Una evaluación personal

febrero 25, 2011

Enviado por María Fontaine

Alguien se preguntaba cómo lo veía el Señor: cómo lo veía al observar su vida; cómo lo valuaba. La persona en cuestión no estaba del todo contenta consigo misma ni con sus logros.

Reproducimos a continuación lo que le dijo el Señor. Si esto hace eco en tu corazón y eres capaz de imaginar que Jesús te dirige a ti estas palabras, deja que sea fuente de ánimo para ti también, porque Jesús tiene suficiente amor para todos. De lo contrario, puedes pedirle que te dirija unas palabras, exclusivamente para ti.

(Jesús:) Permíteme decirte lo que veo al mirarte:

  • Veo a Mi amado hijo. Tal como un padre o una madre contemplan con cariño a su hijo y los embarga un sentimiento de amor, así te miro yo. Me llena de orgullo ver cómo pasaste de la niñez a la adultez, y las decisiones tan sabias y maduras que has tomado a lo largo de los años.
  • Veo un corazón sumiso, que se ha plegado a Mi voluntad una y otra vez, aun cuando no te creías capaz o sentías que no tenías las fuerzas para seguir adelante.
  • Veo una vida de sacrificio vivida para Mí. Lo has puesto todo en el altar del sacrificio innumerables veces, por mucho que te costara.
  • Veo a una persona que siempre estuvo dispuesta a seguirme sin importar adónde la condujera, alguien que ha tenido la fe necesaria para dar los pasos que le tenía deparados, aun cuando no podía ver con claridad el camino que tenía por delante ni sabía cuál era su destino final.
  • Veo un alma abnegada y generosa, que concede prioridad a las necesidades de los demás y no a las suyas, que da aun cuando le supone una pérdida.
  • Veo una vasija humilde que se ha mostrado dispuesta a pasar por Mis fuegos de purificación a fin de que refine más el oro de que está hecha, más preciado y precioso que cualquier otro metal.
  • Veo a una persona fuerte en la fe, aunque quizás no te sientas así. Tu fe ha soportado la prueba del tiempo. Te has mantenido fiel a Mi llamado, al silbo dulce y apacible que te susurra al corazón, a los fundamentos y a los principios fundamentales que te he transmitido a lo largo de los años. Sé que tu fe se basa en una piedra firme y que no se dejará conmover con facilidad.
  • Veo a mi honorable mensajero. Has entregado tu vida a la causa de propagar Mi mensaje de amor a los demás para que ellos, a su vez, también puedan experimentar el gozo de Mi salvación.

Cuando te sientas tentado a preguntarte si lo que has logrado valió la pena o si has vivido bien tu fe, recuerda que la forma en que Yo veo tu vida es distinta a como la ve el mundo. Yo veo los verdaderos valores de tu vida, que a lo mejor tú o los demás pasen por alto o no alcancen a apreciar del todo. Son cualidades que conforman un temple digno de admiración, contribuciones que perdurarán en la vida de otros y seguirán marcando la diferencia en el mundo.