Más como Jesús: Gozo (1ª parte)
marzo 28, 2017
Enviado por Peter Amsterdam
Más como Jesús: Gozo (1ª parte)
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El gozo cumple una función muy importante en nuestros esfuerzos por modelar nuestra vida según Jesús y Sus enseñanzas. Si bien Jesús no mencionó sino dos veces el gozo o alegría en los Evangelios[1], está muy presente en los sucesos de Su vida y en Su enseñanza. Además hallamos menciones y ejemplos de gozo a lo largo del Nuevo y del Antiguo Testamento.
En el Nuevo Testamento se emplean siete palabras griegas que aluden a gozo, júbilo, alegría y regocijo. Las dos principales que se usan son chairo (regocijarse) y chara (gozo). Estos vocablos se emplean 72 veces en los Evangelios y 101 veces en el resto del Nuevo Testamento. Ese uso tan amplio es un indicador de que el gozo tiene importancia en nuestra vida cristiana.
La noche antes de Su crucifixión, Jesús dijo a Sus discípulos:
Estas cosas les he hablado, para que Mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea completo[2].
Los creyentes tenemos el privilegio de participar de Su alegría. El apóstol Pablo escribió:
Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en Él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo[3].
Se nos dice que el reino de Dios es justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo, y que si lo servimos en esas cosas, agradaremos a Dios[4]. El gozo o la alegría subsiguen al amor en la lista del fruto del Espíritu:
El fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio[5].
No cabe duda de que la alegría es importante en una vida basada en Cristo. ¿Pero qué es exactamente esta alegría de la que habla aquí?
A grandes rasgos, en nuestro idioma el gozo, la alegría y la felicidad son considerados sinónimos. No obstante, las palabras griegas que se emplean en el Nuevo Testamento para describir gozo y felicidad no son tan afines de significado como esas dos palabras en nuestro idioma moderno. En el Nuevo Testamento no se usaron con mucha frecuencia palabras griegas que expresaban el concepto de felicidad. Un autor explica:
Uno comienza a sospechar que para la mayoría de los escritores cristianos el gozo era más que un sentimiento grato, un estado agradable de ánimo o un sentido de rebosante júbilo, pese a que quizá engloba estos. Cuando hablan de gozo se infiere más bien que alude a algo más profundo, algo más difícil de definir, pero real. No da la impresión de que el gozo y la alegría sean risa, jovialidad, tono festivo, baile y canto —por lo menos en este mundo en que vivimos—, sino algo más afín a la fe, más análogo a un estado de ánimo permanente caracterizado por la paz. El gozo es fundamentalmente una actitud hacia la vida que considera y acepta el mundo con ecuanimidad, un modo de ver la vida con certidumbre y con raíces profundas en la fe, con una aguda conciencia del Dios soberano que se reveló a sí mismo en Jesucristo y en Su muerte y resurrección, amén de una confianza en Él[6].
Los cristianos podemos acceder a ese estado de ánimo permanente, ese modo de ver la vida con certidumbre y esa aguda conciencia del Dios soberano y confianza en Él, los cuales en conjunto componen el gozo. ¿Cuál es la base de ese gozo? Tiene su origen en nuestra salvación, que nuestros nombre están escritos en el cielo. Cuando los setenta y dos discípulos volvieron después de haber ido de dos en dos a ciudades que Jesús visitaría pronto, regresaron con gozo, diciendo: «Señor, hasta los demonios se nos sujetan en Tu nombre». Jesús respondió: «No se regocijen en esto, de que los espíritus se les sometan, sino regocíjense de que sus nombres están escritos en los cielos»[7]. Tenemos gozo, nos regocijamos, porque poseemos la esperanza de una herencia eterna.
Por Su gran misericordia y mediante la resurrección de Jesucristo nos ha hecho nacer de nuevo a una esperanza viva, para que recibamos una herencia incorruptible, incontaminada e imperecedera. Esta herencia les está reservada en los cielos a ustedes [...]. Esto les causa gran regocijo...[8]
Podemos gozar de alegría porque adoptamos la vista de largo alcance, sabiendo que sean cuales sean las dificultades o reveses que experimentemos en esta vida, viviremos con Dios para siempre. En Jesús vemos un ejemplo de proyectarse hacia lo que deparará la eternidad, más allá de las pruebas del tiempo presente en esta vida: el cual por el gozo puesto delante de Él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios[9].
El gozo es producto de nuestra salvación.
Nosotros nos alegraremos en Tu salvación y alzaremos bandera en el nombre de nuestro Dios[10].
Yo confío en Tu gran amor; mi corazón se alegra en Tu salvación[11].
Mi alma se alegrará en el Señor y se deleitará en Su salvación[12].
¡Este es el Señor, a quien hemos esperado! ¡Nos regocijaremos y nos alegraremos en Su salvación![13]
Con todo yo me alegraré en el Señor, me regocijaré en el Dios de mi salvación[14].
Todos los que te buscan se alegren en ti y se regocijen; que los que aman tu salvación digan siempre: «¡Cuán grande es el Señor!»[15]
Tenemos alegría debida a la presencia de Dios en nuestra vida.
Tú me enseñas el camino de la vida; con Tu presencia me llenas de alegría...[16]
Al leer sobre la presencia de Dios en la Encarnación —la venida de Jesús, el Hijo de Dios, para hacerse presente en la Tierra—, todo el acontecimiento es evidentemente gozoso. Cuando Elisabet oyó la voz de María, el niño (Juan el Bautista) saltó de alegría en el vientre de su madre[17]; el ángel se apareció a los pastores la noche de la natividad de Jesús proclamando: les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo[18], y cuando [los reyes magos] vieron la estrella, se regocijaron sobremanera con gran alegría[19]. La presencia de Dios trae alegría a los que creen en Él.
La presencia de Dios se incorpora a nuestra vida cuando nos llenamos del Espíritu Santo; el Espíritu también está vinculado con el gozo.
Los discípulos estaban llenos de gozo y del Espíritu Santo[20].
El fruto del Espíritu es amor, gozo...[21]
Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en Él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo[22].
Ustedes se hicieron imitadores nuestros y del Señor cuando, a pesar de mucho sufrimiento, recibieron el mensaje con la alegría que infunde el Espíritu Santo[23].
Saber la Palabra de Dios provoca alegría en nuestra vida.
Por heredad he tomado Tus testimonios para siempre, porque son el gozo de mi corazón[24].
Los preceptos del Señor son rectos: alegran el corazón...[25]
Me regocijo en Tu palabra, como quien halla un gran botín[26].
Fueron halladas Tus palabras, y yo las comí. Tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón[27].
Adorar y alabar al Señor suscita alegría dentro de nosotros.
Mis labios se alegrarán cuando cante para ti; y mi alma, la cual redimiste[28].
Pienso en esto, y se me parte el alma; me acuerdo cuando acompañaba yo a la multitud, cuando la conducía hasta el templo de Dios entre voces de alegría y de alabanza, entre la alegría del pueblo en fiesta[29].
¡Canten alegres al Señor, habitantes de toda la tierra! ¡Sirvan al Señor con alegría! ¡Vengan a Su presencia con regocijo![30]
Ellos, después de haberlo adorado, volvieron a Jerusalén con gran gozo[31].
Se nos exhorta a alegrarnos en el Señor, y a los creyentes a regocijarnos.
Alégrense en el Señor, hombres buenos y honrados; ¡alégrense y griten de alegría![32]
El justo se alegrará en el Señor, y en Él se refugiará; y todos los rectos de corazón se gloriarán[33].
Mas los justos se alegrarán; se gozarán delante de Dios y saltarán de alegría[34].
La esperanza de los justos es alegría[35].
La luz de los justos brilla alegremente[36].
El justo canta con alegría[37].
Aun en momentos difíciles se nos anima a manifestar gozo.
Sobreabundo de gozo en medio de todas nuestras tribulaciones[38].
Como entristecidos, pero siempre gozosos…[39]
[Refiriéndose a las iglesias de Macedonia:] En medio de una gran prueba de aflicción, abundó su gozo, y su profunda pobreza sobreabundó en la riqueza de su liberalidad[40].
«Bástate Mi gracia, porque Mi poder se perfecciona en la debilidad.» Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias[41].
El conocimiento de que los tiempos difíciles que afrontamos se esfumarán un día nos brinda un anticipo del cielo, donde no habrá más aflicción, sufrimiento, dolor o pena.
Por un momento será Su ira, pero Su favor dura toda la vida. Por la noche durará el lloro y a la mañana vendrá la alegría[42].
Has cambiado mi lamento en baile; me quitaste la ropa áspera y me vestiste de alegría. Por tanto, a ti cantaré, gloria mía, y no estaré callado. Señor Dios mío, ¡te alabaré para siempre![43]
Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido[44].
Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla, pero al volver vendrá con regocijo trayendo sus gavillas[45].
Volverán los rescatados por el Señor, y entrarán en Sión con cantos de alegría, coronados de una alegría eterna. Los alcanzarán la alegría y el regocijo, y se alejarán la tristeza y el gemido[46].
También dijeron: «Vayan y coman bien, y tomen un buen vino, pero compartan todo con los que nada tienen. Este día está consagrado a nuestro Señor, así que no estén tristes. El gozo del Señor es nuestra fuerza.»[47]
Los creyentes tenemos la capacidad de regocijarnos y llenarnos de Su gozo, gozo porque nuestros nombres están escritos en el cielo, porque estamos imbuidos del Espíritu Santo, porque disfrutamos de comunión y compañerismo con nuestro Creador y porque sean cuales sean las penalidades por las que atravesemos podemos afirmarnos sobre la roca maciza de la alegría. Somos un pueblo redimido y bienaventurado que morará con Dios para siempre.
Regocíjense en el Señor siempre. Y otra vez les digo, ¡regocíjense![48]
(En el siguiente artículo cubriremos otros aspectos y aplicaciones del gozo.)
Nota
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.
[1] Ahora vuelvo a Ti, y hablo esto en el mundo para que tengan Mi gozo completo en sí mismos (Juan 17:13).
Estas cosas les he hablado, para que Mi gozo esté en ustedes, y su gozo sea perfecto (Juan 15:11 [NBLH]).
[2] Juan 15:11 (RVC).
[3] Romanos 15:13 (NVI).
[4] El reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. El que de esta manera sirve a Cristo, agrada a Dios y es aprobado por los hombres (Romanos 14:17–18).
[5] Gálatas 5:22–23 (NVI).
[6] Martin R. P. y Davids P. H., eds., en el Dictionary of the Later New Testament and Its Developments, edición electrónica (Downers Grove, IL: InterVarsity Press, 1997), 600–605.
[7] Lucas 10:17, 20 (NBLH).
[8] 1 Pedro 1:3–6.
[9] Hebreos 12:2.
[10] Salmo 20:5.
[11] Salmo 13:5 (NVI).
[12] Salmo 35:9 (NVI).
[13] Isaías 25:9 (RVC).
[14] Habacuc 3:18 (LBLA).
[15] Salmo 40:16 (NVI).
[16] Salmo 16:11 (RVC).
[17] Lucas 1:44.
[18] Lucas 2:10 (NBLH).
[19] Mateo 2:10 (LBLA).
[20] Hechos 13:52.
[21] Gálatas 5:22.
[22] Romanos 15:13.
[23] 1 Tesalonicenses 1:6 (NVI).
[24] Salmo 119:111.
[25] Salmo 19:8 (RVC).
[26] Salmo 119:162 (LBLA).
[27] Jeremías 15:16.
[28] Salmo 71:23.
[29] Salmo 42:4 (RVC).
[30] Salmo 100:1,2 (RVC).
[31] Lucas 24:52.
[32] Salmo 32:11 (DHH).
[33] Salmo 64:10 (NBLH).
[34] Salmo 68:3.
[35] Proverbios 10:28.
[36] Proverbios 13:9.
[37] Proverbios 29:6.
[38] 2 Corintios 7:4.
[39] 2 Corintios 6:10.
[40] 2 Corintios 8:1,2 (LBLA).
[41] 2 Corintios 12:9,10.
[42] Salmo 30:5.
[43] Salmo 30:11,12.
[44] Salmo 51:8.
[45] Salmo 126:5,6.
[46] Isaías 35:10 (NVI).
[47] Nehemías 8:10 (RVC).
[48] Filipenses 4:4 (RVC).