Jesús, Su vida y mensaje: El primer contacto

abril 14, 2015

Enviado por Peter Amsterdam

[Jesus—His Life and Message: First Contact]

Tras Su tentación en el desierto, Jesús regresó a Galilea y dio inicio a Su ministerio de predicar, enseñar y hacer milagros. Tanto Mateo como Marcos sitúan el comienzo de la vida pública de Jesús después del arresto de Juan el Bautista, lo cual posiblemente es una indicación de que Jesús pasó un tiempo cerca del lugar donde había sido bautizado antes de volver a Galilea[1]. En algún momento, antes de empezar Su ministerio, se mudó de la ciudad de Nazaret, donde había vivido hasta entonces, a la de Capernaúm[2].

Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea. Dejando Nazaret, fue y habitó en Capernaúm, ciudad marítima […]. Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir: «¡Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado!»[3]

El Evangelio de Juan cuenta que, antes de regresar a Galilea, Jesús tuvo contacto con algunos de los hombres que luego se convirtieron en Sus primeros discípulos. Los evangelios sinópticos sitúan en un momento posterior el llamamiento de Jesús a esos mismos hombres. Puede que Juan describiera el primer contacto que tuvo Jesús con ellos, y que no fuera sino más tarde cuando los llamó a seguirlo como discípulos. También es posible que Juan situara el llamamiento de esos discípulos antes que en los evangelios sinópticos por motivos literarios.

Así es como lo cuenta Juan:

Al siguiente día estaba otra vez Juan [el Bautista], y con él dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: «¡Este es el Cordero de Dios!» Los dos discípulos lo oyeron hablar y siguieron a Jesús.

Volviéndose Jesús y viendo que lo seguían, les dijo: «¿Qué buscáis?» Ellos le dijeron: «Rabí —que significa “Maestro”—, ¿dónde vives?» Les dijo: «Venid y ved». Fueron y vieron dónde vivía, y se quedaron aquel día con Él, porque era como la hora décima.

Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Aquel encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: «Hemos encontrado al Mesías», que significa «Cristo». Y lo trajo a Jesús. Mirándolo Jesús, dijo: «Tú eres Simón hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas» es decir, Pedro[4].

Tras oír a Juan el Bautista llamar a Jesús «el Cordero de Dios» cuando lo vio pasar, Andrés y un discípulo del Bautista cuyo nombre no se menciona decidieron seguir a Jesús. Siendo discípulos de Juan y habiéndolo oído predicar acerca del que vendría después de él y sería mayor que él, es lógico que quisieran averiguar más sobre ese hombre a quien Juan había llamado «el Cordero de Dios». A Juan se le debe reconocer que les indicó a sus discípulos quién era Jesús y que no puso objeciones a que a partir de ese momento lo siguieran a Él.

Jesús les preguntó por qué lo seguían y, conforme a la cultura de la época, en la que había mucha conciencia de estatus, lo llamaron respetuosamente «Rabí». Al preguntarle a Jesús dónde se alojaba le dieron la oportunidad de ser hospitalario e invitarlos a su casa o al sitio donde se hospedaba. Como ya se acababa el día —era la hora décima, más o menos las cuatro de la tarde—, era muy tarde para que los dos hombres reemprendieran la marcha antes del anochecer, así que las antiguas costumbres dictaban que se los debía invitar a pasar la noche.

Probablemente mientras esos dos discípulos de Juan el Bautista caminaban con Jesús hacia la casa donde Él se alojaba y en las horas que pasaron con Él aquella noche tuvieron conversaciones que calaron muy hondo en ellos y los convencieron de que Jesús era el Mesías, como se evidencia por el hecho de que Andrés luego fue a buscar a su hermano Simón para decirle que habían «encontrado al Mesías» y lo llevó a donde estaba Jesús.

Al otro día Jesús halló a Felipe, que era de la misma ciudad que Andrés y Pedro. Para entonces Pedro y su hermano ya no residían en Betsaida, sino que vivían y trabajaban en Capernaúm. A pesar de que Felipe es un nombre griego, no debía de ser del todo insólito entre los judíos de Galilea, dado que la región estaba bastante helenizada.

Felipe a su vez halló a Natanael y le dijo: «Hemos encontrado a aquel de quien escribieron Moisés, en la Ley, y también los Profetas: a Jesús hijo de José, de Nazaret»[5]. Nazaret era un insignificante pueblo de Galilea que se mantenía al margen de las corrientes principales de la vida judía. Quizá por eso Natanael comentó: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» Es posible que, como Nazaret estaba cerca de Caná, la ciudad de Natanael[6], existiera cierta rivalidad cívica entre ambas aldeas, algo común en la Antigüedad[7]. La pregunta de Natanael es similar a la que hicieron más tarde algunos que se oponían a Jesús, que preguntaron: «¿De Galilea ha de venir el Cristo?», y dijeron: «Escudriña y ve que de Galilea nunca se ha levantado un profeta»[8]. No obstante, como veremos, Natanael captó enseguida que el pueblo de procedencia de Jesús no lo inhabilitaba para ser el Mesías.

Aceptando la invitación de Felipe, que le había dicho: «Ven y ve», Natanael lo siguió hasta donde estaba Jesús.

Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: «¡Aquí está un verdadero israelita en quien no hay engaño!» Le dijo Natanael: «¿De dónde me conoces?» Jesús le respondió: «Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi». Natanael exclamó: «¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!»

Le contestó Jesús: «¿Crees porque te dije: “Te vi debajo de la higuera”? Cosas mayores que estas verás». Y agregó: «De cierto, de cierto os digo: Desde ahora veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre»[9].

Jesús percibió la personalidad de Natanael y lo vio como un hombre íntegro. La respuesta de este fue una confirmación de que Jesús había entendido acertadamente su forma de ser sin conocerlo[10]. Hubo otras ocasiones en que Jesús demostró Su habilidad sobrenatural para saber cosas sobre los demás:

Respondió la mujer y dijo: «No tengo marido». Jesús le dijo: «Bien has dicho: “No tengo marido”, porque cinco maridos has tenido y el que ahora tienes no es tu marido. Esto has dicho con verdad». Le dijo la mujer: «Señor, me parece que Tú eres profeta»[11].

Jesús les respondió: «¿No os he escogido Yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?» Hablaba de Judas Iscariote hijo de Simón, porque él era el que lo iba a entregar, y era uno de los doce[12].

Además de hacer un comentario sobre la personalidad de Natanael, Jesús indicó que lo vio sentado bajo una higuera antes que lo llamara Felipe. Aunque no dice qué hacía debajo de ese árbol, teniendo en cuenta la respuesta de Natanael —«¡Rabí, tú eres el Hijo de Dios! ¡Tú eres el Rey de Israel!»— está visto que para él era muy significativo que Jesús hubiera visto y supiera lo que él estaba haciendo antes de que Felipe lo llamara.

La confesión espontánea de fe de Natanael, que llamó a Jesús Hijo de Dios y Rey de Israel, nos trae a la memoria lo que, según los evangelios sinópticos, dijo Dios de Jesús cuando fue bautizado: «Este es Mi Hijo amado, en quien tengo complacencia»[13] y lo que dijo Juan el Bautista en el Evangelio de Juan: «Yo lo he visto y testifico que este es el Hijo de Dios»[14]. También proclama lo que el pueblo de Israel esperaba del Mesías: que fuera rey de Israel. Más adelante nos encontraremos con la misma expectativa cuando veamos que, unos días antes de la crucifixión de Jesús, la gente clamó: «¡Hosana! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel!»[15]

Jesús dijo que, aunque Natanael había creído por lo que se le había revelado, los discípulos iban a ver «cosas mayores que estas». Y agregó: «De cierto, de cierto os digo: Desde ahora veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre»[16].

Se refería a Génesis 28:12, que cuenta el sueño de Jacob:

[Jacob] tuvo un sueño: Vio una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo. Ángeles de Dios subían y descendían por ella.

Jesús quería dar a entender que Él era la escalera de Jacob, la conexión entre el Cielo e Israel para todos los que como Natanael —un «verdadero israelita»— llegaran a creer. Jesús es el mediador entre Dios en el Cielo y los seres humanos en la Tierra. Es la vía que comunica a Dios con el mundo[17].

Este evangelio relata el primer encuentro con Jesús que tuvieron esos cuatro hombres. Tales encuentros ejemplifican diversas maneras en que una persona puede llegar a conocer al Señor. Andrés se acercó a Jesús a raíz de una verdad sobre Él que había dicho alguien (Juan el Bautista) y que despertó su interés. Pedro fue llevado por Andrés, un familiar. Felipe fue hallado directamente por Jesús, y Natanael porque Felipe le contó que Jesús era aquel que había sido anunciado en las Escrituras.

Asimismo, esos hombres ilustran de qué manera distintas personas responden a la invitación para conocer a Cristo. Dado que su hermano, Simón Pedro, era voluble e impetuoso, Andrés podría haber vivido siempre a la sombra de él. Muchas personas se sienten eclipsadas por sus padres, parientes o amigos. Sin embargo, Andrés se preocupó de llevar a su hermano donde Jesús, y de esa manera prestó un gran servicio a su hermano y a la iglesia.

Simón tenía un carácter fuerte y explosivo y dotes de mando. Jesús, cuando lo conoció, le cambió el nombre a Cefas (en arameo) o Pedro (en griego), que significa piedra. Jesús vio más que su personalidad y reconoció el potencial que tenía y lo que podía llegar a ser.

No se considera que Felipe fuera un discípulo tan destacado como algunos de los otros, por lo menos antes de la muerte y resurrección de Jesús. Las tres veces que se nos habla de él en el Evangelio de Juan es presentado como tímido, apocado e inseguro: cuando Jesús le preguntó cómo podían alimentar a los 5.000[18]; cuando unos griegos que querían ver a Jesús se acercaron a él, y él consultó con Andrés porque al parecer no sabía qué hacer[19], y cuando le pidió a Jesús que le mostrara al Padre[20]. Sin embargo, Jesús reconoció su valía y lo reclutó personalmente. Puede que algunos seamos tímidos y nos mantengamos en un segundo plano; pero aun así podemos llevar a otras personas a conocer al Señor, como hizo Felipe con Natanael y con otros.

Nos podemos imaginar a Natanael, en quien no había engaño, como una de esas personas que al ver señales y otros hechos dramáticos reaccionan dando pasos concretos hacia la fe.

Esta presentación de algunos de los discípulos muestra cómo llama Jesús para que lo sigan a individuos de muy distinta personalidad y cuál es su reacción. El carácter y el temperamento, así como la raza, el color de piel y el credo, no importan, porque el llamado a salvarse y servir que hace Dios es para todos.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


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[1] Después que Juan fue encarcelado, Jesús fue a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios (Marcos 1:14).

V. también Mateo 4:12.

[2] Dejando Nazaret, fue y habitó en Capernaúm, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí (Mateo 4:13).

Cuando Jesús regresó a Capernaúm varios días después, enseguida corrió la voz de que había vuelto a casa (Marcos 2:1, NTV).

[3] Mateo 4:12,13,17. V. también Marcos 1:14,15.

[4] Juan 1:35–42.

[5] Juan 1:45.

[6] Juan 21:2: «Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Dídimo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos de Sus discípulos».

[7] Keener, The Gospel of John, 484.

[8] Juan 7:41,52.

[9] Juan 1:47–51.

[10] Morris, The Gospel According to Matthew, 145. Michaels, The Gospel of John, 130.

[11] Juan 4:17–19.

[12] Juan 6:70,71.

[13] Mateo 3:17. V. también Marcos 1:11, Lucas 3:22.

[14] Juan 1:34.

[15] Juan 12:13.

[16] Juan 1:51.

[17] Keener, The Gospel of John, 490.

[18] Juan 6:5–7.

[19] Juan 12:20–22.

[20] Juan 14:8,9.