Jesús, Su vida y mensaje: Jesús y Juan (3ª parte)

marzo 3, 2015

Enviado por Peter Amsterdam

[Jesus—His Life and Message: John and Jesus (Part 3)]

(Si lo deseas, puedes consultar el artículo introductorio en el que se explican el propósito y el plan de esta serie.)

Antes de adentrarnos en la primera parte de la vida pública de Jesús, seguiremos la evolución del ministerio de Juan con el fin de ver algunas de las relaciones e interacciones entre Jesús y Juan y sus discípulos.

Hubo un período de tiempo en que Jesús y Juan estuvieron predicando simultáneamente. El ministerio de Juan ya estaba en marcha cuando Jesús fue bautizado. Juan era bien conocido: acudía gente de lejos para oírlo predicar y bautizarse.

Algún tiempo después de ser bautizado por Juan, Jesús inició Su vida pública. El Evangelio de Juan nos revela indirectamente que el ministerio de Jesús estaba creciendo y teniendo éxito: cita a los discípulos de Juan el Bautista informando a este que «el que estaba contigo al otro lado del Jordán [Jesús], de quien tú diste testimonio, Él también bautiza, y todos van a Él»[1].

Se nos indican algunos puntos de contacto entre el ministerio de Jesús y el de Juan, como cuando los discípulos de este último fueron a Jesús y le preguntaron:

«¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos muchas veces, y Tus discípulos no ayunan?»[2]

También se nos dice que uno de los discípulos de Jesús sacó a colación lo que Juan enseñaba a sus seguidores:

«Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar y, cuando terminó, uno de Sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos”»[3]. Estando ya más avanzado Su ministerio, cuando algunos judíos quisieron aprehenderlo, Jesús huyó a un lugar donde Juan había bautizado.

Intentaron otra vez prenderlo, pero Él se escapó de sus manos. Y se fue de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde primero había estado bautizando Juan, y se quedó allí[4].

Todos los Evangelios mencionan que Juan fue encarcelado y posteriormente decapitado por Herodes Antipas. Tanto Mateo como Marcos narran los sucesos relacionados con su reclusión y ejecución. Marcos los cuenta de esta manera:

El mismo Herodes había enviado a prender a Juan, y lo había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, mujer de Felipe, su hermano, pues la había tomado por mujer, porque Juan había dicho a Herodes: «No te está permitido tener la mujer de tu hermano». Por eso, Herodías lo acechaba y deseaba matarlo; pero no podía, porque Herodes temía a Juan, sabiendo que era un hombre justo y santo, y lo protegía. Cuando lo oía, se quedaba muy perplejo, pero lo escuchaba de buena gana.

Llegó el día oportuno cuando Herodes, en la fiesta de su cumpleaños, daba una cena a sus príncipes y tribunos y a los altos dignatarios de Galilea. Entró la hija de Herodías y danzó, y agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa. El rey entonces dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y yo te lo daré». Y le juró: «Todo lo que me pidas te daré, hasta la mitad de mi reino». Saliendo ella, dijo a su madre: «¿Qué pediré?» Y esta le dijo: «La cabeza de Juan el Bautista». Entonces ella entró apresuradamente ante el rey, y pidió diciendo: «Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista».

El rey se entristeció mucho, pero a causa del juramento y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desairarla. En seguida el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuera traída la cabeza de Juan. El guarda fue y lo decapitó en la cárcel, trajo su cabeza en un plato y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre. Cuando oyeron esto sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro[5].

Según Josefo, historiador del siglo I, Herodes encarceló a Juan en Maqueronte, una de sus fortalezas al este del mar Muerto, y más tarde lo mandó matar porque tenía miedo de que la gran influencia que ejercía Juan sobre el pueblo indujera a este a rebelarse contra él[6]. Josefo también escribe que Herodes se casó con Herodías, la esposa de su hermano, pero no menciona que ese matrimonio desempeñara un papel fundamental en la muerte de Juan, sino que como historiador que analiza ese suceso en el amplio contexto de acontecimientos de la época, aduce un motivo puramente político. Marcos y Mateo dicen que Juan fue ejecutado por censurar públicamente el matrimonio de Herodes con la mujer de su hermano, con lo que cuentan lo sucedido a la luz de una intriga personal en la corte real[7].

Herodías quería ver muerto a Juan; pero según Marcos, Herodes lo protegía porque lo consideraba bueno y santo. Por otra parte, Mateo dice que el propio Herodes también quería ajusticiar a Juan, pero temía al pueblo, que lo tenía por profeta[8]. Leon Morris hace el siguiente comentario sobre las disparidades entre ambos relatos:

Sin duda la situación que ambos evangelistas se imaginan es que había hostilidad en el palacio por parte del marido y de su esposa. Herodías estaba ofendidísima por lo que había dicho Juan sobre su matrimonio y deseaba que fuera ejecutado, cualesquiera que fueran las consecuencias. Herodes también quería matarlo, pero le preocupaban las consecuencias. Vacilaba porque sabía qué clase de persona era Juan y temía la reacción del pueblo si era ejecutado[9].

Pero a todo eso, ¿quién era Herodías, y por qué su matrimonio con Herodes Antipas planteaba un problema?[10] Morris explica de la siguiente manera la relación, desde luego bastante compleja:

La dama en cuestión era nieta de Herodes el Grande, por ser hija de su hijo Aristóbulo. Se casó con su tío Herodes Filipo I (que debe distinguirse del tetrarca Herodes Filipo II que aparece en Lucas 3:1), el cual era hermanastro de Herodes Antipas. Herodes Filipo I y Herodías tuvieron una hija, Salomé. Por su parte, Herodes Antipas se casó con una princesa nabatea (cuyo nombre se desconoce), hija del rey Aretas; pero sucedió que Herodes Antipas y Herodías se enamoraron. Decidieron casarse, y así fue cómo Herodías abandonó a Herodes Filipo I. La hija de Aretas se enteró de lo que estaba ocurriendo y huyó con su padre, que inmediatamente le declaró la guerra a Herodes y lo derrotó (lo cual provocó una intervención romana). Más tarde resulta que Salomé, la hija de Herodías, la que bailó en la fiesta, se casó con Herodes Filipo II, hermanastro de Herodes Filipo I, con lo que se convirtió en tía y hermanastra de su propia madre[11].

Era una situación compleja. La ley mosaica prohibía tajantemente casarse con la mujer de un hermano[12]:

No tengas relaciones sexuales con tu cuñada, la esposa de tu hermano, porque esto deshonraría a tu hermano[13]. Si un hombre le quita la esposa a su hermano, es un acto de impureza. Ha deshonrado a su hermano[14].

Evidentemente, la familia de Herodes no hacía mucho caso de la Ley, ya que el matrimonio de Antipas con Herodías fue un incumplimiento flagrante de la misma.

Aunque no consta cuánto tiempo estuvo Juan encarcelado antes de su ejecución, algunos comentaristas proponen que debió de ser más o menos por un año. Por los Evangelios sabemos que, cuando mataron a Juan, el ministerio de Jesús ya estaba bastante avanzado.

La brutal muerte de Juan se produjo en el curso de la celebración del cumpleaños de Herodes, a la que asistieron altos cargos políticos, comandantes romanos y otros dignatarios[15]. A los lectores del siglo I probablemente no les sorprendió que en la fiesta hubiera bailes, aunque lo lógico habría sido que las artistas hubieran sido bailarinas contratadas. Se habría considerado bastante de mal gusto que una princesa, Salomé, bailara ante un grupo de hombres en una fiesta[16]. El baile agradó mucho a Herodes, que le ofreció a ella todo lo que quisiera, «hasta la mitad de mi reino»,algo parecido a lo que le prometió a Ester el rey Asuero en el Antiguo Testamento[17].

Salomé, que posiblemente tenía entre 12 y 14 años[18], consultó con su madre y, siguiendo las instrucciones de esta, regresó enseguida y le dijo a Herodes: «Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista». Al pedir que se la entregara en el acto y en un plato no le dejó a Herodes ningún margen para realizar alguna maniobra o posponer la ejecución. Esa intriga palaciega de Herodías obligó a Herodes a acceder inmediatamente a la petición. Herodes cumplió su promesa y de esa manera quedó bien ante sus invitados, pero asesinó a una persona inocente. Guelich observa:

Herodías, que en un principio había sido la causa del encarcelamiento de Juan, consigue al final su trofeo[19].

Antes de morir, Juan se hizo preguntas sobre Jesús y Su ministerio. Mateo cuenta que «al oír Juan en la cárcel los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos a preguntarle: “¿Eres tú aquel que había de venir o esperaremos a otro?”»[20] ¿Cómo es que Juan —que anteriormente había reconocido que Jesús era ese otro individuo más poderoso que había de venir y que no necesitaba ser bautizado— ahora pone en duda las credenciales de Jesús? Al preguntarle si deben esperar a otro, insinúa que Jesús es simplemente otro precursor del Mesías y que el auténtico Mesías aún ha de venir. ¿Qué motivó a Juan a enviar a sus discípulos a inquirir sobre esto? Probablemente se debió al concepto que tenía del papel del Mesías.

Cuando Juan habló del que vendría después de él, se imaginaba que traería consigo castigos:

El hacha ya está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto se corta y se echa al fuego. […] Su aventador está en Su mano para limpiar Su era. Recogerá el trigo en Su granero y quemará la paja en fuego que nunca se apagará[21].

El ministerio de Jesús no cuadraba con las expectativas de Juan, que en líneas generales coincidían con las del pueblo judío de la época[22]. En vez de traer castigos y liberación, Jesús se trataba con personas normales y corrientes, les hablaba de Dios y sanaba a los enfermos. A Juan y a otros que pensaban como él no les daba la impresión de que Jesús, por la naturaleza de sus actividades, pudiera ser el Mesías. Los conceptos erróneos de Juan sobre la función del Mesías lo tenían perplejo; por eso deseaba que le aclararan cuál era el papel de Jesús. La respuesta que este le da muestra cuál es la interpretación correcta del papel del Mesías y al mismo tiempo identifica a Jesús con el Mesías.

Jesús dice a los discípulos de Juan:

Id, haced saber a Juan lo que habéis visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres es anunciado el evangelio; y bienaventurado es el que no halle tropiezo en Mí[23].

Jesús responde con alusiones a diversos pasajes del libro de Isaías. No era necesario que citara los versículos completos porque la gente en aquel entonces era muy versada en las Escrituras; bastaba con que uno dijera unas palabras de un versículo para que los oyentes los recordaran en su totalidad. Se refería, por ejemplo, a estos:

Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos y destapados los oídos de los sordos. Entonces el cojo saltará como un ciervo y cantará la lengua del mudo, porque aguas serán cavadas en el desierto y torrentes en la estepa[24]. […] Sordos, oíd, y vosotros, ciegos, mirad para ver[25]. […] Me ha ungido el Señor. Me ha enviado a predicar buenas noticias a los pobres, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos y a los prisioneros apertura de la cárcel[26].

Juan (y los primeros lectores de los Evangelios) habría entendido que Jesús le respondía que estaba haciendo aquello para lo que el Espíritu del Señor lo había ungido. En los capítulos que se encuentran justo antes de la pregunta de Juan, tanto Lucas como Mateo mencionan las tremendas cosas que hacía Jesús. Lucas lo expresa de esta manera:

Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a Él; y Él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. También salían demonios de muchos, dando voces y diciendo: «¡Tú eres el Hijo de Dios!»[27] […] Una gran multitud de gente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón […] había venido para oírlo y para ser sanados de sus enfermedades; también los que habían sido atormentados por espíritus impuros eran sanados. Toda la gente procuraba tocarlo, porque poder salía de Él y sanaba a todos[28].

Juan se centraba en la función del Mesías como juez. Jesús dio una imagen más amplia de la misión del Mesías. Si bien a la larga el juicio vendrá por la mano del Mesías, el papel de Jesús en la Tierra no estaba centrado en los castigos, sino en manifestar el gran amor de Dios por la humanidad por medio de Sus enseñanzas y acciones. La respuesta que le dio Jesús a Juan redefinió el rol del Mesías. A los discípulos de Juan les encargó que le transmitieran el mensaje de que no había necesidad de buscar a otro, pues aunque los hechos de Jesús no satisficieran las expectativas de Juan, sí satisfacían las de Dios.

Cuando los discípulos de Juan se marcharon, Jesús habló de Juan a la gente:

«¿Qué salisteis a ver al desierto? ¿Una caña sacudida por el viento? ¿O qué salisteis a ver? ¿A un hombre cubierto de vestiduras delicadas? Los que llevan vestiduras delicadas, en las casas de los reyes están. Pero ¿qué salisteis a ver? ¿A un profeta? Sí, os digo, y más que profeta»[29].

Leon Morris explica:

Sin una fuerte motivación, la gente no salía al desierto, y en este caso la ilusión de ver a un profeta constituía esa fuerte motivación. Un profeta era un portavoz de Dios; entre los judíos no había pedestal más alto en el que poner a una persona. Y aunque antaño había habido muchos profetas, la gente de aquella época nunca había visto uno, ni sus antepasados durante cientos de años. Así que salían en tropel para ver a un profeta[30].

Jesús está de acuerdo en que Juan es un profeta y declara que es aún más que un profeta. Así es como evalúa a Juan y su ministerio:

«Este es de quien está escrito: “Yo envío Mi mensajero delante de Ti, el cual preparará Tu camino delante de Ti”. De cierto os digo que entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; y, sin embargo, el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él. Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan. Todos los profetas y la Ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga»[31].

Jesús cita las Escrituras para señalar que Juan es el mensajero de Dios, el «Elías que había de venir». Luego afirma que nunca ha habido nadie superior a él, que es más que un profeta, pues en él también se cumplen profecías. Es el precursor enviado para preparar al pueblo para la venida del Mesías. Sin embargo, con todo lo grande que es, «el más pequeño en el reino de los cielos es mayor». Jesús no está restándole valor a Juan, ni comparando su talla moral o su servicio a los de otros. Está hablando de privilegios, de que los menores en el reino de Dios son mayores que Juan, no por lo que hacen por Dios, sino por lo que Dios hace por ellos. Ni siquiera el privilegio de ser un heraldo o precursor de Dios en la Tierra, como Juan, es superior al de participar en el ministerio del que viene después y ser heredero del reino que Juan, como último de los profetas de antaño, previó y predijo[32].

A continuación, Mateo declara:

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan[33].

Se suele ver en este versículo una imagen del reino de Dios siendo atacado por hombres violentos. Sin embargo, se entiende mejor al analizarlo a la luz de Miqueas 2:13, que dice:

Subirá el que abre caminos delante de ellos; abrirán camino, pasarán la puerta y saldrán por ella. ¡Su rey pasará delante de ellos, y el Señor a su cabeza![34]

Este versículo habla de dos personas: el que abre el camino o abre brecha, y el rey que pasa por la brecha a la cabeza de su pueblo. Esas dos personas desempeñan un rol prominente en la expectativa judía de la llegada de redención. Elías debía venir primero y abrir brecha, seguido de los que pasaran con su rey, el Mesías[35]. Jesús dijo que Juan era Elías:

Todos los profetas y la Ley profetizaron hasta Juan. Y si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir[36].

Juan es el que rompe camino, el que abre brecha y hace que se abra el reino. Luego los demás pasan por la brecha, conducidos por su rey, el Mesías.

El versículo en cuestión podría traducirse así:

Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos se está abriendo, y los que salen lo persiguen[37].

Desde el principio del ministerio de Juan, el reino de Dios se está abriendo, y los que salen por él «persiguen con todas sus fuerzas los principios del reino de Dios. Se dedican intensamente a la obra del Señor. Buscan en cada faceta de su vida que Dios los gobierne. Se convierten en súbditos del rey, aceptan el yugo del reino de los Cielos y aspiran a ver penetrar en este mundo poblado de personas que necesitan a Dios el poder redentor del amor sanador»[38].

Jesús tenía a Juan en gran estima, aun después que este puso en duda el papel de Jesús. Jesús reiteró la significación del llamamiento y el ministerio de Juan al relacionarlos con esta profecía del Antiguo Testamento:

«Yo envío Mi mensajero delante de Ti, el cual preparará Tu camino delante de Ti»[39].

Seguidamente Jesús señala que las reacciones ante el ministerio de Juan y el Suyo son similares, aunque sus métodos y estilos sean distintos.

«¿A qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas y gritan a sus compañeros, diciendo: “Os tocamos flauta y no bailasteis; os entonamos canciones de duelo y no llorasteis”, porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dicen: “Demonio tiene”. Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: “Este es un hombre comilón y bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores”. Pero la sabiduría es justificada por sus hijos»[40].

El significado de esta parábola ha sido tema de debate. Según una de las interpretaciones, «esta generación» se lamenta de que Jesús y Juan no se comporten como ellos, los quejicas, creen que deberían hacerlo. Les parece que Juan tiene un demonio porque es un asceta; por otra parte, Jesús no elude el trato con los pecadores, sino que come y bebe con los peores de todos, por lo que es considerado un glotón y un borracho. Jesús compara a la gente que se lamenta de que ni Él ni Juan bailen al son de su música con niños consentidos que se quejan de que sus compañeros no hacen lo que ellos quieren.

A lo largo de Su ministerio, a Jesús se le critica por no cumplir las expectativas. De cualquier manera, al final se verá la sabiduría que había en la manera de proceder de Dios, aunque no cuadre con lo que esperaba la mayoría.


Nota

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.


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[1] Juan 3:26.

[2] Mateo 9:14.

[3] Lucas 11:1.

[4] Juan 10:39,40.

[5] Marcos 6:17–29.

[6] Antigüedades de los judíos, libro XVIII, capítulo V, 2.

[7] Guelich, World Biblical Commentary, «Mark», 331.

[8] Mateo 14:5.

[9] Morris, The Gospel According to Matthew, 143.

[10] Este matrimonio y su trasfondo se explicaron brevemente en otro artículo de esta serie, Jesús, Su vida y mensaje: Gobernantes y grupos religiosos.

[11] Morris, The Gospel According to Matthew, 142.

[12] A menos que se tratara de un levirato. Deuteronomio 25:5,6: «Si dos hermanos habitan juntos y uno de ellos muere sin tener hijos, la mujer del muerto no se casará fuera de la familia, con un hombre extraño; su cuñado se llegará a ella, y restableciendo con ella el parentesco, la tomará como su mujer. El primogénito que ella dé a luz llevará el nombre de su hermano muerto, para que el nombre de este no sea borrado de Israel».

[13] Levítico 18:16 (NTV).

[14] Levítico 20:21 (NTV).

[15] Guelich, World Biblical Commentary, «Mark», 322.

[16] Morris, The Gospel According to Matthew, 372.

[17] «Dijo el rey: “¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará”» (Ester 5:3).

[18] Morris, The Gospel According to Matthew, 373.

[19] Guelich, World Biblical Commentary, «Mark», 333.

[20] Mateo 11:2,3.

[21] Lucas 3:9,17.

[22] En Jesús, Su vida y mensaje: Antecedentes entramos en más detalles sobre las expectativas con relación al Mesías.

[23] Lucas 7:22: Mateo 11:4–6.

[24] Isaías 35:5,6.

[25] Isaías 42:18.

[26] Isaías 61:1,

[27] Lucas 4:40,41.

[28] Lucas 6:17–19.

[29] Mateo 11:7–9.

[30] Morris, The Gospel According to Matthew, 279.

[31] Mateo 11:10–15.

[32] W. C. Kaiser, Jr., P. H. Davids, F. F. Bruce y M. T. Brauch: Pasajes difíciles de la Biblia, El Paso: Editorial Mundo Hispano, 2010.

[33] Mateo 11:12.

[34] Los puntos que se tratan aquí constituyen un resumen de lo que expone Young en Jesus the Jewish Theologian.

[35] Young, Jesus the Jewish Theologian, 54.

[36] Mateo 11:13,14.

[37] Young, Jesus the Jewish Theologian, 55.

[38] Ibid.

[39] Mateo 11:10; Malaquías 3:1.

[40] Mateo 11:16–19.