Virtudes de los seguidores de Cristo: gozo

mayo 14, 2024

Enviado por Peter Amsterdam

[Virtues for Christ-Followers: Joy]

Nuestro gozo como cristianos emana de nuestra fe en lo que la Biblia nos enseña: que Dios es nuestro Creador; que aunque la humanidad está distanciada de Él por culpa de nuestros pecados, Él ha allanado el camino para que nos reconciliemos con Él mediante la muerte expiatoria de Jesús y el perdón de nuestros pecados; y que gracias a esa reconciliación entablamos una relación con Él, Su Espíritu mora en nosotros, y nuestra relación será para siempre.

Nuestra fe en Dios y profunda confianza en Sus promesas de salvación, reconciliación, habitación del Espíritu Santo en nosotros y el fruto último de nuestra salvación —pasar la eternidad con Dios— contribuye a darnos paz interior y una perspectiva serena del futuro. Nuestras creencias generan en nosotros esperanza —la expectativa de un futuro halagüeño— y propician que vivamos con gozo.

La alegría cristiana está relacionada con nuestra fe y es consecuencia de ella. Creemos en Dios, no solo como Creador, sino como Padre. Creemos en Su Palabra, que nos habla de Él, de Su manera de ser y de Su profundo y constante amor por nosotros. Existe una relación viva y recíproca con Él, que perdurará eternamente. Su Espíritu Santo mora en nosotros, y el gozo es fruto de ello.

Michael Zigarelli, reflexionando sobre lo que significa tener ese gozo, escribió en uno de sus libros: «Desde una óptica bíblica, se puede definir el gozo como “tener a diario un espíritu de regocijo en toda circunstancia”. Es más que contentamiento interior, más que alegría, más que satisfacción con la vida en general»[1].

Conviene que hagamos un examen interior para determinar cómo andamos en lo relativo al gozo y si estamos disfrutando de la plenitud de ese gozo del Señor que según la Biblia es nuestra fuerza, tal como enfatiza el siguiente artículo.

Vivir con gozo

El gozo es algo que todos anhelamos, pero que a menudo nos parece difícil de alcanzar. Es algo que debería estar presente en la vida de todo cristiano. Es un fruto del Espíritu Santo que se produce cuando Dios obra en nosotros, y es parte de Su voluntad para con nosotros. […]

Ante todo, debemos entender que el gozo es un don de Dios. La raíz de la palabra gozo en griego es chara, estrechamente relacionada con el término griego charis que significa gracia. El gozo es tanto un don de Dios como una respuesta a Sus dones. El gozo nos viene cuando somos conscientes de la gracia de Dios y nos deleitamos en Su favor.

Teniendo eso en cuenta, es obvio que una manera de sentir gozo es enfocar nuestra atención en Dios. En lugar de pensar en nuestras dificultades o en lo que nos resta alegría, meditemos en Él […], recordando que está cercano, orando por lo que nos preocupa y centrando nuestros pensamientos en las cosas buenas de Dios. Podemos experimentar gozo alabándolo intencionalmente. David escribió que el estudio de la Palabra de Dios puede proporcionarnos gozo (Salmo 19:8). También es posible sentir gozo comunicándonos con Dios por medio de la oración.  Gotquestions.org[2]

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Cuando estamos agradecidos por lo que Dios ha hecho por nosotros, cuando nos centramos en Su bondad, Su amor y Su cuidado de nosotros, y estamos contentos con Sus bendiciones, es lógico que tengamos motivos para estar gozosos, incluso en medio de las tormentas de la vida y en tiempos de problemas, dolor y tristeza. El estar agradecidos por las bendiciones divinas nos ayuda a vivir con alegría y esperanza.

El gozo es obra del Espíritu Santo. Ese es un tema que ocupa un lugar destacado en Filipenses, donde se les pide a los creyentes que confíen en que Dios está haciendo que todo redunde en su bien. El gozo es nuestra respuesta a lo que Dios hace en nuestra vida: a Sus bendiciones, Su presencia y Sus promesas; a la relación que tenemos con Él; al hecho de que somos Sus hijos. Es nuestra respuesta a lo que Él representa y a Su participación en nuestra vida, a Su amor, tal como subraya la siguiente cita:

Es la conciencia de la triple alegría del Señor: Su alegría por rescatarnos, Su alegría por habitar en nosotros como nuestro Salvador y Poder para dar fruto, y Su alegría por poseernos como Su Esposa y deleite. La conciencia de esa alegría constituye nuestra auténtica fuerza. Nuestro gozo en Él puede fluctuar; Su gozo en nosotros es constante.  James Hudson Taylor

El siguiente artículo destaca el ejemplo de alegría que dieron Pablo y Nehemías en la Biblia, incluso en tiempos difíciles.

Gozo inquebrantable

Todos nos enfrentamos a retos y conflictos, igual que los personajes de la Biblia. […] La ansiedad y los problemas inesperados parecen ahuyentar fácilmente la alegría. […] Pero Dios quiere que tengamos un gozo interior que permanezca a pesar de las fuerzas externas. Las fuentes de ese gozo las podemos descubrir en diversos personajes bíblicos que también afrontaron dificultades. […]

Nehemías nos revela un secreto sobre la alegría (v. Nehemías 8:9,10). Tras supervisar la reconstrucción de los muros de Jerusalén después del exilio, hizo que el pueblo escuchara la Palabra de Dios. Al darse cuenta de que le habían desobedecido, lloraron. Pero Nehemías los animó a alegrarse. Les explicó que el día de lectura de la Palabra de Dios era sagrado, y que el gozo del Señor era su fuerza. Los instó a celebrar y regalar comida a los que no tenían nada. La palabra traducida como fuerza es ma'ōz, y hace alusión a una fortaleza. A raíz de eso se armó una gran fiesta. Las fiestas y los momentos en que compartimos nuestras bendiciones deben ser momentos de celebración y regocijo. Si te falta alegría, ¡abre la Biblia!

En la cárcel, Pablo sintió profunda alegría. Pablo sufrió muchas penalidades: estuvo encarcelado, fue golpeado, padeció naufragios en tormentas, fue azotado. Pero siempre hablaba de alegría. Su alegría provenía de muchas fuentes, especialmente de cómo dirigía sus pensamientos:

  • Gratitud por el apoyo y los donativos que le enviaban (Filipenses 4:10–23), por la fe de los demás y por el amor cristiano (Colosenses 1:3,4).
  • Una vida sin remordimientos, ya que se centraba en amar al prójimo y confiar en Dios (2 Timoteo 4:7).
  • Satisfacción en toda circunstancia (Filipenses 4:12).
  • Dejó que Dios obrara en él. La palabra [griega] empleada en Filipenses 2:13 para decir que Dios obra en nosotros es energes o energeia, que también puede traducirse como revitalizar. El poder de Dios nos insufla nueva vida.
  • Una actitud positiva. Por ejemplo, Pablo observó que su encarcelamiento animaba a otros hermanos a hablar con más confianza (Filipenses 1:14) y contribuía al crecimiento del reino.
  • Esperanza en un futuro eterno (Filipenses 1:20).

Adoptar estos principios nos permitirá dejar a un lado nuestra ansiedad y vivir con más alegría. […] Agradécele a Dios cada día, con sus alegrías y esperanzas, y agradécele también los tiempos difíciles, por las enseñanzas y el crecimiento que traen consigo.  Karen Whiting[3]

En la cultura popular se oye hablar mucho de la felicidad y de la búsqueda de la felicidad; pero ¿es lo mismo que el gozo del Señor? El siguiente extracto nos permite entender mejor el don del gozo del Señor:

La clave del gozo cristiano

Palabras como alegría y júbilo aparecen una y otra vez en las Escrituras. Los Salmos, por ejemplo, están llenos de alusiones a la alegría. Los salmistas escriben: «El llanto puede durar toda la noche, pero a la mañana vendrá el grito de alegría» (Salmo 30:5b), y: «Aclamad con júbilo a Dios, toda la tierra» (Salmo 66:1). De manera similar, el Nuevo Testamento enseña que el gozo es un fruto del Espíritu Santo (Gálatas 5:22), lo que quiere decir que es una virtud cristiana. Dado ese énfasis bíblico, debemos entender qué es el gozo y cómo alcanzarlo. […]

La esencia del concepto en el Nuevo Testamento es esta: una persona puede tener el gozo bíblico aun cuando está de luto, sufriendo o atravesando circunstancias difíciles; porque su llanto va dirigido a un asunto en particular, pero al mismo tiempo la persona tiene cierto grado de gozo.

En su Epístola a los Filipenses, el apóstol Pablo habla una y otra vez del gozo y el deber cristiano de regocijarnos. Por ejemplo, escribe: «Regocijaos en el Señor siempre» (Filipenses 4:4). Dice que los cristianos debemos regocijarnos siempre, no a veces, periódicamente u ocasionalmente. A continuación, agrega: «Otra vez lo diré: ¡Regocijaos!» (v. 4b). Pablo escribió esta epístola desde la prisión, y en ella habla de asuntos muy sombríos, como de la posibilidad de ser martirizado y derramado como libación sobre el sacrificio (2:17). Aun así, a pesar de su situación, les dice a los creyentes de Filipos que deben regocijarse. […]

La clave del gozo cristiano está en su origen, que es el Señor. Si Cristo está en mí, y yo en Él, esa relación no es ocasional. El cristiano está siempre en el Señor, y el Señor siempre en él, lo cual es siempre motivo para regocijarse. Aun si un cristiano no pueda regocijarse en sus circunstancias, porque resulta que está sufriendo, triste o afligido, aun así puede regocijarse en Cristo. Nos regocijamos en el Señor y, como Él nunca nos deja ni nos abandona, podemos regocijarnos siempre.  R. C. Sproul[4]

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Los dos siguientes extractos de artículos nos recuerdan la importancia de regocijarnos y de tener una alegría alabadora mientras llevamos a cabo nuestra misión de llevar al mundo el mensaje del evangelio:

Vivir impulsados por el gozo

«Es asombroso —escribió Karl Barth— cuántas referencias hay en el Antiguo y el Nuevo Testamento al deleite, el gozo, la dicha, el júbilo, la alegría y el regocijo, y con qué énfasis se exigen desde el libro de los Salmos hasta la Epístola a los Filipenses.»

En efecto, desde «¡Cantad alegres a Dios, habitantes de toda la tierra!» (Salmo 100:1) hasta «Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez lo diré: ¡Regocijaos!» (Filipenses 4:4), y en decenas de pasajes anteriores, posteriores y entremedio, se nos insta a vivir con mucha alegría. […]

[Ahora bien, tal como está el mundo,] ¿quién en su sano juicio puede hablar de alegría? Habrá ocasiones de alegrarse cuando hayamos dado algunos pasos para remediar la catástrofe humana.

Pero ¿no sería más acertado decir que no lograremos ningún avance para remediar la catástrofe humana si no redescubrimos primero la alegría? De hecho, el evangelio continúa escandalizando porque proclama alegría justo cuando todo se está desmoronando, justo cuando los expertos de hoy hacen «serias evaluaciones de la situación actual» y en sus momentos de euforia solo se atreven a decir que siguen siendo «cautelosamente optimistas».

El tono del evangelio es totalmente ajeno a todo esto. «No temáis —dice el ángel a los temblorosos pastores—. Os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo». La misión angélica de la Iglesia de cara al mundo es la misma. «No teman —anunciamos a un mundo que tiembla en la oscuridad—. Traemos buenas noticias de gran alegría… ¡para todo el mundo!»

Por muy en serio que nos lo tomemos, no podemos arreglar el mundo. Ya ha sido arreglado, y ese arreglo se volverá patente cuando Cristo regrese. Entretanto, se nos ha encomendado una labor crucial: sanar a los que están socialmente enfermos, resucitar a los que están espiritualmente muertos, ¡entre otras cosas! Pero practicar un discipulado extremadamente serio no es una de ellas.

Nos haría bien recordar cómo comenzó Jesús Su ministerio entre nosotros. […] «Se trata del primer milagro, en Caná de Galilea —dice el padre Paísi en Los hermanos Karamazov—. ¡Ah, ese milagro! ¡Ah, ese milagro tan entrañable! No era la tristeza, sino la alegría de los hombres lo que había ido a visitar Cristo cuando obró por primera vez un milagro; contribuyó a la alegría de la gente».

Hay momentos para reflexionar sobre la preocupante realidad del mal, para escribir ocasionalmente una elegía. Pero G. K. Chesterton conocía bien esta gran verdad, y por eso la Biblia insiste tanto en ella. Una persona es plenamente humana, dice, «cuando lo fundamental en ella es la alegría y lo superficial la tristeza. La melancolía debería ser un interludio inocente, una tierna y fugaz disposición de la mente; la alabanza debería ser la pulsación permanente del alma. El pesimismo, a lo más, es una tarde libre emocional; la alegría es el trabajo estruendoso por el que viven todas las cosas».

Propósitos serios, sin duda. Pero que palpiten con alabanza.  Christianity Today[5]

Con cara de funeral no se puede anunciar a Jesús

El Espíritu Santo es el autor de la alegría cristiana, y para proclamar el evangelio es necesario tener en el corazón la alegría que nos da el Espíritu de Dios. Existe una determinada manera de entender la vida cristiana, aquella marcada por la tristeza; pero con cara de funeral no se puede anunciar a Jesús. Con alegría solamente y alabanza a Dios es posible llevar adelante el evangelio.

El Papa señaló: «Los cristianos no estamos tan acostumbrados a hablar de la alegría, del gozo. Creo que muchas veces nos gustan más las quejas». Por el contrario, el que «nos da la alegría es el Espíritu Santo».

«Es el Espíritu el que nos guía: Él es el autor de la alegría, el Creador de la alegría. Y esta alegría en el Espíritu Santo nos da la verdadera libertad cristiana. Sin alegría, nosotros los cristianos no podemos ser libres, nos convertimos en esclavos de nuestras tristezas. Pablo VI dijo que no se puede llevar adelante el evangelio con cristianos tristes, desesperanzados, desanimados. […]»

¿Y cómo se alaba a Dios? Se lo alaba saliendo de nosotros mismos, se lo alaba «gratuitamente, como es gratuita la gracia que Él nos da —explica el papa Francisco—. ¿Usted alaba a Dios, o solo le pide a Dios […]? ¿Acaso alaba a Dios? Es una cosa nueva, nueva en nuestra vida espiritual. Alabar a Dios, salir de nosotros mismos para alabar; perder el tiempo alabando.»  Radio Vaticano[6]

Alabanza para hoy

Señor, te elevo mi corazón, mente y espíritu en oración, alabanza y acción de gracias. Eres el dador y la imagen de todo lo bueno para mí.

Eres mi Creador, mi Padre, fuente de vida y de fuerzas. Haces salir el sol, haces brillar la luz y eres quien trae la noche. Me sostienes en Tus brazos. Me consuelas en mi abatimiento. Me abrigas con Tu amor. Me escudas, me amparas y provees para mis necesidades.

Toda paz, contentamiento y bendición provienen de Ti. Te alabo, te honro y te doy gracias. Amén[7].

Reflexiones

«Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con Tu presencia» (Hechos 2:28).

«Dios no puede darnos felicidad y paz aparte de Sí mismo, porque tal cosa no existe.»  C. S. Lewis

«Cuando descubrí Tus palabras las devoré; son mi gozo y la delicia de mi corazón» (Jeremías 15:16, NTV).

«Aunque no podamos dar mucho, siempre podemos dar la alegría que brota de un corazón enamorado de Dios.»  Madre Teresa

(Más sobre este tema en Más como Jesús: Gozo, 1ª parte y 2ª parte. Continuará.)


Nota
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


[1] Michael A. Zigarelli, Cultivating Christian Character (Colorado Springs: Purposeful Design Publications: 2005), 49.

[5] Editorial de Christianity Today, 7 de diciembre de 2009.

[6] Radio Vaticano citando al papa Francisco, 31 de mayo de 2013.

[7] Conéctate, noviembre de 2012.