, pues los demás tenían que comunicarse con él por señas (Brown, El nacimiento del Mesías, 270).
[9] Lucas 1:67–79.
[10] Lucas 1:68–75.
[11] Lucas 1:70.
[12] Lucas 1:72.
[13] Lucas 1:73.
[14] Éxodo 4:31.
[15] Levítico 25:52.
[16] Salmo 1332:17; Ezequiel 29:21.
[17] Isaías 9:2; 42:6,7.
[18] Lucas 1:76–79.
[19] Voz que clama en el desierto: «¡Preparad un camino al Señor; nivelad una calzada en la estepa a nuestro Dios!» (Isaías 40:3).
[20] «Yo envío Mi mensajero para que prepare el camino delante de Mí. Y vendrá súbitamente a Su templo el Señor a quien vosotros buscáis; y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros, ya viene», ha dicho el Señor de los ejércitos (Malaquías 3:1).
[21] Lucas 7:26.
[22] Lucas 16:16.
[23] Brown, El nacimiento del Mesías, 407.
[24] Lucas 1:79.
[25] Brown, El nacimiento del Mesías, 408,409.
[26] Lucas 1:80.