Jesús, Su vida y mensaje: La misión de los doce

junio 23, 2020

Enviado por Peter Amsterdam

[Jesus—His Life and Message: The Charge to the Twelve]

Los tres evangelios sinópticos[1] cuentan que Jesús envió a Sus discípulos en un viaje misionero[2]. Les dio instrucciones sobre el mensaje que debían predicar, las cosas que no debían llevar consigo y los lugares en que debían alojarse. En este artículo nos centraremos en el pasaje de Mateo 10:5–15, aunque también comentaremos algunos detalles tomados de los evangelios de Lucas y Marcos.

El capítulo diez de Mateo comienza con una enumeración de los doce apóstoles. Luego dice:

A estos doce envió Jesús, y les dio instrucciones diciendo: «Por camino de gentiles no vayáis, y en ciudad de samaritanos no entréis, sino id antes a las ovejas perdidas de la casa de Israel»[3].

En este momento mandó a los discípulos que focalizaran su ministerio en el pueblo judío, y que evitaran a los gentiles (no judíos) y a los samaritanos.

Los habitantes de Samaria eran originalmente judíos del reino de Israel, el del norte; pero en el año 721 a. C. fueron conquistados por los asirios y deportados. Algunos se quedaron en Samaria y se casaron con asirios; por eso, ya no se los consideraba judíos, sino una raza mixta. Como Galilea estaba rodeada por tres lados por territorio gentil y al sur bordeaba con Samaria, Jesús en otras palabras estaba diciendo a los discípulos que se quedaran en la Galilea judía en esta etapa inicial de Su vida pública y que se concentraran en llevar el mensaje «a las ovejas perdidas de la casa de Israel».

Y yendo, predicad, diciendo: «El reino de los cielos se ha acercado»[4].

Ese es el mismo mensaje que predicaba Jesús: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado», y también Juan el Bautista[5]. Aparte de anunciar ese mensaje, Jesús les mandó: «Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios». Son los mismos tipos de milagros que Jesús había hecho[6], tal como recogen los dos capítulos anteriores de Mateo. Vemos, pues, que el ministerio de los apóstoles era una extensión del de Jesús.

En otros pasajes de los evangelios se menciona que los apóstoles curaban a los enfermos.

[Jesús,] reuniendo a Sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios y a sanar a los enfermos[7].

Saliendo, pasaban por todas las aldeas anunciando el evangelio y sanando por todas partes[8].

Saliendo, predicaban que los hombres se arrepintieran. Y echaban fuera muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los sanaban[9].

En los Hechos de los Apóstoles, tanto Pedro como Pablo resucitaron muertos[10].

De gracia recibisteis, dad de gracia[11].

Jesús mandó a Sus discípulos que no cobraran por sus servicios. En 2 Corintios, Pablo declara que no cobraba nada por anunciar el evangelio.

¿Es que cometí un pecado al humillarme yo para enaltecerlos a ustedes, predicándoles el evangelio de Dios gratuitamente?[12]

También dijo: «No estuvimos sin hacer nada cuando los visitamos a ustedes. En ningún momento aceptamos comida de nadie sin pagarla. Trabajamos mucho de día y de noche a fin de no ser una carga para ninguno de ustedes»[13]. En aquella época había filósofos y maestros itinerantes que esperaban no solo que les dieran comida y alojamiento, sino también que les pagaran por enseñar. Jesús, en cambio, dijo que Sus discípulos debían anunciar el mensaje sin exigir pago alguno; aunque sí podían aceptar alojamiento y comida.

No llevéis oro, ni plata, ni cobre en vuestros cintos; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni calzado, ni bastón, porque el obrero es digno de su alimento[14].

El Evangelio de Lucas dice:

No toméis nada para el camino: ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas[15].

Y el de Marcos:

Les mandó que no llevaran nada para el camino, sino solamente bastón. Ni bolsa, ni pan, ni dinero en el cinto; sino que calzaran sandalias y no llevaran dos túnicas[16].

Por lo general, cuando alguien se dispone a hacer un viaje prepara una bolsa y toma algunas mudas de ropa y algo de dinero. Pero Jesús mandó a Sus discípulos que viajaran ligeros. No debían llevar consigo monedas de oro, plata o cobre, ni nada de comida.

Les mandó que no llevaran bolsa, cuando lo normal era que uno llevara una bolsa de viaje con algo de ropa y quizás otro par de sandalias. Tampoco debían llevar dos túnicas, o sea, solo debían llevar la que se pusieran. La túnica era una prenda interior que se llevaba pegada a la piel, por debajo del manto. Tampoco debían llevar otro par de sandalias. Los evangelios de Mateo y de Lucas dicen que los discípulos no debían llevar bastón, mientras que Marcos dice que «les mandó que no llevaran nada para el camino, sino solamente bastón». Los comentaristas explican de diversas maneras esta discrepancia; la razón más probable parece ser que, de la misma manera que no debían llevar otro par de sandalias, solo debían llevar un bastón y no dos. Al dar estas instrucciones a los apóstoles, Jesús quiso enfatizar que debían confiar en que Dios proveería para sus necesidades por medio de la gente a la que ministraran.

Pero en cualquier ciudad o aldea donde entréis, informaos de quién en ella es digno y quedaos allí hasta que salgáis[17].

En tiempos de Jesús, se daba importancia a la hospitalidad. Algunos pueblos tenían posada, pero la gente solía evitarlas «por su pésima reputación moral»[18]. Por consiguiente, era común que uno abriera las puertas de su casa a los viajeros. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento hay ejemplos de esa clase de hospitalidad[19].

No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles[20].

Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones[21].

Es necesario que el obispo sea […] hospedador[22].

Cuando los discípulos encontraran alojamiento adecuado, debían quedarse en el mismo lugar hasta su partida. Los comentaristas dan dos motivos por los que Jesús mandó a los discípulos que se quedaran con los que les ofrecieran alojamiento y no se cambiaran de casa durante su estadía. El primero es que, tras recibir una invitación para ir a una casa, era posible que recibieran otra para ir a una casa más bonita y lujosa. Quizás fuera por eso, pero probablemente no era ese el motivo. Este es más plausible: Jesús envió a los discípulos para que fueran a diversas aldeas y pueblos y, si cada pocos días se cambiaban de casa, tenderían a quedarse un período más largo de tiempo en el mismo pueblo, cuando la meta era anunciar el mensaje por toda la región, en tantas aldeas y pueblos como fuera posible[23].

Al entrar en la casa, saludad. Y si la casa es digna, vuestra paz vendrá sobre ella; pero si no es digna, vuestra paz se volverá a vosotros[24].

En el Evangelio de Lucas dice:

En cualquier casa donde entréis, primeramente decid: «Paz sea a esta casa»[25].

Cuando les ofrecían una casa donde alojarse, los discípulos debían hacer un saludo o una oración para que la paz de Dios viniera sobre ella. En cierto sentido, hospedar a los mensajeros de Dios es hospedar al Señor.

El que a vosotros recibe, a Mí me recibe; y el que me recibe a Mí, recibe al que me envió[26].

No obstante, era posible que algunos anfitriones u hogares rechazaran el mensaje predicado por los discípulos, con lo que se harían indignos. En ese caso, la bendición de paz invocada por los apóstoles al entrar no permanecería con los anfitriones.

Si alguien no os recibe ni oye vuestras palabras, salid de aquella casa o ciudad y sacudid el polvo de vuestros pies. De cierto os digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y de Gomorra que para aquella ciudad[27].

Jesús sabía que no todo el mundo recibiría a Sus representantes. Era posible que no los acogieran como invitados o que rechazaran su mensaje. En tales casos, los mensajeros tenían instrucciones de acusar recibo del desaire. Al salir de la casa o ciudad que había rechazado el mensaje debían sacudir el polvo de sus pies.

Aunque lo más probable era que fueran algunas personas las que rechazaran las enseñanzas de los discípulos y se volvieran contra ellos, los evangelios hablan de ciudades enteras que rechazaron a Jesús.

Comenzó a reconvenir a las ciudades en las cuales había hecho muchos de Sus milagros, porque no se habían arrepentido, diciendo: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida!, porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que han sido hechos en vosotras, tiempo ha que en vestidos ásperos y ceniza se habrían arrepentido»[28].

Leon Morris explica:

Los judíos consideraban que hasta la tierra de los países gentiles era impura. Cuando regresaban del extranjero tenían por costumbre sacudirse de los pies el polvo que se les había pegado estando fuera. Jesús está diciendo a Sus seguidores que traten a los judíos que no los reciban como si fueran gentiles[29].

Jesús emplea la expresión «de cierto os digo» como anuncio de una declaración solemne. Los que rechacen el mensaje de Jesús transmitido por Sus discípulos estarán en una situación bien precaria en el día del juicio. Los habitantes de Sodoma y Gomorra eran famosos por su iniquidad y fueron destruidos a causa de ella. Jesús dice que el castigo de quienes no escuchen o reciban el mensaje de los discípulos será peor que la devastación que sufrieron esas dos ciudades impías. La población de Sodoma rechazó a los mensajeros angélicos[30] y fue severamente castigada; pero el castigo de quienes rechacen el mensaje de Jesús será mayor aún, porque estarán rechazando el mensaje de Dios transmitido directamente por medio de Su Hijo.

Aunque hubiera quienes rechazaran el mensaje predicado por Jesús y Sus discípulos, estos debían ir diligentemente de ciudad en ciudad predicando: «El reino de los cielos se ha acercado». La misión de los discípulos es la misma que tenemos todos los que creemos:

Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura[31].


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


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[1] Mateo, Marcos y Lucas.

[2] Mateo 10:5–17, Marcos 6:6–11, Lucas 9:1–6.

[3] Mateo 10:5,6.

[4] Mateo 10:7.

[5] Mateo 3:1,2.

[6] Mateo 8:2,3, 13, 14–16, 28–32; 9:6,7, 18–25, 27–30, 32–35.

[7] Lucas 9:1,2.

[8] Lucas 9:6.

[9] Marcos 6:12,13.

[10] Pedro en Hechos 9:36–43, Pablo en Hechos 20:9–12.

[11] Mateo 10:8.

[12] 2 Corintios 11:7 (NVI).

[13] 2 Tesalonicenses 3:7,8 (NTV).

[14] Mateo 10:9,10.

[15] Lucas 9:3.

[16] Marcos 6:8,9.

[17] Mateo 10:11.

[18] Keener, The Gospel of Matthew, 319.

[19] Génesis 19:2,3, Jueces 19:18–21.

[20] Hebreos 13:2.

[21] 1 Pedro 4:9.

[22] 1 Timoteo 3:2.

[23] Morris, The Gospel According to Matthew, 249.

[24] Mateo 10:12,13.

[25] Lucas 10:5.

[26] Mateo 10:40.

[27] Mateo 10:14,15.

[28] Mateo 11:20,21.

[29] Morris, The Gospel According to Matthew, 250.

[30] Génesis, capítulo 19.

[31] Marcos 16:15.