La importancia que tiene el reconocimiento

julio 4, 2020

Enviado por María Fontaine

[Acknowledgment Power]

Jay, un hombre como Jesús

Hace tiempo, el Señor me dio la oportunidad de testificar a un joven. Se llama Jay. Al principio, el Señor me señaló algunas cualidades admirables del joven. Aunque solo lo vi una o dos veces antes, pues nos había hecho reparaciones en la casa, muchas personas dijeron que él es una persona amable y simpática. También dijeron que es honrado, sincero y que siempre hace un gran esfuerzo para ayudar a otros.

En esa oportunidad, el Señor me indicó que aprovechara los comentarios positivos que llegaron a mis oídos para iniciar una conversación con Jay, que había venido a la casa a arreglar un problema que teníamos con las tuberías. Teníamos unos minutos para charlar, y le hablé de los elogios que había escuchado sobre él.

—Jay, me recuerdas a Jesús. ¿Sabes por qué lo digo?

Pareció gustarle la idea. Esbozó una gran sonrisa y respondió:

—No.

Le dije que Jesús fue fiel al atender las necesidades de los demás. Independientemente de lo que necesitara la gente, Jesús con humildad hizo el bien y fue considerado, compasivo y amoroso. Añadí:

«Jesús nos da diferentes talentos, habilidades especiales que, si decidimos hacerlo, pueden llegar a ser algo estupendo que contribuya a cambiar la vida de otros. A veces es algo como una aptitud, capacidad o habilidad para aprender con mayor facilidad ciertas cosas. Otras veces, son dones espirituales como sanar a los enfermos, o un profundo entendimiento de los corazones de otros. Lo que sea que nos da el Señor, el propósito de esos dones es siempre manifestar Su amor a los demás.

»Por eso me recuerdas a Jesús. Creo que Él te ha dado un don especial. En la Biblia se habla de los dones y uno de ellos es el de ayudar a otros. Tal vez a ti te parezca algo automático cuando ves que hace falta algo o que alguien pasa por una dificultad, y quieres ayudarlo. Quizá para ti sea normal responder de esa manera, pero otras personas se dan cuenta de que es algo extraordinario. Preocuparse por los demás y hacer algo para ayudarlos puede suponer un gran esfuerzo. A veces, tal vez te sientas como un sirviente, ¿pero sabes qué? Ser un sirviente no es algo malo. En la Biblia Jesús dice: “El más importante entre ustedes debe ser el sirviente de los demás” (Mateo 23:11, NTV).

»Jesús no pensó que era malo ser un siervo. Toda su vida sirvió a los demás, atendió a sus necesidades, y se sacrificó para hacerles ver que Él los amaba. Creo que estás bien acompañado al tener ese talento. ¡Qué mejor talento podríamos tener que el que nos permita reflejar la naturaleza de Jesús! No siempre parece algo espléndido en esta vida. Sin embargo, en este mundo las apariencias pueden ser engañosas. Muchos de los trabajos más importantes no parecen grandiosos. Y transforman corazones y vidas, porque quienes los hacen están dispuestos a hacer lo que haga falta para ayudar a los que lo necesitan.»

* * *

Angelo, el ángel de la tienda de artículos electrónicos

Creo que ese enfoque de ver las cualidades o dones de alguien puede ayudar a que esa persona reconozca que para Dios es valiosa. Cuando señalamos cualidades y dones específicos que vemos en alguien, se recalca que alguien dio esos dones y que ese alguien quiere proveer, para esa persona, por medio de ella y para otros.

Puede también incentivarla, de modo que desee hacer más con lo que le ha sido dado. Puede crear un interés por descubrir algo más que Dios le haya dado, otros instrumentos para llevar a cabo su llamamiento y tener una relación más fuerte, personal, con Dios.

Les contaré otras experiencias en ese mismo sentido.

Pocas veces salgo de compras; y cuando lo hago, es difícil por las molestias que sufro en los ojos. Un día, sin embargo, debíamos ir a una cita con el médico y me detuve en unos grandes almacenes para buscar algo que necesitaba. En la entrada estaban los artículos electrónicos. Detrás de un mostrador había un joven que trataba de verse ocupado, pues en ese momento no tenía clientes. Mientras me acercaba, él me sonrió. Me detuve a preguntarle dónde podía encontrar en la tienda un artículo en particular que me hacía falta. Salió de su mostrador y dijo que esperara y que volvería en seguida. Después de unos minutos, volvió con lo que yo había pedido, que además estaba en oferta.

El joven podría haber señalado en una dirección o decirme en qué departamento buscar. Sin embargo, ¡hizo algo más y buscó el artículo que yo necesitaba! Lo elogié por tener ese estupendo don de ayudar a los demás. Hizo tan alegremente ese esfuerzo adicional, que le pregunté sobre otra cosa que buscaba, y de inmediato me indicó en qué departamento podría hallarla. Añadió que si necesitaba algo más, podía preguntarle.

Un poco más tarde volvíamos a la entrada de la tienda y noté que el empleado no estaba ocupado. Así que decidí hablar un poco más con él. Quise decirle algo acerca de Jesús. Le dije que me parecía un joven muy amable, diligente, que trabaja arduamente y con esmero. Se llamaba Angelo. Le pregunté acerca de su familia y me contó que era soltero. No ganaba lo suficiente como para sustentar a una esposa, mucho menos a los niños. Cuando mencioné lo difícil que debía ser, respondió que trataba de hacer lo que podía para ayudar a otros que incluso tenían menos que él.

Parecía que Angelo sentía compasión por otros y yo quería conocerlo más. Conversamos, y yo le pedía a Jesús que me indicara cuál era la llave para llegar a su corazón o que pudiera decirle algo que lo ayudara mucho. El Señor me indicó que hiciera una conexión positiva entre su nombre y su carácter. Le dije: «Sabes, Angelo, creo que el Señor te dio un nombre que te queda bien. Los ángeles son mensajeros del amor de Dios. Tu amabilidad comunica lo que Dios quiere que la gente entienda acerca de Él». Se veía  muy conmovido.

Antes de marcharme le di un folleto y le dije: «Este breve mensaje de Jesús te ayudará a ver que te ama mucho y quiere que sepas que Él siempre estará a tu lado. Al recibirlo en tu corazón, Jesús siempre estará presente, jamás te dejará».

Quedó tan conmovido por eso, que parecía que estaba a punto de llorar. Le dije que su afabilidad, amabilidad y buena disposición era muy importante para que sus clientes estuvieran felices y cómodos y que él de verdad prestaba un buen servicio. Agregué que, aún más importante, daba ejemplo de que Jesús ama a la gente. Mi intención era que supiera que Jesús estaba orgulloso de él. ¿Quién sabe? Tal vez Angelo había estado en una búsqueda y solo necesitaba una confirmación acerca de Jesús y Su gran amor.

* * *

Mary, la asistente entre los zapatos

Tuve otra experiencia parecida cuando me aventuré a salir a buscar unos zapatos que me hacían mucha falta. Comprar zapatos es una de las cosas más difíciles para mí, pues me cuesta encontrar algo adecuado para mis pies. Necesito zapatos muy angostos en el talón y mucho más amplios donde van los dedos de los pies, y es difícil hallarlos. Así pues, cuando es muy necesario que salga, puedo tener la tentación de hacerlo apresuradamente y volver a casa.

En la zapatería atendía una joven muy amable. Se llamaba Mary. Escuchó con mucha atención qué clases de zapatos buscaba. Claro, ella quería vender zapatos, pero su buena disposición iba más allá y se esforzó bastante. Trajo un par de zapatos tras otro, y decía algo así: «Veamos, ¡tal vez este par será el adecuado!» Siempre estuvo a mi lado; solo se fue momentáneamente para atender a otro cliente. No dejó de ser positiva, paciente y alegre, incluso cuando se prolongó la búsqueda de los zapatos adecuados.

Perseveró y al final encontró el par adecuado. Noté que quedó satisfecha, se le notaba en el rostro. Al marcharnos, le dije: «Mary, me ayudaste mucho hoy. Dedicaste mucho tiempo y no escatimaste esfuerzos. Tal vez el trabajo de vender zapatos sea solo algo temporal para ti, o quizá quieras seguir en esto por un tiempo, pero ¿puedo decir algo que he notado acerca de ti?

»Me doy cuenta de que te importan los clientes y su comodidad y que queden contentos. Veo que pones el corazón en lo que haces. Te esfuerzas por animar a otros, como has hecho en mi caso. Cuando alguien llega a tu tienda, es posible que esa persona esté un poco desanimada, como yo lo estaba, y piense que no encontrará lo que busca. Y te esforzaste al máximo a fin de ayudarme. Estoy muy agradecida de que pudimos encontrar zapatos que me quedaron muy bien. Sabes, Mary, no es poca cosa hacer felices a los demás y animarlos. Tu encantadora sonrisa, tus ojos bellos, tu capacidad de atención a lo que es importante para otros, son dones que Dios te ha dado, y parece que los utilizas bien.

»Vender zapatos es muy importante. Las personas tienen que ponerse zapatos, aunque sea solo para proteger los pies del frío y de otras cosas. Sin embargo, lo más importante para ellas es la atención personal que les das. Es bueno seguir cultivando eso, recuerda que hacer feliz a la gente es una de las cosas más importantes que puedes hacer en esta vida.»

Mary estuvo a punto de llorar cuando le dije eso. Luego le di una buena propina, diciéndole que era una muestra de mi agradecimiento y añadí: «Mary, Jesús te ama muchísimo. Quiere animarte hoy asegurándote que tu vida es importante y lo que haces también lo es». Se fue rápidamente, le corrían algunas lágrimas por las mejillas y sonrió avergonzada.

Me sentí muy feliz, porque me di cuenta de que había orado antes de salir de la casa y le pedí al Señor me ayudara a practicar lo que predico, no solo ir apresuradamente del punto A al punto B, sino tener presente que a mi alrededor hay personas valiosas que necesitan atención. ¡Hice un trabajo mucho más importante que solo encontrar un par de zapatos que necesitaba!

Nunca se sabe cuánto unas palabras de reconocimiento, apoyo o ánimo alentarán a alguien a desempeñarse en forma óptima. Los días de las pequeñeces, los inicios en la vida de una persona que el Señor ha puesto en tu camino, pueden ser solo el comienzo de algo grande a los ojos de Dios. ¡Así es como Él lo ve!