Jesús, Su vida y mensaje: La muerte de Jesús (3ª parte)
abril 26, 2022
Enviado por Peter Amsterdam
Jesús, Su vida y mensaje: La muerte de Jesús (3ª parte)
[Jesus—His Life and Message: The Death of Jesus (Part 3)]
Si bien los cuatro Evangelios coinciden en su relato de la muerte de Jesús en la cruz, cada uno menciona ciertos detalles únicos. En este artículo usaremos como base el texto del Evangelio de Mateo, aunque también incluiremos pasajes de los otros tres.
El Evangelio de Marcos indica que «era la hora tercera cuando lo crucificaron»[1]. La «hora tercera» serían alrededor de las 9 de la mañana. El de Juan dice: «Era […] como la hora sexta»[2], o sea, el mediodía. Los comentaristas ofrecen diversas explicaciones sobre esta discrepancia en las horas, siendo la opinión general que Jesús fue crucificado entre las 9 y las 12 de la mañana.
Entonces crucificaron con Él a dos ladrones, uno a la derecha y otro a la izquierda[3].
Los cuatro evangelios refieren que otras dos personas fueron crucificadas al mismo tiempo que Jesús[4]. A Él lo crucificaron en medio, con un hombre a cada lado. El Evangelio de Lucas dice: «Llevaban también con Él a otros dos, que eran malhechores, para ser ejecutados»[5]. Es probable que estos dos delincuentes llevaran sus travesaños al Gólgota como Jesús.
Los que pasaban lo insultaban meneando la cabeza y diciendo: «Tú, el que derribas el Templo y en tres días lo reedificas, sálvate a Ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz». De esta manera también los principales sacerdotes, junto con los escribas, los fariseos y los ancianos, se burlaban de Él[6].
Jesús y los dos ladrones fueron crucificados en un lugar de fácil acceso para la población de Jerusalén, posiblemente al lado de un camino que conducía a la ciudad, por donde pasaba mucha gente. Algunos lo insultaban; otras versiones de la Biblia dicen que «la gente […] se burlaba de Él»[7] o que «lo injuriaban»[8]. Algunos meneaban la cabeza. El significado de menear la cabeza no viene explicado, pero en el Antiguo Testamento aparece varias veces la expresión con una connotación negativa. En el libro de Job dice:
¡También yo podría hablar del mismo modo si estuvieran ustedes en mi lugar! ¡También yo pronunciaría bellos discursos en su contra, meneando con sarcasmo la cabeza![9]
En el libro de Lamentaciones dice:
Los que pasan por el camino se asombran al verte. Hacen gestos y sacuden su cabeza al ver a la hija de Jerusalén[10].
Al burlarse de Jesús, los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos decían:
A otros salvó, pero a Sí mismo no se puede salvar. Si es el Rey de Israel, que descienda ahora de la cruz, y creeremos en Él. Confió en Dios; líbrelo ahora si le quiere, porque ha dicho: «Soy Hijo de Dios»[11].
Los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos eran los tres grupos importantes que constituían el Sanedrín, el máximo órgano judío de gobierno que había en Israel. Su rechazo de Jesús es representativo del rechazo de la mayor parte de la clase dirigente judía[12].
Probablemente no era habitual que personas de relieve como los principales sacerdotes, los escribas y los ancianos asistieran a una crucifixión, por lo que su presencia nos permite hacernos una idea de su animosidad y su deseo de venganza contra Jesús. El público en general dirigía sus comentarios a Jesús («Tú, el que derribas el Templo y en tres días lo reedificas, sálvate a Ti mismo. Si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz»); en cambio, los aristócratas dirigían sus palabras a sus pares, aunque probablemente bastante alto para que Jesús los oyera («A otros salvó, pero a Sí mismo no se puede salvar. Si es el Rey de Israel, que descienda ahora de la cruz, y creeremos en Él»). Cierto autor señala que, aunque afirmaban que creerían en Él si bajaba de la cruz, lo más probable es que no habría sido así, como demuestra el hecho de que, cuando resucitó, siguieron sin creer[13].
Aun cuando estos líderes judíos se burlaban de Jesús, no podían dejar de reconocer que Él confiaba en Dios. A lo largo de la vida y el ministerio de Jesús, Su confianza en Su Padre fue palmaria a los ojos de todos. No obstante, pese a admitir que Jesús confiaba en Dios, no entendían que Dios estaba cumpliendo «Su propósito de salvación por medio de aquel que sufría en la cruz»[14].
El Evangelio de Marcos dice que «también los que estaban crucificados con Él lo insultaban»[15]. El de Mateo dice lo mismo: «Del mismo modo lo insultaban los ladrones que habían sido crucificados con Él»[16]. El de Lucas se aparta de estos dos relatos y describe como favorable a Jesús a uno de los delincuentes que había sido crucificado.
Uno de los malhechores que estaban colgados allí le lanzaba insultos, diciendo: «¿No eres Tú el Cristo? ¡Sálvate a Ti mismo y a nosotros!» Pero el otro le contestó, y reprendiéndolo, dijo: «¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? Nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero este nada malo ha hecho». Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en Tu reino». Entonces Jesús le dijo: «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso»[17].
Hay varias maneras de explicar por qué dos de los evangelios dicen que ambos delincuentes recriminaron a Jesús, y en cambio otro evangelio dice que fue solo uno. La siguiente explicación es bastante plausible:
Al principio, ambos malhechores vituperan a Jesús; pero luego el segundo se queda impresionado con Él y cambia de opinión. Esta antigua explicación se remonta a Orígenes, Crisóstomo y Jerónimo[18].
Según el texto del Evangelio de Lucas, uno de los dos delincuentes crucificados con Jesús «le lanzaba insultos, diciendo: “¿No eres Tú el Cristo? ¡Sálvate a Ti mismo y a nosotros!”»[19]. Otras versiones de la Biblia dicen que «empezó a insultarlo» (NVI), «lo injuriaba» (RVA-2015) o «se burló» (NTV). Esos escarnios son similares a los que había sufrido antes por parte de los líderes judíos y los soldados.
Los gobernantes se burlaban de Él diciendo: «A otros salvó; sálvese a Sí mismo, si este es el Cristo, el escogido de Dios»[20].
Los soldados también se burlaban de Él, […] diciendo: «Si Tú eres el Rey de los judíos, sálvate a Ti mismo»[21].
La pregunta del primer malhechor, «¿No eres Tú el Cristo?», no era una declaración de lo que él creía, sino más bien un reto sarcástico, algo así como: «Si realmente eres el Cristo, como Tú dices, demuéstralo salvándote a Ti mismo y salvándonos también a nosotros dos de la crucifixión».
El segundo delincuente reprende al primero. Considera que, en el caso de ellos, la crucifixión es un castigo justo, y por tanto le parece que vituperar a Jesús es una hipocresía. Le pregunta al primero qué derecho tiene a burlarse de Jesús, una persona inocente, cuando ellos son culpables y merecen legítimamente morir por sus fechorías, pues están recibiendo «lo que merecen» por sus hechos. Con esta declaración, el segundo malhechor reconoce su pecado y se arrepiente. También da testimonio de que Jesús «nada malo ha hecho». Es la tercera persona, después de Pilato y Herodes, que declara que Jesús es inocente[22].
Seguidamente, este segundo delincuente le pide a Jesús que se acuerde de él. Cierto autor comenta:
Su forma de dirigirse a Él, «Jesús», sorprende por la intimidad que denota, ya que en ningún otro pasaje de los Evangelios se dirige una persona a Jesús llamándolo simplemente por Su nombre, sin ningún título específico o reverencial[23].
En los Evangelios, a Jesús se le llama «Jesús, Hijo del Dios Altísimo» (Marcos 5:7, Lucas 8:28); «Jesús, Hijo de David» (Marcos 10:47, Lucas 18:38); o «Jesús, Maestro» (Lucas 17:13). Este mismo autor añade:
La primera persona con suficiente confianza para hablarle de una manera tan familiar es un reo que además será la última persona que hable con Él en la Tierra antes de que muera[24].
El segundo malhechor solicitó alcanzar la vida en la parusía (la segunda venida de Jesús, cuando Él venga a juzgar a los vivos y a los muertos); pero Jesús le aseguró: «Hoy estarás conmigo en el paraíso».
Cierto autor explica:
Jesús le promete a este delincuente que ese mismo día estará con Él y vivirá entre los justos. La respuesta de Jesús también da a entender que este malhechor permanecerá en un estado intermedio de consciencia hasta la resurrección, aunque esta conclusión está implícita y no explícita. La muerte para este hombre es una mera transición. Él también conocerá la victoria y la liberación gracias al Rey al que reconoce, y esa liberación es instantánea. […] Una llamada a Jesús produce resultados inmediatos[25].
(Continuará.)
Nota
A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995 © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso.
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[1] Marcos 15:25.
[2] Juan 19:14.
[3] Mateo 27:38.
[4] Marcos 15:27, Lucas 23:32, Juan 19:32.
[5] Lucas 23:32.
[6] Mateo 27:39–41.
[7] NBV (Nueva Biblia Viva).
[8] NBLA (Nueva Biblia de las Américas).
[9] Job 16:4 (NVI).
[10] Lamentaciones 2:15 (PDT).
[11] Mateo 27:42,43.
[12] France, The Gospel of Matthew, 717.
[13] France, The Gospel of Matthew, 718.
[14] France, The Gospel of Matthew, 719.
[15] Marcos 15:32.
[16] Mateo 27:44.
[17] Lucas 23:39–43 (NBLA).
[18] Alfred Plummer, A Critical and Exegetical Commentary on the Gospel According to St. Luke, International Critical Commentary (Edimburgo: Clark, 1896).
[19] Lucas 23:39 (NBLA).
[20] Lucas 23:35.
[21] Lucas 23:36,37.
[22] Lucas 23:4,14,15,22.
[23] Brown, La muerte del Mesías, tomo 2.
[24] Brown, La muerte del Mesías, tomo 2.
[25] Bock, Luke Volume 2: 9:51–24:53, 1858.