Un taxi y una tarjeta

marzo 16, 2019

Enviado por María Fontaine

[A Taxi and a Card]

En ese día en particular, tenía programada una cita importante que no se podía cambiar. En el último minuto surgió una serie de dificultades que me dejaron sin transporte. Además, resultó que era una hora del día en que era difícil encontrar la única otra opción: un taxi. Nos costó un poco, pero logramos contratar uno, aunque solo minutos después, la situación volvió a cambiar y ya se podían llevar a cabo los planes originales para mi transporte. De inmediato, traté de ponerme en contacto con el taxista para cancelar el viaje, pero no logramos localizarlo. Fue extraño cómo sucedió todo, pero cuando oré, preocupada por el gasto que supondría, el Señor me dijo simplemente que no dudara y que me fuera en el taxi.

Llegó el taxista. Parecía muy deprimido, casi malhumorado; definitivamente no era la persona feliz que yo habría preferido. No se veía dispuesto a hablar en absoluto y hasta daba la impresión de que casi estaba molesto porque yo intentaba conversar. No dejé de orar para encontrar la manera de establecer comunicación con él.

Pregunté por su familia y me dijo que tenía tres hijos, de 16, 8 y tres años. Comenté que debía ser muy difícil criarlos en un mundo tan complejo, a menudo confuso, y que casi siempre costoso, aunque estaba segura de que él estaba feliz de tener a sus hijos y que los amaba mucho.

Confirmó que en efecto era muy difícil. Me compadecí de él y añadí que en este mundo enfrentamos muchas dificultades, que hay muchas pruebas y tribulaciones, pero que Dios siempre está dispuesto a ayudarnos si se lo pedimos.

Como era la temporada navideña, el Señor me indicó que llevara conmigo una tarjeta de Navidad para regalársela al taxista. Después de que le dije mi nombre le pregunté cuál era el suyo y lo escribí en el sobre: Richard. A medida que continuábamos el viaje, le dije que había traído una tarjeta para él y le pregunté si podía leerle el mensaje de la tarjeta. Con un murmullo dio una respuesta positiva y en silencio di gracias a Jesús.

El mensaje era acerca de lo mucho que Dios lo amaba y que siempre estaba a su lado. Cuando le pagué al final del viaje, le di la tarjeta y una muy buena propina como regalo de Navidad. Le dije que podía considerarlo una muestra de que el Señor estaba con él y que iba a cuidarlo. Parecía muy conmovido cuando me dio las gracias. En unos minutos, su actitud había cambiado. Era más tierno y hasta me sonrió.

Después, aunque todavía me preocupaba un poco el gasto, oré para que por medio de ello el Señor obrara en la vida de aquel taxista. Me animó mucho cuando el Señor me dijo que lo considerara un obsequio para los pobres y una inversión en una vida.

Como me gusta hacer después de una experiencia de testificación, pedí al Señor que expresara Su opinión de lo que ocurrió. Me encanta escuchar lo que Él tiene que decir acerca de las pequeñas aventuras a las que me lleva. Me da mucho ánimo y motivación escuchar que lo que a mí me parecía algo de poca importancia había encajado en el plan que Dios tiene para mí y para otras personas. Por lo general solo hacemos lo que podemos a fin de ser diligentes y entregar Su amor de la manera que Él nos lo indica, y no lo vemos como algo muy importante. Sin embargo, ahora que lo pienso, toda oportunidad de entregar Su amor es importante a los ojos del Señor. Dios sabe que todo esfuerzo que hagamos tiene un gran valor cuando se trata de ayudar a que alguien se acerque más a Él.

Esto es lo que el Señor me dijo en profecía:

Cuando surjan circunstancias que no son comunes, siempre es prudente hacer una pausa para pedirme instrucciones o consejos que pueda tener. Por lo general, solo hace falta un momento.

No tienes idea de lo que puede lograr incluso un poco de Mi Espíritu. Preparo muchas cosas a fin de presentarte oportunidades de dar testimonio. Piensa en todos los cambios inesperados en los planes y que te llevaron a pensar que tendrías que ir en taxi a la cita. Luego, una vez que se reservó el taxi, cuando todo cambió de nuevo y ya no hacía falta, evité que te pusieras en contacto con el taxista para cancelar el viaje.

Conozco los corazones de Mis hijos. Escucho sus clamores cuando piden ayuda. Y haré lo que sea necesario para manifestar Mi amor e interés a los que piden Mi ayuda. Richard había enfrentado muchos problemas. Disminuían sus fondos y se había vuelto agotadora la carga de encontrar una manera de proveer para su familia.

Tenía dudas respecto a su fe. Quería saber si Yo me daba cuenta siquiera de la mala situación en la que él se encontraba y que ya no podía soportar el estrés. La alegría que una vez llenó su vida desaparecía rápidamente y le daba la impresión de que a nadie le importaba. Los miembros de su familia solo veían que no tenían lo que querían ¡y oír sus quejas le hacía sentir que él no valía nada y no tenía esperanza!

Estaba solo y no podía ver el camino que estaba por delante. Sin embargo, se encendió una luz en su vida al recibir esa pequeña tarjeta y porque tú —alguien que no conocía— te interesaste lo suficiente como para escribir su nombre en la tarjeta y darle gracias por hacer su trabajo lo mejor que le era posible.

Le sorprendió que algo tan sencillo pudiera significar tanto para él. Si alguien a quien no conocía podía animarlo solo al reconocer su valor como padre, esposo y sostén económico de su familia, le pareció que tal vez había esperanza de que también esta época difícil pasaría. Pensó que tal vez Yo no había dejado de poner atención y que lo sacaría de aquel apuro en el que se encontraba.

El que estuvieras en sintonía con lo que Yo te indico no transformó su vida en todo lo que él quería. De inmediato no tuvo todo el dinero que quería. No hubo curación de alguna enfermedad mortal ni nadie resucitó. Pero volvió a poner sus pies sobre la Roca, sobre Mí, y le devolvió la esperanza de que con un poco de tiempo y trabajo, tal vez las cenizas del pasado permitan que las flores salgan de nuevo.

La esperanza es el principio de lo nuevo. Es la semilla que crea nuevas posibilidades. Es el principio del proceso de restauración. La persona que entrega Mi mensaje no siempre se queda el tiempo suficiente para ver lo que al final surge de sus oraciones y cuidados, sin embargo, el cambio es real y los resultados pueden ser mucho mayores de lo que esperaba.

Así pues, no desprecies el día de las cosas aparentemente pequeñas. Ten en cuenta todo lo que hice a fin de crear la oportunidad para que animaras a Richard y lo ayudaras a mirar hacia arriba. Ese estímulo lo ayudó a cambiar de perspectiva lo suficiente como para llevarlo a un mejor lugar.

Es fácil concentrarse tanto en ahorrar dinero que se arriesga dejar de lado la oportunidad de salvar algo que es infinitamente más importante. Has elegido bien y Yo pude valerme de ti para comenzar una reacción en cadena que algún día será vista como la transformación que es. A lo que lleva es más importante que el dinero, el inconveniente, o el tiempo invertido.

Así pues, si algo desbarata los planes o parece que la cosas van mal, es un buen momento de mirar a tu alrededor y pedirme que te indique si hay algo que quiero que hagas o digas o que me sigas en algo. Solo deja el resultado en Mis manos. Las cosas que confío a los que me aman no volverán vacías. Hay un propósito más excelente del que quizás veas en el momento. Se cumplirá porque caminas en sincronización conmigo.