Sé como Jesús
junio 10, 2011
Enviado por Peter Amsterdam
Sé como Jesús
Cada tanto me gusta pensar y orar sobre cómo aplicar las enseñanzas de Jesús en mi vida; me parece sabio hacerlo. Hace poco, justamente, me puse a reflexionar acerca de cómo aplicar mi fe de manera más efectiva a mi vida cotidiana. Si vivir el sermón del cristiano pudiera resumirse en pocas palabras, ¿qué palabras escogería? Me parece que podría resumirlo diciendo que ser cristiano significa hacer todo lo posible por emular a Jesús, por parecerse a Jesús.
Claro: nunca seremos perfectos ni estaremos libres de pecado como lo estaba Él. Tenemos que lidiar con nuestra naturaleza humana. Sin embargo, como seguidores de Jesús, como discípulos Suyos, querremos adoptar Su naturaleza divina[1] e integrarla a la manera en que vivimos la vida e interactuamos con los demás.
Pienso que uno de los objetivos que se plantea un cristiano sincero es parecerse más al Señor, participar de Su naturaleza divina. Queremos que el concepto de ser más como Jesús deje de ser un simple cliché o algo que escuchamos o cantamos de vez en cuando. Esforzarnos por vivir como Jesús, conforme a Sus enseñanzas y al ejemplo de Su vida en la tierra debería ser lo que nos guía en la aplicación de nuestra fe a nuestra vida cotidiana.
Naturalmente, requiere esfuerzo participar de la naturaleza divina. Significa suspender nuestras propias actividades y patrones de pensamiento para entrar en Su Espíritu, de modo que el Espíritu de Jesús[2] —el Espíritu Santo— viva y obre por medio de nosotros. Supone emular a Jesús al sacar conclusiones o tomar decisiones.
Participamos de Su naturaleza divina desarrollando y manteniendo una relación estrecha con Él, creciendo en la fe y en espiritualidad, cosa que logramos al absorber y aplicar Su Palabra, al buscar Su guía e instrucción, y prestando atención a Su «silbo apacible» y Su voz en profecía.
Si lo que queremos es ser como Jesús, eso significa que procuraremos asimilar al máximo Sus palabras, Sus maneras de hacer las cosas y Sus pensamientos, de tal modo que nuestros pensamientos y acciones se alineen a los Suyos. El apóstol Pablo habló de «tener la mente del Señor»[3], y eso implica pensar, reaccionar y actuar como lo haría Jesús.
Ser como Jesús significa emular Su «estilo». Significa que Jesús mora en nosotros. Jesús dijo: «El que me ama, Mi palabra guardará; y Mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él».[4] Una morada es un lugar donde alguien vive. Es decir, que ellos vendrán a vivir con nosotros, como lo expresan algunas traducciones. Lo que nos dice Jesús es que, si lo amamos, nos atendremos a Sus palabras y que el Padre nos amará, y que ellos —Jesús y el Padre, mediante la presencia del Espíritu Santo— vendrán a vivir en nosotros.
En Juan 15, Jesús dijo algo parecido: «Permanezcan en Mí, y Yo permaneceré en ustedes». Lo que está diciendo es que debemos vivir en Él, y que Él vivirá en nosotros. Luego agrega: «Yo soy la vid y ustedes son las ramas. El que permanece en Mí, como Yo en él, dará mucho fruto; separados de Mí no pueden ustedes hacer nada»[5].
Ser cristianos productivos, según lo que enseñó Jesús, significa vivir en Jesús y permitir que Él viva en nosotros. Y cuanto más vivamos en Él, más dejemos a un lado nuestra propia naturaleza y más lugar le cedamos a Su Espíritu, más dejaremos entrever de Él. Más nuestros haremos Sus pensamientos, Sus actitudes, y Sus acciones y reacciones. Cuando tomemos decisiones, serán las decisiones que Él quiera que tomemos. Adoptaremos más de Sus características, más de Su amor, bondad, mansedumbre y todos los demás frutos del Espíritu. Seremos más como Él.
Para constituirnos en la clase de seguidor de la que habló Jesús, el tipo de seguidor con el cual Él «hará morada», el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios debe habitar profundamente en nosotros. Significa esforzarnos al máximo por alinear nuestros pensamientos, nuestras reacciones, nuestras actitudes, con Él. Significa seguir las huellas del Maestro, esforzarnos al máximo por ser como Jesús en todos los ámbitos de nuestra vida.
Hace un tiempo, alguien recibió el siguiente mensaje de Jesús en profecía:
La clave para ser como Yo y seguir así está en participar de Mi naturaleza divina, en permanecer en comunión conmigo por medio de lo que sea que los mantenga conectados conmigo. Pueden meterse de lleno en Mi Palabra, estar en íntima comunión conmigo por medio de la oración o la meditación profunda, derramarme el corazón en alabanza, oración y lenguas, ver Mis visiones, recibir profecías o escuchar Mis susurros.
Si se conectan sincera y regularmente conmigo, se parecerán cada vez más a Mí, y serán una luz en medio de la oscuridad. Otros verán y sentirán Mi presencia, Mi amor, Mi sabiduría y Mi Espíritu en ustedes.
Parte importante de nuestra vida como cristianos consiste en nuestro testimonio ante los demás, tanto el testimonio verbal que damos de nuestra historia de vida como la forma en que nos conducimos, nuestras actitudes y nuestras acciones. Deberíamos querer comunicar el Espíritu de Dios a los demás de todas esas maneras. Y la forma de hacerlo es estar llenos del Espíritu de Dios, tener la mente de Cristo, adoptar Su naturaleza y permanecer en Él, de modo que los demás puedan ver y percibir claramente Su presencia en nosotros por medio de nuestras conductas cristianas, reflejadas en lo que hacemos, decimos y representamos.
Permítanme compartir con ustedes fragmentos de un mensaje que dio el Señor al líder de un equipo misionero que realizaba labores en un país donde estalló una guerra, y que aborda el concepto de ser como Jesús para los demás, y del consuelo y la fortaleza que pueden obtener los demás de uno cuando sienten Su Espíritu en él.
En épocas de crisis, debes mantener los ojos en Mí para poder darte cuenta de lo que me propongo, y mantenerte muy unido a Mí.
Debes permanecer firmemente conectado a Mí, de modo que cuando otros te rodeen sientan Mi Espíritu y Mi presencia en ti. En tanto permanezcas unido a Mí y te hagas uno conmigo, haré que quienes te rodean hallen Mi paz por tu intermedio. La mayor ayuda que puedes ofrecer a los demás en momentos de crisis es ser una vasija de Mi Espíritu.
Toma en cuenta los frutos de permanecer unido a Mí, y medita respecto a ellos. Búscalos momento a momento. Pídeme que te conceda aquellos que te faltan.
En tus momentos de comunión conmigo, pídeme que te revele lo que debes hacer para tener paz espiritual, amor, gozo, paciencia, benignidad, bondad, mansedumbre, templanza y fe. Verás que cada uno de esos dones está revestido de un espíritu de humildad. Es ese su cimiento y su marco. Mi objetivo para ti es que manifiestes cada uno de esos frutos, porque al hacerlo me atraerás hacia tu persona, y Mi presencia se manifestará en ti y se volverá más parte de ti.
A medida que manifiestes Mi Espíritu, otros se contagiarán y también querrán conocerme, porque me verán a Mí en ti.
Permanecer en Jesús, conectar con Él, esforzarse por participar de Su naturaleza, tener la mente de Cristo, y conseguir que el Espíritu de Dios habite profundamente en uno es lo que nos hace ser más como Jesús.
Vivir de esa manera produce los frutos del Espíritu y sus efectos beneficiosos para tu vida. Beneficia a otros, ya que pueden sentir al Señor por medio del Espíritu de Dios en ti y por medio de tus palabras y tus acciones. Vivir de esa manera beneficia a la misión. Cuando las personas te conocen —es decir, cuando conocen a una persona que transmite el Espíritu de Dios— pueden llegar a interesarse en lo que te hace diferente, y hacer que quieran averiguar cómo incorporar también a Jesús en sus vidas.
Vale la pena el esfuerzo de permanecer en Él, de mantenernos unidos a Él, de ser como Jesús.
[1] Su divino poder, al darnos el conocimiento de aquel que nos llamó por Su propia gloria y potencia, nos ha concedido todas las cosas que necesitamos para vivir como Dios manda. Así Dios nos ha entregado Sus preciosas y magníficas promesas para que ustedes, luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina. (2 Pedro 1:3–4 NVI).
[2] Porque sé que, gracias a las oraciones de ustedes y a la ayuda que me da el Espíritu de Jesucristo, todo esto resultará en mi liberación (Filipenses 1:19 NVI).
[3] «Porque, ¿quién conoció la mente del Señor? ¿O quién podrá instruirlo? Pero nosotros tenemos la mente de Cristo». (1 Corintios 2:16 RVC).
[4] Juan 14:23 RVR 1960.
[5] Juan 15:4–5 NVI.