La Epístola a los Gálatas: Capítulo 4 (versículos 4:21-5:1)

noviembre 7, 2023

Enviado por Peter Amsterdam

[The Book of Galatians: Chapter 4 (verses 4:21–5:1)]

El apóstol Pablo continúa exhortando a sus lectores para que vivan libres de la ley del Antiguo Testamento. Procura ayudar a los gálatas a ver la insensatez de retrotraerse a la ley y recuerda a sus lectores que quienes confían en la promesa divina —y no en la ley— tienen gran esperanza, ya que depositan su fe en la obra del Espíritu Santo.

Díganme los que quieren estar bajo la ley: ¿No escuchan la ley?[1]

Algunos de los creyentes gálatas querían «estar bajo la ley». Aparte de exigir que los creyentes se sometieran a la circuncisión, pretendían guardar la totalidad de la ley, lo que se expresaba en su adhesión al calendario veterotestamentario. Los que se subyugaban a la ley vivían en la antigua era de la ley mosaica. Por eso Pablo los insta a escuchar lo que la ley, el Antiguo Testamento, dice.

En los siguientes versículos Pablo intenta explicar que vivir bajo la ley no se condice con lo que enseña la Escritura. Quienes vivían bajo la ley mosaica eran esclavos del pecado. La proclamación del evangelio los liberó de ese yugo.

Porque escrito está que Abraham tuvo dos hijos: uno de la esclava y otro de la libre[2].

Pablo se refiere al Antiguo Testamento, aunque no presenta versículos específicos. Ya se había mencionado a Abraham en esta epístola; ahora Pablo se fija en el papel de Abraham como padre de dos hijos, Ismael e Isaac, nacidos de mujeres distintas, Agar y Sara. Agar, la madre de Ismael, era esclava; en cambio, Sara, la madre de Isaac, era libre.

Pero mientras que el de la esclava nació según la carne, el de la libre nació por medio de la promesa[3].

En vez de emplear los nombres de las dos mujeres, Pablo continúa refiriéndose a ellas como esclava y libre. Pone más bien el foco en el nacimiento de los dos hijos. El hijo de Agar (Ismael), la esclava, nació por medios naturales, mientras que el hijo de Sara (Isaac) nació según la promesa de Dios. El intento de Abraham y Sara de tener un hijo por medio de Agar fue una falta de fe de su parte, una tentativa humana de cumplir la promesa de Dios.

El nacimiento de Isaac no es atribuible al esfuerzo humano. La promesa de que Abraham y Sara tendrían un hijo fue tan inverosímil que Abraham se rio por incredulidad cuando la oyó. Entonces Abraham se postró sobre su rostro y se rio diciendo en su corazón: «¿A un hombre de cien años le ha de nacer un hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, dará a luz?»[4] Abraham trató de convencer al Señor de que Isaac no era necesario, ya que Ismael bien podía cumplir la promesa. La insinuación de Abraham fue rechazada, y Dios declaró que el pacto se concretaría a través de Isaac y no de Ismael. Este último recibiría otras bendiciones como hijo de Abraham.

Los judaizantes muy probablemente se consideraban descendientes de Isaac. No obstante, Pablo los veía como descendientes de Ismael y a los creyentes gálatas como hijos de Isaac. Los que dependen de la ley y del esfuerzo humano para gozar de buen crédito con Dios no son los hijos del pacto o alianza. Los verdaderos hijos de la alianza son más bien los que confían en las promesas de Cristo.

En estas cosas hay una alegoría, pues estas mujeres son dos pactos: Agar es el pacto del monte Sinaí que engendró hijos para esclavitud[5].

La palabra alegoría no aparece sino en contadas ocasiones en la Escritura. La alegoría es una composición literaria en la que una cosa representa o significa otra diferente y encierra un sentido político o moralizante. El lenguaje que usa Pablo indica que está a punto de hacer una lectura alegórica. Esta era una tradición establecida en el mundo antiguo para la lectura de textos, particularmente textos «sagrados» o «canónicos», en la cual a un elemento que literalmente significaba una cosa se le atribuía un sentido distinto. Así pues, estas mujeres son dos pactos corresponde a esta modalidad de escritura.

En esta alegoría las dos mujeres representan dos pactos, muy distintos el uno del otro. El del Monte Sinaí (el pacto del Sinaí) está representado por Agar. Dicho pacto se estableció con Moisés y con Israel. Si bien la libertad que obtuvo Israel de Egipto se celebró en el Sinaí, Pablo asocia la esclavitud con el Sinaí. Los lectores gálatas de la epístola de Pablo no debieron verse sorprendidos, puesto que Pablo expresó claramente a lo largo de Gálatas que la ley no libra del pecado, sino más bien esclaviza. La ley, que era parte del antiguo pacto, no libera a la gente del pecado.

Porque Agar representa a Sinaí, montaña que está en Arabia y corresponde a la Jerusalén actual, la cual es esclava juntamente con sus hijos[6].

Pablo ve una vinculación entre Agar y el monte Sinaí, y establece una conexión entre Agar y el Jerusalén de su época, pues entiende que los judíos están esclavizados bajo la ley. Los judaizantes querían imponer la ley del Antiguo Testamento a los conversos gentiles, lo que requería que estos se circuncidaran para ser conversos. Pablo recalca el tema de la esclavitud y dice que Jerusalén, junto con sus hijos, está esclavizada. Aunque los judíos generalmente sostenían que la ley era la senda que conducía a la libertad, Pablo señaló que esta termina esclavizando a la gente. La ley demanda obediencia, pero no dota a la gente de ningún poder para cumplir sus principios.

Pero la Jerusalén de arriba, la cual es nuestra madre, es libre[7].

Pablo contrasta la Jerusalén terrenal con la de arriba (el Cielo). La de arriba es libre, y es esa la madre de los creyentes en Cristo. Los creyentes son habitantes de la Jerusalén celestial.

En otras partes del Nuevo Testamento, la Jerusalén celestial representa al Cielo, que aguarda a los creyentes. Según Pablo, la Jerusalén de arriba se ha inclinado y se ha introducido en la actual era maligna. Pese a que la Jerusalén celestial no había arribado en su plenitud, la era venidera había invadido a la actual maligna. Así como Sara fue la madre de Isaac, así también los creyentes forman parte de la nueva era del Espíritu. No son esclavos como los judaizantes, sino hijos libres debido a la obra del Espíritu.

Porque está escrito: Alégrate, oh estéril, que no das a luz; prorrumpe en grito de júbilo y levanta la voz, tú que no estás de parto; porque más son los hijos de la desolada que los de la que tiene marido[8].

Pablo cita textualmente Isaías 54:1 para respaldar lo que escribió en Gálatas 4:27. Manifiesta que los cristianos gentiles de Galacia son hijos de la Jerusalén de arriba, ya que descienden de la mujer estéril de la cual no se esperaban hijos. Así y todo, milagrosamente poseen nueva vida.

La conexión entre el versículo de Isaías y los anteriores es la esterilidad de Sara. Su incapacidad de tener hijos entorpece la promesa de que Abraham tendría descendencia. Leímos sobre esa misma situación en la vida de Isaac y Rebeca (Génesis 25:21), como también en la de Jacob y Raquel (Génesis 30:1).

Pablo percibe el cumplimiento de este «pacto de paz» en su época. El retorno desde el exilio ha llegado en el mensaje de Jesús. El cumplimiento de esa promesa se ha hecho realidad en la conversión de los cristianos gentiles de lugares como Galacia. Los creyentes gentiles de Galacia forman parte del cumplimiento de la promesa; son verdaderos hijos del Señor.

Ahora bien, hermanos, ustedes son hijos de la promesa tal como Isaac[9].

Pablo empieza ahora a explicar el significado de esa alegoría. Los judaizantes no contemplan a los gálatas como verdaderos cristianos a menos que se circunciden. Pablo les dice que los cristianos gálatas son como Isaac y por ende verdaderos hijos de Sara. Son ellos quienes han recibido la promesa, pues son hijos de Dios en virtud de la obra del Espíritu Santo.

Pero como en aquel tiempo el que fue engendrado según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así es ahora también[10].

Así como Ismael persiguió a Isaac, los judaizantes perseguían a los que se habían llenado del Espíritu de Dios en Galacia. Si los gálatas eran los verdaderos hijos de Sara, ¿qué eran entonces los judaizantes que llegaron a Galacia insistiendo en que los creyentes debían circuncidarse? Por mucho que se consideraban hijos de Sara y Abraham, Pablo los comparó con Ismael, que ridiculizó y persiguió a Isaac[11].

La insistencia de los judaizantes en la circuncisión no reflejaba la obra del Espíritu de Dios, que integraba a los gentiles al cuerpo de creyentes. La obra de los judaizantes en Galacia consistía más bien en la persecución. Los cristianos gálatas son parte de la edad venidera. Tienen por madre a la Jerusalén de arriba y están llenos del Espíritu de Dios. Como tales deben resistir el habla refinada y melosa de los judaizantes, que pretenden imponer a los creyentes la esclavitud de la ley y la circuncisión.

Pero, ¿qué dice la Escritura? «Echa fuera a la esclava y a su hijo; porque jamás será heredero el hijo de la esclava con el hijo de la libre»[12].

Los gálatas debían escuchar la historia de Isaac e Ismael, ya que se aplicaba a su situación. Esta los alertó de que quienes pertenecían a la esclava no recibirían la herencia.

Cuando Ismael ridiculizó a Isaac, Sara, la madre de este último, vio a Ismael como rival de su hijo. De ahí que exigió a Abraham que retirara a Ismael y a su madre, Agar, del ámbito familiar, por cuanto la herencia pertenecía exclusivamente a Isaac[13]. Abraham titubeó en hacer lo que Sara le exigía, pues amaba a su hijo Ismael[14]. Dios instruyó a Abraham a llevar a cabo la petición de Sara[15]. La herencia llegaría por medio de Isaac, no de Ismael. Solo Isaac era el hijo de la promesa.

En el Antiguo Testamento vemos que los que son hijos de la esclava no recibirán la herencia. Pablo les recuerda a sus lectores que quienes se sometan al pacto del Sinaí no recibirán la herencia. A los gálatas se los alienta a permanecer en la esfera de la promesa, toda vez que los únicos que recibirán la herencia son los hijos de Sara.

Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre[16].

Pablo replantea la conclusión a la que llegó un poco antes cuando escribió: Ahora bien, hermanos, ustedes son hijos de la promesa tal como Isaac[17]. Dado que los gálatas nacieron del Espíritu y no de la carne, eran hijos de la Jerusalén de arriba, no de Agar, y por ende hijos de la promesa. Por tanto, son hijos de la libre y pertenecen a la Jerusalén celestial, no a la terrenal.

Estén, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no se pongan otra vez bajo el yugo de la esclavitud[18].

Este es el primer versículo de Gálatas 5. Si bien es parte del capítulo 5, el contexto lo empalma con el 4. La finalidad de la obra de Cristo se resume en esta breve afirmación: Jesús liberó a Su pueblo para que pudiera disfrutar de la libertad del evangelio.

La libertad en contraste con la esclavitud ha sido el foco de los versículos 4:21-31. Este versículo, Gálatas 5:1, ofrece una transición entre los últimos versos del capítulo 4 y los primeros del 5.

Subyugarse a la circuncisión es para los gálatas volver a la ley mosaica. Supone una regresión al pacto del Sinaí, el cual es de esclavitud. Al hacerlo se incorporarán a la familia de Ismael en lugar de unirse a la de Isaac. Pablo hace hincapié en que deben mantenerse libres de la ley, libertad de la que gozaron cuando se hicieron creyentes. Ya que los gálatas están libres de la ley por medio de Cristo, deben mantenerse firmes en esa libertad.

Pablo concluye con el tema de fondo. Los gálatas deben permanecer firmes en su libertad. Deben resistir la presión de someterse a la circuncisión y a la ley. Pertenecen a la Jerusalén de arriba (el Cielo) y a la mujer libre (Sara). Son herederos de la promesa y han recibido el Espíritu Santo. Es preciso que gocen de la libertad que les corresponde gracias a Cristo y vivan en ella.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de las versiones Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y Reina Valera Actualizada (RVA-2015), © Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.


[1] Gálatas 4:21.

[2] Gálatas 4:22.

[3] Gálatas 4:23.

[4] Génesis 17:15–21.

[5] Gálatas 4:24.

[6] Gálatas 4:25.

[7] Gálatas 4:26.

[8] Gálatas 4:27.

[9] Gálatas 4:28.

[10] Gálatas 4:29.

[11] Génesis 21:9,10.

[12] Gálatas 4:30.

[13] Génesis 21:10.

[14] Génesis 21:11.

[15] Génesis 21:12.

[16] Gálatas 4:31.

[17] Gálatas 4:28.

[18] Gálatas 5:1.