A la espera del final feliz
enero 22, 2011
Enviado por María Fontaine
A la espera del final feliz
Opciones. La vida está llena de opciones. Todos los días tienes que elegir entre una y otra alternativa, ya se trate de algo grande o pequeño. Cada día que pasa tienes un legajo cada vez mayor de decisiones hechas en el pasado. Algunas te resultaron bien, otras mal, otras un poco bien y un poco mal, y de algunas otras el resultado sigue incierto. Pero todas esas decisiones tuvieron que ver en la formación de lo que eres ahora y te trajeron hasta el punto en el que te encuentras ahora.
Los siguientes son algunos principios importantes para tener en cuenta al pensar en el pasado y lo que nos trajo al lugar donde nos encontramos ahora.
Tu futuro no está limitado por tu pasado. Más allá de las decisiones que hayas tomado en el pasado, o de lo que otros hayan decidido por ti, y la situación en la que te encuentras ahora, el futuro sigue siendo tan halagüeño como las promesas de Dios, una de las cuales es «nada hay imposible para ti» (Mateo 17:20), y «al que cree todo le es posible» (Marcos 9:23). Si no te encuentras donde te gustaría estar, ¡todavía hay tiempo para cambiar eso!
Si alguna decisión que tomaste parece haber dado mal resultado, o uno que no era el que tenías en mente, recuerda que probablemente todavía no has visto el resultado completo. Lo que puede parecer una piedra o una serpiente todavía puede transformarse en pan, ¡o en una comida completa, llena de bendiciones![1] Como dijo alguien una vez: «El final feliz depende de dónde terminas tu historia»[2]. Ese principio es muy cierto para quienes aman al Señor; Él hará que las cosas redunden en bien. O, dicho de otra manera: “Todo terminará bien al final, y si no termina bien, entonces no es el final»[3].
Es parte de la naturaleza humana que mires el pasado y lamentes algunas cosas que hiciste, o que sientas remordimiento por no haber hecho algunas cosas que te hubiera gustado hacer. El Señor entiende eso y se compadece de ti, y sentir remordimiento es algo natural. Pero no dejes de ver todo lo bueno que también fue parte de tu vida: el amor, la alegría, la diversión y el compañerismo e inspiración con los que se te bendijo, y la manera en que tú fuiste una bendición para otros.
Cuando mires el pasado, cuenta tus bendiciones, no solamente las veces por las que ahora dices «si tan solo hubiera…». Recuerda aquellas cosas buenas, lindas, admirables y dignas de ser alabadas que también forman parte de tu vida (Filipenses 4:8). Y dale gracias a Dios por las buenas decisiones que tomaste en el pasado y por las buenas que Él te va a ayudar a tomar en el futuro, así como también por el maravilloso futuro que vas a tener junto a Él, ¡tanto aquí en la tierra como en el cielo por siempre!
Sin importar las decisiones que hayas tomado en el pasado, recuerda que las más importantes resultaron bien: ¡las decisiones que hicieron que le entregaras tu corazón a Jesús y lo siguieras! ¡Esas son las decisiones por las que estarás eternamente agradecido!