Jesús, Su vida y mensaje: Juan 16:1–12

julio 20, 2021

Enviado por Peter Amsterdam

[Jesus—His Life and Message: John 16:1–12]

En el capítulo 16 de Juan, Jesús continúa con la charla que comenzó en el capítulo 15, donde habló del odio del mundo por Él y por Sus discípulos y mencionó brevemente la persecución que sufrirían ellos en el futuro.

Estas cosas os he hablado para que no tengáis tropiezo. Os expulsarán de las sinagogas, y aun viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que rinde servicio a Dios. Y harán esto porque no conocen al Padre ni a Mí. Pero os he dicho estas cosas para que, cuando llegue la hora, os acordéis de que ya os lo había dicho. Esto no os lo dije al principio, porque Yo estaba con vosotros[1].

Jesús les reveló a Sus discípulos lo que les esperaba para evitar que tropezaran, que abandonaran su fe cuando las circunstancias se pusieran difíciles. Quiso que fueran conscientes de los peligros asociados al discipulado. Los que se opusieran a los primeros cristianos los expulsarían de las sinagogas, es decir, los excluirían de la fraternidad religiosa con la gente de su comunidad. Jesús previó un tiempo en que los valores de las personas estarían tan trastocados que hasta matarían a creyentes pensando obrar bien. No fue mucho después cuando Saulo de Tarso (que posteriormente se convirtió y fue conocido como el apóstol Pablo) contribuyó a causar la persecución y muerte de algunos cristianos[2]. Jesús declaró que quienes persiguieran y mataran a los discípulos creerían estar cumpliendo la voluntad de Dios, a pesar de que estarían totalmente equivocados, ya que los que hacen esas cosas «no conocen al Padre ni a Mí».

Les dijo esto a los discípulos para que estuvieran prevenidos, de manera que no se sintieran derrotados y abandonaran la fe cuando se enfrentaran a persecución. Antes no había sido necesario decirles esas cosas, ya que Él estaba con ellos y podía darles frecuentemente instrucciones y guía. Además, hasta entonces era el propio Jesús quien había sido objeto de los ataques de Sus adversarios. No obstante, cuando Él ya no estuviera, la atención se dirigiría hacia Sus discípulos, y ellos serían objeto de ataques. Prepararlos para lo que les esperaba también serviría para fortalecer su fe, puesto que, cuando sucedieran esas cosas, se acordarían de que Jesús ya se las había advertido.

La obra del Espíritu

Jesús no les había dicho antes esas cosas porque estaba con ellos: ahora bien, eso estaba a punto de cambiar.

Pero ahora voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: «¿A dónde vas?»[3]

Estaba a punto de volver con Su Padre, el que lo había enviado, y Su inminente partida cambiaba la situación. Jesús comentó que ninguno de Sus discípulos le preguntaba adónde iba, a pesar de que en un pasaje anterior de este evangelio sí lo habían hecho. «Le dijo Simón Pedro: “Señor, ¿a dónde vas?” Jesús le respondió: “A donde voy, no me puedes seguir ahora, pero me seguirás después”. Le dijo Pedro: “Señor, ¿por qué no te puedo seguir ahora? ¡Mi vida daré por Ti!”»[4] Cierto autor explica: «En realidad, esa pregunta no fue un intento serio de averiguar adónde iba Jesús. Enseguida Pedro se desvió del tema, y no hizo un verdadero esfuerzo por descubrir adónde iba Jesús. Lo que a él le preocupaba era separarse de Jesús, no adónde iba a ir el Maestro. Solo estaba interesado en las consecuencias que eso tendría para él y para sus compañeros»[5].

Antes, porque os he dicho estas cosas, tristeza ha llenado vuestro corazón[6].

Los discípulos estaban tristes por lo que Él les había dicho. Cuando lo arrestaran y lo separaran de ellos, se llenarían de pesar, el cual se prolongaría hasta que se les diera a conocer la alegría de la resurrección.

Pero Yo os digo la verdad: Os conviene que Yo me vaya, porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si me voy, os lo enviaré[7].

Jesús explicó a los discípulos que era conveniente que Él se marchara. Lo recalcó con la frase: «Yo os digo la verdad».Desde la óptica de los discípulos, el que los fueran a separar de Jesús era una calamidad; sin embargo, la partida de Jesús posibilitó que descendiera sobre ellos el Espíritu Santo, el Consolador. Aunque ya no contarían con la presencia física de Jesús, tendrían la presencia del Espíritu. En un pasaje anterior de este evangelio se menciona que, para que se pudiera conceder el Espíritu a los creyentes, primero era necesario que Jesús fuera glorificado. «Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en Él, pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado»[8]. Jesús prometió a Sus discípulos que les enviaría el Espíritu una vez que se hubiera marchado.

Y cuando Él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en Mí; de justicia, por cuanto voy al Padre y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado[9].

Este es el único pasaje de las Escrituras en el que se menciona la obra que lleva a cabo el Espíritu en «el mundo». Dice que el Espíritu convence al mundo de su culpa.

Por lo general, el término traducido como «Consolador»[10] se empleaba para referirse a alguien que en un juicio intervenía en favor del acusado, como un abogado defensor. Sin embargo, aquí el sentido apunta a que el Espíritu Santo actúa como fiscal que pone en evidencia delante de Dios el pecado del mundo.

El Espíritu Santo convence al mundo en dos sentidos. Le muestra al mundo que es culpable y obtiene un veredicto de culpabilidad contra él. También hace que los seres humanos interioricen su culpa, que tengan cargo de conciencia; y de esa manera logra que se sientan pecadores y entiendan que necesitan perdón.

Jesús habla de ir al Padre y dice que, cuando lo haga, ya no lo verán. Antes había dicho: «El mundo no me verá más, pero vosotros me veréis; porque Yo vivo, vosotros también viviréis»[11]. Ahora reconoce que Sus discípulos tampoco lo verán durante cierto intervalo de tiempo. En breve explicará más a fondo lo que eso significa, ya que no está diciendo que Sus discípulos vayan a quedar en la misma situación que el mundo. Se refiere a que Él va a abandonar literalmente el mundo para reunirse con el Padre y por consiguiente quedará oculto a los ojos humanos.

Seguidamente, Jesús menciona el juicio: «De juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado». Se refiere a la derrota de Satanás. En un pasaje anterior de este evangelio ya ha aludido a ella. «Ahora es el juicio de este mundo; ahora el príncipe de este mundo será echado fuera»[12]. Cuando el maligno sea derrocado, se hará justicia. En otros pasajes del Evangelio de Juan se habla de un juicio vinculado a la venida de Jesús y se menciona que se le ha dado autoridad para llevarlo a cabo. «El Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre»[13]. «[El Padre] le dio [a Jesús] autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del hombre»[14]. «No puedo Yo hacer nada por Mí mismo; según oigo, así juzgo, y Mi juicio es justo, porque no busco Mi voluntad, sino la voluntad del Padre, que me envió»[15]. «Si Yo juzgo, Mi juicio es según la verdad, porque no soy Yo solo, sino Yo y el Padre que me envió»[16].

Aún tengo muchas cosas que deciros, pero ahora no las podéis sobrellevar[17].

Jesús hace una breve pausa antes de seguir describiendo la función del Consolador, el Espíritu Santo, y explica a Sus discípulos que aún tiene mucho que decirles, pero en ese momento sería más de lo que pueden sobrellevar. Hasta que no reciban el Espíritu Santo, no podrán asimilar y aplicar todo lo que Jesús aún tiene que decirles.

(Continuará.)


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


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[1] Juan 16:1–4.

[2] Hechos 8:1–3, 22:3–5, 26:9–11.

[3] Juan 16:5.

[4] Juan 13:36,37.

[5] Morris, El Evangelio según Juan, Vol. 2, 322.

[6] Juan 16:6.

[7] Juan 16:7.

[8] Juan 7:39.

[9] Juan 16:8–11.

[10] «Consejero» en la versión PDT; «Defensor» en la DHH; «Abogado» en la BLP; «Abogado Defensor» en la NTV; «Consolador» en la RVR 95, NVI, NBLA y NBV.

[11] Juan 14:19.

[12] Juan 12:31.

[13] Juan 5:22,23.

[14] Juan 5:27.

[15] Juan 5:30.

[16] Juan 8:16.

[17] Juan 16:12.