Respira hondo
septiembre 16, 2017
Enviado por María Fontaine
Respira hondo
[Take a Deep Breath]
Un día noté que me faltaba un poco el aire cuando hacía actividades normales, de menor esfuerzo. Me preocupé. Así pues, pedí a mi Jesús, siempre presente, que me dijera cuál era la causa. (Después de seguir Sus sugerencias, las que escribiré en los párrafos siguientes, ya no tuve más molestias con relación a eso.) Esto es lo que Él dijo en profecía:
Necesitas más oxígeno. Es uno de los elementos básicos de tu organismo. Es necesario para cada célula y se utiliza en muchos procesos del organismo y en las reacciones químicas que producen muchas cosas que son indispensables para la vida.
En épocas de agotamiento, estrés, lesiones, enfermedad o circunstancias peligrosas, aumenta rápidamente tu necesidad de oxígeno. La sangre procura reponer ese oxígeno esencial principalmente llevándolo de los pulmones a las células y órganos donde haga falta.
En un ambiente perfecto con un organismo que funcione totalmente bien, los pulmones podrían proporcionar todo el oxígeno que el cuerpo necesite. Sin embargo, en este mundo imperfecto, en muchos casos a los pulmones les cuesta pasar el mínimo oxígeno necesario.
En algunos casos, incluso pequeños aumentos en la necesidad de oxígeno pueden hacer que el organismo funcione en una modalidad de emergencia, mientras se esfuerza por hacer frente a esa situación. Eso es lo que sucede cuando te falta el aire hasta por un esfuerzo menor.
María: El cuerpo fue creado para el movimiento, para estirarse y para el esfuerzo en una variedad de formas. Sin embargo, gran parte de nuestro estilo de vida moderno que incluye muchas de nuestras comodidades, lucha contra la utilización de nuestro cuerpo de la manera en que Dios quiso. Así pues, a menos que procuremos encontrar formas de obligar a nuestro cuerpo a la acción y al esfuerzo, por lo general eso no sucede.
En el caso de muchos de nosotros, a menudo nuestro estilo de vida hace que estemos sentados o de pie en una posición por muchas horas y a diario. Durante ese tiempo no mantenemos activo el cuerpo; no nos movemos, no nos agachamos, no nos estiramos ni ejercitamos muchos músculos que mantienen todo funcionando bien. Como no nos esforzamos, solemos tener una respiración menos profunda.
Un ambiente de trabajo en que la persona esté inactiva no es el único problema. A menudo estamos también en cuartos mal ventilados, donde en el aire falta el oxígeno necesario. En autos o edificios con aire acondicionado, o en otros lugares, es posible que el aire parezca más fresco, pero por lo general se vuelve a hacer circular para ahorrar energía. Así que lo repito, no se repone el oxígeno en el aire. Eso deja menos de ese elemento esencial que se pueda absorber.
Además, debemos enfrentar el aire contaminado con toxinas como humo, sustancias químicas, polvo y gases que, o bien disminuyen la cantidad de oxígeno en el aire, o cubren o dañan las frágiles membranas de los pulmones que transfieren oxígeno a la sangre.
Si conoces a alguien que sufre de asma o enfisema, puedes ver fácilmente los graves efectos de no obtener suficiente oxígeno.
Inclusive algunos elementos de nuestras culturas, imágenes y expectativas que nos han sido endosadas por la sociedad pueden luchar para que no recibamos el vital oxígeno que necesitamos. Cuando los pulmones están llenos de aire, se extienden un poco hacia abajo, hacia la zona abdominal, causando que se expanda. Sin embargo, la imagen que la sociedad tiende a promover como la forma en que debe verse nuestro cuerpo —tanto en hombres como mujeres—, es que se tenga un pecho grande y el abdomen tan pequeño como sea posible.
Tratar de mantener esa imagen, incluso de manera subconsciente, puede resultar en que tensemos o estrechemos el abdomen. Eso limita la acción de respirar de manera profunda y plena. La obesidad puede tener un efecto similar, porque hay menos espacio para que los pulmones se expandan.
Cuando se respira de manera poco profunda, solo se infla la parte superior de los pulmones. Eso significa que partes importantes de los pulmones no se llenan de aire, y que se reduce considerablemente la cantidad de oxígeno que se puede transferir a la sangre.
Otro problema es que a medida que envejecemos, el cuerpo tiende a funcionar con menos eficiencia en muchos aspectos. Eso puede intensificar las dificultades de la respiración.
No hay mucho que podamos hacer sobre algunas de esas cuestiones, porque es posible que no tengamos muchas opciones en lo que respecta al lugar donde necesitamos vivir o cuáles son los contaminantes en el aire que nos rodea, pero podemos dar pasos para minimizar los efectos negativos cuando y donde podamos.
Uno de los pasos que el Señor me indicó para que recibiera más oxígeno es que practicara ejercicios de respiración profunda. Es especialmente útil ya que los pulmones son uno de los cinco órganos principales para la limpieza de nuestro cuerpo (junto con la piel, el colon, el hígado y los riñones).
¿Qué es la respiración profunda y cómo lo hacemos?
Es probable que hayas tenido la experiencia de que te obligas a hacer algún trabajo corporal pesado o una rutina de ejercicios hasta que respiras con dificultad. Es cierto que eso hace que el aire llegue más adentro en los pulmones, pero es más una reacción extrema del organismo. Aunque así se recibe más oxígeno en el cuerpo, eso no es lo que describo en este artículo.
Una respiración profunda es algo controlado, relajado y más normal que se puede hacer muy silenciosamente y con discreción, ya sea que estés sentado frente a un escritorio, de pie en un lugar, acostado en la cama, o lo que sea que hagas. Es posible que al principio haga falta un poco de práctica, si no estás acostumbrado a respirar de esta manera, como en mi caso, pero me propuse seguir haciéndolo y perseverar; y ahora se está volviendo algo bastante natural.
Respira hondo, de manera relajada y profunda; permite que los músculos debajo de la caja torácica impulsen el aire hacia abajo a medida que tu abdomen se expande. Las costillas deberían levantarse solo un poco. De esa manera, permites que la zona debajo de las costillas se expanda a medida que respiras. Para exhalar, haz lo contrario, al tensar la zona abdominal a fin de empujar el aire hacia afuera. Eso permite que la máxima cantidad de aire llene los pulmones. Además, da a los músculos abdominales un régimen de ejercicio todo el día, lo que los tonificará.
Inicialmente, a algunos les parecerá un poco difícil relajar los músculos abdominales mientras tratan de respirar profundamente. Para mí fue un pequeño desafío al principio. Encontré la solución al concentrarme en evitar que el pecho se expandiera mientras inhalaba. Automáticamente, eso hizo que el aire se dirigiera hacia la parte inferior de los pulmones. Incluso al principio puse una mano en el pecho para verificar que no se moviera demasiado.
A medida que estudié más las posibles ventajas de la respiración profunda, descubrí una amplia variedad de beneficios de esa práctica. Estos son solo algunos, y espero que te anime a intentarlo.
- Respirar hondo durante el día contribuye en gran medida a mantener el organismo limpio internamente, y los sistemas del cuerpo humano con el oxígeno necesario para que funcionen al máximo de su capacidad. Puede mejorar el ejercicio diario.
- Respirar profundamente tiene un efecto tranquilizante que puede reducir el estrés y bajar la presión arterial.
- Cuando el cerebro recibe bastante oxígeno al respirar hondo, eso contribuye a pensar con mayor claridad e incluso a que mejore la memoria y la atención, y a menudo mejora el estado de ánimo.
- Contribuye a mejorar la postura, pues fortalece los músculos del torso.
- Mejora la función del sistema inmunitario.
- Aumenta la eficiencia del sistema linfático.
- Libera endorfinas que facilitan que la persona duerma mejor.
- Mejora la regeneración celular.
Si Jesús no hubiera hecho que prestara atención a la respiración profunda, no sé si me habría dado cuenta de lo importante que es esta práctica sencilla. Se puede hacer en todos lados y a cualquier hora del día.
Al presentar esta o cualquier otra idea o técnica útil, mi intención no es quitarle importancia a otros enfoques de la salud que les he comunicado o que ustedes hayan descubierto. El proceso de mantener nuestro cuerpo con la mayor salud posible incluye varias cosas, como una nutrición adecuada, dormir lo que hace falta y hacer suficiente ejercicio, controlar el estrés, además de respirar profundamente. Es posible que sobrevivamos con cantidades limitadas de algunas de estas cosas, pero añadirlas a nuestra vida tanto como podamos siempre resultará en mejoras que de otra manera se podrían perder.
Como una última observación sobre este tema, el Señor ha creado nuestro cuerpo y todas sus funciones de manera estupenda y, como toda la creación, lo ha hecho para ilustrar principios espirituales. Cuando habló en profecía, dio la siguiente imagen:
Respirar aire en un ambiente físico es una magnífica ilustración de respirar Mi Espíritu. En el mundo material, respirar profundamente revitaliza el cuerpo, contribuye a limpiarlo y elimina toxinas, provee oxígeno que necesitan todas las células para funcionar, e incluso sirve para calmar las emociones.
Cuando respiras Mi Espíritu al tener comunión conmigo por conducto de Mi Palabra o la oración o de otras formas, se limpia tu espíritu, se renueva tu fe y te da la paz que sobrepasa lo que tu mente puede entender. Te infunde esperanza, te aclara la visión y objetivos, te inspira, y te permite seguir progresando y logrando tus propósitos en esta vida.
Es posible que sea necesario algo de esfuerzo a fin de adquirir la costumbre de respirar hondo en el aspecto físico, pero mientras más se haga, más contribuye a tener una buena salud en general.
Asimismo, hace falta esforzarse para vivir en Mi presencia y participar de todo lo que te pertenece en el espíritu. Sin embargo, mientras más respires Mi Espíritu, tu entendimiento de Mí se vuelve más claro y más fortalecido. Así pues, respira profundamente en lo físico y en el Espíritu.