Jesús, Su vida y mensaje: Los siete hermanos

enero 26, 2021

Enviado por Peter Amsterdam

[Jesus—His Life and Message: The Seven Brothers]

Los tres evangelios sinópticos narran un incidente en el que unos saduceos le plantearon a Jesús una pregunta sobre la resurrección de los muertos[1]. En este artículo nos centraremos en el texto del Evangelio de Lucas.

Los saduceos solían ser terratenientes judíos adinerados, procedentes de la aristocracia, que participaban en las actividades que se desarrollaban en el templo de Jerusalén. Algunos desempeñaban influyentes cargos en el templo, como el de sacerdote principal o incluso el de sumo sacerdote. Ocupaban la mayoría de los 71 escaños del Sanedrín, el consejo rector judío, denominado también «Concilio de los ancianos»[2]. Como la nación de Israel estaba sometida al dominio romano, el Sanedrín no tenía autoridad para ejecutar la pena capital. Por ello, más adelante en los evangelios los miembros del Sanedrín tienen que enviar a Jesús ante Poncio Pilato para que él lo condene a muerte. Cuando Jerusalén fue destruida por los romanos en el año 70 d. C., el Sanedrín cesó de existir.

Los saduceos no creían en la otra vida. Consideraban que el alma de una persona perecía en el momento de su muerte. Por consiguiente, negaban que hubiera ninguna clase de castigo o recompensa después de la muerte. También negaban la existencia de un mundo espiritual, por lo que no creían en ángeles ni en demonios[3].

El Evangelio de Lucas dice:

Se acercaron […] algunos de los saduceos, los cuales niegan que haya resurrección, y le preguntaron, diciendo: «Maestro, Moisés nos escribió: “Si el hermano de alguno muere teniendo mujer y no deja hijos, que su hermano se case con ella y levante descendencia a su hermano”»[4].

Los saduceos se referían al levirato, descrito de la siguiente manera en el Antiguo Testamento:

Si dos hermanos habitan juntos y uno de ellos muere sin tener hijos, la mujer del muerto no se casará fuera de la familia, con un hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y restableciendo con ella el parentesco, la tomará como su mujer. El primogénito que ella dé a luz llevará el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de este no sea borrado de Israel[5].

El levirato estaba instituido en la ley del Antiguo Testamento. Hay un ejemplo en el libro de Rut[6].

Los saduceos pretendían demostrar que esa ley del Antiguo Testamento creaba ciertos conflictos con la doctrina de la resurrección, en la que ellos no creían. Para argumentar su postura, plantearon un caso hipotético de levirato.

Hubo, pues, siete hermanos: el primero tomó esposa y murió sin hijos. Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. La tomó el tercero, y así todos los siete, y murieron sin dejar descendencia. Finalmente murió también la mujer. En la resurrección, pues, ¿de cuál de ellos será mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?[7]

Los saduceos presentaron una situación hipotética con el fin de descalificar la idea de que los muertos resucitaran. En su opinión, una relación de múltiples maridos con una misma mujer como la del caso en cuestión mostraba la absurdidad del concepto de resurrección.

Entonces respondiendo Jesús, les dijo: «Los hijos de este siglo se casan y se dan en casamiento, pero los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan ni se dan en casamiento, porque ya no pueden morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios al ser hijos de la resurrección»[8].

La respuesta de Jesús puso de relieve la diferencia entre este mundo y el venidero y demostró que su pregunta no se aplicaba a la realidad de la vida después de la resurrección. En el texto del Evangelio de Mateo, la respuesta de Jesús incluye una reprensión a los saduceos.

Respondiendo Jesús, les dijo: «Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios, pues en la resurrección ni se casarán ni se darán en casamiento, sino serán como los ángeles de Dios en el cielo»[9].

Jesús declaró que, tras la resurrección de los muertos, las relaciones cambiarán, y la vida venidera no será como la actual. También indicó otras cosas, como que no todos alcanzarán la vida tras la resurrección de los muertos. Algunos (los que lo hayan aceptado como Salvador) serán considerados dignos, lo cual da a entender que quienes no crean en Él se verán privados de las bendiciones.

También señaló que el matrimonio no es una institución eterna. No será necesario que cumplamos lo de «fructificad y multiplicaos; llenad la tierra»[10]. Cierto autor lo explica de la siguiente manera:

[El matrimonio] fue instituido en cierto momento y dejará de ser cuando el tiempo tal como lo conocemos deje de ser. Ya no será necesario para llenar la Tierra (Génesis 1:28), y no habrá necesidad de procrear. El ansia de compañía que debía satisfacer el matrimonio (Génesis 2:18–25) dejará de existir, ya que quedará satisfecha por el propio Dios y por la familia de los creyentes[11].

Como el matrimonio no será necesario después de la resurrección de los muertos, la pregunta de los saduceos —de cuál de los siete hermanos sería esposa la mujer— era irrelevante.

La Biblia de estudio ESV dice:

De buenas a primeras, esta enseñanza puede resultarles desalentadora a los matrimonios que en esta vida están profundamente enamorados; pero no cabe duda de que en el Cielo conoceremos a nuestros seres queridos, y de que allí el gozo y el amor de las relaciones íntimas serán superiores a los de esta Tierra, no inferiores. La alusión de Jesús al «poder de Dios» da a entender que en la vida venidera Dios es capaz de establecer relaciones en las que la amistad, la alegría y el amor sean aún más intensos. Dios no ha revelado nada más sobre este tema, pero las Escrituras indican que la gloria eterna que les espera a los redimidos será más espléndida de lo que podríamos pedir o siquiera imaginarnos (v. 1 Corintios 2:9; Efesios 3:20).

Tras hablar del matrimonio en la otra vida, Jesús se refirió a «los que son tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, […] porque ya no pueden morir, pues son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios al ser hijos de la resurrección». Los saduceos rechazaban la resurrección de los muertos, por lo que Jesús quiso mostrarles que la doctrina de la resurrección era conforme a las Escrituras. Como los saduceos tenían en gran estima la Torá (los cinco primeros libros o libros de Moisés), Jesús respondió a la pregunta a partir de las enseñanzas de Moisés.

Pero en cuanto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor, Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos viven[12].

Jesús les hizo ver que Moisés puso de manifiesto que los muertos resucitarían, porque Dios es Dios de los vivos[13].

Si Dios se llama a Sí mismo Dios de Abraham, es que Abraham todavía existe. Si es el Dios de Isaac y de Jacob, es que ellos también existen. Si esos patriarcas siguen existiendo, es que están vivos. Eso implica que hay resurrección, ya que, si no estuvieran vivos, el Dios de la promesa no podría ser su Dios. Jesús dejó bien claro que esos patriarcas no están muertos, como tampoco lo están las promesas que Dios les hizo. Dios sigue vivo y activo en aquellos que creen en Él y en Su Hijo, Jesús.

Respondiéndole algunos de los escribas, dijeron: «Maestro, bien has dicho». Y no osaron preguntarle nada más[14].

No explica cómo reaccionaron los saduceos ante todo lo que dijo Jesús; pero algunos escribas, que generalmente estaban próximos a los fariseos, elogiaron lo que Jesús había enseñado sobre la resurrección de los muertos.

A lo largo del capítulo 20 de Lucas, diversos adversarios de Jesús intentan desacreditarlo y echar por tierra Sus enseñanzas. Primero, un conflicto con los líderes del templo, que le preguntan quién le ha dado autoridad para enseñar. Cuando termina de contar la parábola de los labradores malvados[15], las autoridades religiosas envían espías para que se entremezclen con Sus seguidores y lo pillen en algo que diga. Su pregunta sobre la autoridad del César es una trampa para inducirlo a hablar mal del dominio romano, mientras que estas preguntas sobre la resurrección son también una tentativa de descalificarlo, al menos entre los saduceos. En cada ocasión, Jesús responde con mucha sabiduría, señala sus errores de razonamiento y seguidamente los ilumina con la verdad.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


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[1] Mateo 22:23–33, Marcos 12:18–27 y Lucas 20:27–40.

[2] Lucas 22:66 (NBLH).

[3] Hechos 23:8.

[4] Lucas 20:27,28.

[5] Deuteronomio 25:5,6.

[6] Más detalles sobre el caso de Rut aquí: https://directors.tfionline.com/es/post/cinco-mujeres-de-navidad/

[7] Lucas 20:29–33.

[8] Lucas 20:34–36.

[9] Mateo 22:29,30.

[10] Génesis 1:28.

[11] Stein, The New American Commentary: Luke, 502.

[12] Lucas 20:37,38.

[13] Éxodo 3:6.

[14] Lucas 20:39,40.

[15] Esta parábola será el objeto de uno de los próximos artículos.