El Credo (8ª parte)

mayo 19, 2020

Enviado por Peter Amsterdam

[The Creed (Part 8)]

(Los puntos presentados en este artículo se han tomado del libro The Creed, de Luke Timothy Johnson[1].)

Tras hablar de la resurrección de Jesús y Su ascensión al Cielo, donde está sentado a la derecha del Padre, el Credo aborda ciertos acontecimientos futuros predichos en las Escrituras.

De nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y Su reino no tendrá fin.

De nuevo vendrá con gloria

Una vez más, al hablar de acontecimientos futuros el Credo se basa en las Escrituras. El libro de Daniel habla de «uno como un hijo de hombre», al cual «le fue dado dominio, gloria y reino»; Su «dominio es dominio eterno», y «Su reino es uno que nunca será destruido»[2]. El Evangelio de Mateo dice que «cuando el Hijo del hombre venga en Su gloria y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en Su trono de gloria»[3].

El Hijo del hombre vendrá en la gloria de Su Padre, con Sus ángeles[4].

Para juzgar a vivos y muertos

En todo el Antiguo Testamento, a Dios se le presenta como el Ser que juzga equitativamente al mundo.

El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo?[5]

El Señor juzgará a los pueblos. Júzgame, Señor, conforme a mi justicia y conforme a mi integridad[6].

El Señor es Dios justo. ¡Bienaventurados todos los que confían en Él![7]

Casa de Israel, Yo os juzgaré a cada uno según sus caminos, dice el Señor Dios[8].

En el Nuevo Testamento se menciona que Jesús participa en el papel de Dios como juez. El apóstol Pablo habla del «día en que Dios juzgará por medio de Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio»[9]. Pablo también escribió:

Es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo[10].

En otro pasaje dijo:

Todos compareceremos ante el tribunal de Cristo[11].

A lo largo del Nuevo Testamento, se presenta el regreso de Jesús y Su juicio de vivos y muertos como acontecimientos futuros.

Dios […] ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, acreditándolo ante todos al haberlo levantado de los muertos[12].

Me está reservada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no solo a mí, sino también a todos los que aman Su venida[13].

La descripción que hace el apóstol Pablo del retorno de Jesús no dice nada de juicio o castigo con relación a los creyentes; en cambio, menciona que Jesús es «quien nos libra de la ira venidera»[14]. Y en la Epístola a los Hebreos dice:

Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que lo esperan[15].

Los evangelios sinópticos[16] presentan los acontecimientos que se producirán en el tiempo que precederá a la venida de Jesús. El de Mateo es el que incluye la descripción más completa del tiempo del fin, y en ella se menciona que Jesús será el juez que reciba a algunos en Su reino y rechace a otros.

Cuando el Hijo del hombre venga en Su gloria y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en Su trono de gloria, y serán reunidas delante de Él todas las naciones; entonces apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Entonces el Rey dirá a los de Su derecha: «Venid, benditos de Mi Padre, heredad el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo»[17].

Entonces dirá también a los de la izquierda: «Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles, porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis». Entonces también ellos le responderán diciendo: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la cárcel, y no te servimos?» Entonces les responderá diciendo: «De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a Mí lo hicisteis». Irán estos al castigo eterno y los justos a la vida eterna[18].

Su reino no tendrá fin

El Antiguo Testamento se refiere a Dios como un rey, ya que en aquel tiempo se consideraba que el cargo de rey era la máxima posición de autoridad. Con ello se pretendía expresar que Dios ejerce dominio sobre todo.

El Señor es Dios grande, el gran Rey sobre todos los dioses[19].

El Señor, el Altísimo, es temible, rey grande sobre toda la tierra[20].

En el Nuevo Testamento, el libro del Apocalipsis describe la batalla entre las fuerzas del bien y las del mal, con Dios del bando del bien. En ese mismo libro, Jesús ejerce fuerte autoridad en el Cielo en calidad de «Rey de reyes y Señor de señores»[21]. En el Evangelio de Marcos, Jesús dice:

El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado. ¡Arrepentíos y creed en el evangelio![22]

El reino al que Jesús se refería no era un reino con una ubicación geográfica concreta, sino que tiene que ver con la relación de cada uno con Dios, la fe en Jesús y la salvación.

Le respondió Jesús: «De cierto, de cierto te digo que el que no nace de nuevo no puede ver el reino de Dios. El que no nace de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios»[23].

Os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo[24].

El Señor me librará de toda obra mala y me preservará para Su reino celestial. A Él sea gloria por los siglos de los siglos[25].

El Nuevo Testamento explica que la autoridad divina será ejercida por el Hijo juntamente con el Padre, y habla del «reino de Cristo y de Dios»[26], así como del «reino de Su amado Hijo, en quien tenemos redención por Su sangre, el perdón de pecados»[27]. En el Evangelio de Mateo, Jesús le dice a Pedro: «A ti te daré las llaves del reino de los cielos»[28]. Jesús se refirió a Sí mismo como el «Hijo del hombre viniendo en Su Reino»[29]. Aludiendo al juicio final, el libro de Mateo menciona que «cuando el Hijo del hombre venga en Su gloria y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en Su trono de gloria»[30].

El Evangelio de Juan hace hincapié de la imagen de Jesús como rey.

Natanael exclamó: «¡Rabí, Tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!»[31]

Tomaron ramas de palmera y salieron a recibirlo, y clamaban: «¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!»[32]

Respondió Jesús: «Mi Reino no es de este mundo; si Mi Reino fuera de este mundo, Mis servidores pelearían para que Yo no fuera entregado a los judíos; pero Mi Reino no es de aquí»[33].

Escribió también Pilato un título, que puso sobre la cruz, el cual decía: «Jesús Nazareno, Rey de los judíos»[34].

En el Evangelio de Mateo hay varias menciones del reino, en las que de nuevo se señala que Jesús es Rey.

[Jesús le dijo a Pedro:] A ti te daré las llaves del reino de los cielos[35].

Jesús les dijo: «De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en el trono de Su gloria…»[36]

Cuando el Hijo del hombre venga en Su gloria y todos los santos ángeles con Él, entonces se sentará en Su trono de gloria[37].

De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí que no gustarán la muerte hasta que hayan visto al Hijo del hombre viniendo en Su Reino[38].

El Evangelio de Lucas dice:

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David, Su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre y Su Reino no tendrá fin[39].

Fuera de los evangelios, a Jesús solo se lo llama explícitamente rey en el libro del Apocalipsis.

Pelearán contra el Cordero [Jesús], y el Cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey de reyes[40].

Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el soberano de los reyes de la tierra[41].

De nuevo vendrá con gloria
para juzgar a vivos y muertos,
y Su reino no tendrá fin.

(Continuará en la novena parte.)


Nota

Todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


[1] The Creed—What Christians Believe and Why It Matters (Nueva York: Doubleday, 2003).

[2] Daniel 7:13,14.

[3] Mateo 25:31.

[4] Mateo 16:27.

[5] Génesis 18:25.

[6] Salmo 7:8.

[7] Isaías 30:18.

[8] Ezequiel 18:30.

[9] Romanos 2:16.

[10] 2 Corintios 5:10.

[11] Romanos 14:10.

[12] Hechos 17:30,31.

[13] 2 Timoteo 4:8.

[14] 1 Tesalonicenses 1:10.

[15] Hebreos 9:28.

[16] Los de Mateo, Marcos y Lucas.

[17] Mateo 25:31,32,34.

[18] Mateo 25:41–46.

[19] Salmo 95:3.

[20] Salmo 47:2. V. también Isaías 6:5, 33:22; Salmo 84:3.

[21] Apocalipsis 19:16.

[22] Marcos 1:15.

[23] Juan 3:3,5.

[24] 2 Pedro 1:11.

[25] 2 Timoteo 4:18.

[26] Efesios 5:5.

[27] Colosenses 1:13,14.

[28] Mateo 16:19.

[29] Mateo 16:28.

[30] Mateo 25:31.

[31] Juan 1:49.

[32] Juan 12:13.

[33] Juan 18:36.

[34] Juan 19:19.

[35] Mateo 16:19.

[36] Mateo 19:28.

[37] Mateo 25:31.

[38] Mateo 16:28.

[39] Lucas 1:32,33.

[40] Apocalipsis 17:14.

[41] Apocalipsis 1:5.