Reflexiones acerca del Rey

mayo 9, 2020

Enviado por María Fontaine

[Thoughts on the King]

Acerca del regalo de la salvación, podría surgir la pregunta de por qué Dios —que es omnipotente—, tuvo que enviar a Su amado Hijo a la Tierra, a morir por nosotros en el mayor sacrificio de todos los tiempos. ¿No podía limitarse a perdonarnos con un chasquido de los dedos y decir: «hecho está»? ¿Por qué no lo hizo? Porque quería que entendiéramos cómo es Su amor ilimitado y lo lejos que ese amor llegaría por nosotros. Jesús estuvo dispuesto a ayudarnos a entender lo que es el amor por medio de lo que Él nos dio a todos nosotros.

¿Cómo podríamos aprender a entender el Espíritu de Amor de Dios si no hubiéramos visto el ejemplo de Jesús, Su sufrimiento y sacrificio, y que confió en Su Padre para todo? De la misma manera, Jesús nos pide que andemos como Él anduvo, que con valentía enfrentemos lo que llegue a nuestra vida, que confiemos en que Él nos sacará adelante.

El mejor ejemplo que podemos dar es tener fe, incluso en circunstancias adversas; eso puede motivar a otros a querer hacer lo mismo. En la Biblia pueden leer acerca del ejemplo de Jesús y también en los libros que describen cómo en el pasado los cristianos manifestaron su fe y confianza, pero cuando pueden ver a Sus hijos, que tienen padecimientos similares a lo que ellos enfrentan, manifestar fe en la actualidad, eso los ayuda a entenderlo mejor y también a querer esa fe.

Jesús nos pide que demos ejemplo de confianza en algunas cosas que pueden parecernos muy traumáticas, pero Él ha prometido estar con nosotros para guardarnos en todos nuestros caminos y que no nos dará más de lo que podemos soportar. Promete que siempre abrirá camino, incluso en los peores momentos.

Jesús entiende nuestros padecimientos. Fue visto con desconfianza; soportó dolor, humillación, crítica, ira, oposición, celos, desprecio y mentiras. Enfrentó cansancio, sueño, hambre, sed, frío y enfermedad. Fue despreciado, rechazado, insultado, traicionado, abandonado, excluido y finalmente torturado y ejecutado.

Sufrió todo lo que le podría pasar a un ser humano. Nos enseñó con Su ejemplo e instrucción cómo enfrentar dificultades y hasta hallar gozo en medio de los problemas. Nos dio una forma de hallar paz en todo y salir vencedores. Eligió dar una y otra vez hasta que solo quedara un frágil hilo de vida, y luego también dio eso, no para recibir gloria o alabanza, sino por la alegría de ofrecernos el amor que solo Él podría darnos. Nos dijo:

«Como el Padre me envió a Mí, así Yo los envío a ustedes».  Juan 20:21 (NTV)

«Les doy un nuevo mandamiento: ámense unos a otros. Tal como Yo los he amado, ustedes deben amarse unos a otros».  Juan 13:34 (NTV)

Jesús ya pagó el precio más alto por nuestra salvación. Ahora nos da las fuerzas, por medio de Su Espíritu Santo, para dar a otros ejemplo de Su amor. Con amor, nos prepara para las tareas que tenemos por delante. El proceso de aprendizaje de la vida con frecuencia pone a prueba nuestro temple y nos enseña por medio de difíciles experiencias, a fin de bendecirnos con el entendimiento, la convicción y la compasión que necesitamos para ayudar a otros. Y promete hacer que valgan la pena todos los sacrificios.

«Tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse».  Romanos 8:18 (RVR 1995)

«Así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda también por el mismo Cristo nuestra consolación».  2 Corintios 1:5 (RVR 1995)

Pongamos atención a las cavilaciones que reproducimos a continuación. Son de personas que han sufrido en gran medida.

«¿Cómo puedo esperar llegar a conocer a Jesús como Él querría ser conocido si mi vida transcurre sin problemas ni dolor? ¿Cómo espero entender algo de lo que siente Dios por este planeta quebrantado si nunca lloro porque su quebranto me afecta y me parte el corazón? ¿Cómo puedo reflejar Su imagen si nunca soy partícipe de Sus sufrimientos?»  Carolyn Custis James

«Créeme, cuando seas muy infeliz, hay algo que puedes hacer en el mundo. Mientras alivies el dolor de otro ser humano, tu vida no será en vano».  Helen Keller

«Una de las realidades más interesantes del sufrimiento es que nuestro dolor también le dice algo a los que nos rodean. El mundo tiende a acercarse al enfermo de cáncer que tiene esperanza y paz. Los que observan se quedan asombrados con los padres que se aferran al Buen Padre cuando sepultan a su propio hijo. Mis amigos se sorprenden cuando no hago caso de las palabras de odio debido a mi discapacidad [no tener brazos] y me concentro en lo que Dios dice de mí». Daniel Ritchie

«Cuando se apodera de ti el llamamiento de Dios en tu vida, todo adquiere un nuevo significado. Empiezas a ver todas las facetas de tu vida, lo que incluye el dolor, como un medio por el que Dios obra a fin de que otros se acerquen a Él».  Charles Stanley

«“A pesar de la tristeza, la pérdida y el dolor, seguimos adelante; sembramos en la llanura árida de Birmania, cosechamos en el monte de Sion”. Si no estuviera seguro de que cada padecimiento fue ordenado con infinito amor y misericordia, no podría haber sobrevivido a mis sufrimientos acumulados». Adoniram Judson

«Antes pensaba que nacer sin brazos era lo más terrible que le podría pasar a una persona. En Cristo, Él me ha ayudado a decir que lo peor y más doloroso que me ha sucedido es también lo mejor que podría haberme pasado».  Daniel Ritchie

«Un cristiano es alguien que participa en el sufrimiento de Dios en el mundo». Dietrich Bonhoeffer

«Si hacemos algo para promover el reino de Dios, podemos esperar que encontraremos lo que Cristo encontró en el camino: abuso, indiferencia, injusticia, malentendido, problemas. Acéptenlo. ¿Por qué no? Para eso fueron llamados». (V. 1 Pedro 2:21.)  Elisabeth Elliot

«Nuestro dolor nos da una tribuna. Luego, surge esta pregunta: ¿Qué le digo al mundo en medio de mi dolor? ¿Dejo que mi fe se vuelva el producto de mis circunstancias o Dios todavía es bueno incluso si mis circunstancias no lo son? Cuando llega el sufrimiento, no cambia el alcance de Su carácter y gracia. A medida que confío en Dios, incluso en mi dolor, dejo que mi vida hable de una esperanza que se extiende mucho más allá de lo que podemos ver o tocar.

»Tenemos el difícil llamamiento de 1 Pedro 1:6-7 donde se nos manda que nos regocijemos cuando estemos en diversos padecimientos. ¿Por qué alegrarnos? “Estas pruebas demostrarán que su fe es auténtica. […] Les traerá mucha alabanza, gloria y honra en el día que Jesucristo sea revelado a todo el mundo” (NTV). Nuestra disposición de sufrir con alegría para la gloria de Dios lleva un testimonio que ninguno de nosotros podría expresar. Señalamos hacia un Dios glorioso que ofrece un tesoro que ni las polillas ni el óxido pueden destruir (Mateo 6:19-20)». Daniel Ritchie

«Pablo dice en 2 Corintios 1:3-6 (NTV): “Toda la alabanza sea para Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Dios es nuestro Padre misericordioso”. Dios no solo deja que tengamos dolor porque nos ayuda a desarrollarnos. Permite que Sus hijos sientan dolor para llevar a cabo un propósito. Dejó que José pasara más de 13 años en esclavitud y prisión de modo que pudiera salvar a una nación y a su pueblo. Permitió que la iglesia primitiva fuera perseguida de modo que el evangelio se divulgara más allá de Jerusalén. Permitió que Jesús tomara la copa y sufriera por nuestra salvación».  Steven Furtick

«Cuando los cristianos sufren, ellos, al igual que Pablo, pueden cobrar ánimo por el hecho de que su vida dará testimonio del poder de la Resurrección, ya sea por medio del acto de Dios de liberación o incluso con mayor profundidad, por medio de la manifestación de su aguante. En todo caso, se nos pide que confiemos en Dios en medio de nuestras aflicciones con la confianza de que al final Dios nos librará. Al hacerlo, el poder de Dios se manifestará en nuestra debilidad». Scott Hafemann

«Dios nos consuela de modo que podamos consolar a otros.

»Dios nos otorga misericordia, a fin de que seamos misericordiosos con otros.

»Cuando sufrimos, Dios nos apoya de todo corazón, de modo que nosotros apoyemos de todo corazón a otros que sufren.

»Dios nunca nos deja solos en nuestro sufrimiento, a fin de que no dejemos solos a otros en su sufrimiento».  Anónimo

«Es hermoso cuando el consuelo se difunde de esta manera, y debería suceder más a menudo en el cuerpo de Cristo. Es tierno ver personas redimir su sufrimiento al quitar la vista de sí mismas y dirigir la mirada hacia Dios en busca de fortaleza, y luego hacia otros para ofrecerles el consuelo que Dios les dio».  Dave Zuleger

«Queremos evitar el sufrimiento, la muerte, el pecado, las cenizas. Sin embargo, vivimos en un mundo destrozado, quebrantado y partido, un mundo que Dios mismo visitó para redimirlo. Recibimos su vida y, al permitirnos el privilegio de sufrir con Él, entonces podemos servir abnegadamente a los demás».  Elisabeth Elliot

«Cristo nos consuela, de modo que podamos dar Su consuelo a un mundo que sufre. Nuestro dolor crea un ministerio de consuelo que podemos tener. Debemos exhibir Su gracia y no esconderla en nuestro silencio. A medida que nuestro dolor grita a un mundo que sufre, hagamos que nuestra vida siempre cante el hecho de que Dios es glorioso, incluso cuando nuestras circunstancias no lo sean».  Daniel Ritchie

«La fe de quienes los observan se afianza cuando los ven invocar Mis promesas y reclamar las victorias, pedirme que me ocupe del asunto y que de alguna forma los saque adelante a pesar de las aparentes derrotas y fracasos. Cuando los ven trastabillar y caer, pero también los ven persistir en la lucha a pesar de no tener prueba alguna de que saldrán adelante, solo porque están convencidos de que cumpliré Mi parte, la fe de ellos aumenta y también aprenden a confiar en Mí cuando algo les sale mal».  Jesús

«[Dios es] la fuente de todo consuelo. Él nos consuela en todas nuestras dificultades para que nosotros podamos consolar a otros. Cuando otros pasen por dificultades, podremos ofrecerles el mismo consuelo que Dios nos ha dado a nosotros.  2 Corintios 1:3-4 (NTV)