Lo esencial: Naturaleza y personalidad de Dios
junio 12, 2012
Enviado por Peter Amsterdam
Lo esencial: Naturaleza y personalidad de Dios
Omnipresencia de Dios
(En Lo esencial: Introducción se puede consultar un preámbulo y una explicación de toda esta colección de artículos.)
Cuando Dios creó el universo y todo lo que hay en él, creó la materia, la energía, el tiempo y el espacio. El mundo en que vivimos es material y tridimensional, y estamos limitados por sus leyes físicas. En este mundo, un objeto o cuerpo material solo puede existir en un punto a la vez, solo puede ocupar espacio en un momento definido y, para trasladarse de un lugar a otro, debe pasar por el espacio intermedio[1]. Dios es distinto. Es un Ser infinito que no está limitado por nada, ni siquiera por las leyes del espacio físico de este mundo. Tal como explicamos en un artículo anterior:
Jesús dijo que Dios es espíritu. Y dado que Dios no fue creado, puede decirse que es un espíritu increado. El hecho de que no fue creado lo distingue en esencia y en existencia de todo lo creado. No está hecho de nada creado; no está constituido por materia. No es simplemente energía, ni aire, ni espacio, pues todas esas son cosas creadas. Tiene una existencia diferente. Existe de una manera marcadamente distinta de todo lo creado, incluidos los ángeles y los espíritus humanos. Los seres humanos somos seres corpóreos dotados de espíritu, mientras que los ángeles son seres inmateriales e incorpóreos. De todos modos, ambos son seres creados, lo cual los hace diferentes de Dios[2].
Una de las diferencias entre Dios y toda Su creación es que Él es un Ser no espacial, por lo que trasciende todo límite espacial. No hay espacio que lo pueda contener, por muy grande que este sea.
¿Es verdad que Dios habitará sobre la tierra? Si los cielos, y los cielos de los cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta Casa que yo he edificado?[3]
Aparte de que Dios no está limitado por el espacio, dice la Biblia que está presente en todas partes, es decir, en todo el espacio todo el tiempo. Ese atributo de Dios se llama omnipresencia. Se expresa de diversas maneras a lo largo de la Biblia, por ejemplo cuando dice que Dios llena el Cielo y la Tierra, o cuando David declara en los Salmos que Dios lo acompaña en cualquier lugar del universo donde se encuentre.
«¿Se ocultará alguno —dice el Señor— en escondrijos donde Yo no lo vea? ¿No lleno Yo —dice el Señor— el cielo y la tierra?»[4]
¿A dónde me iré de Tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de Tu presencia? Si subiera a los cielos, allí estás Tú; y si en el seol hiciera mi estrado, allí Tú estás. Si tomara las alas del alba y habitara en el extremo del mar, aun allí me guiará Tu mano y me asirá Tu diestra[5].
Ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros, porque en Él vivimos, nos movemos y somos[6].
Afirmar que Dios es omnipresente, que Su presencia está en todas partes, no es decir que Él sea más grande que todo lo demás, o que es tan inmenso que ocupa todo el universo, de manera que puede tener Su cabeza a millones de años luz de Su pie. Emplear esos términos equivale a decir que Él es espacial, cuando no lo es; o que es lo más grande que hay, cuando en realidad palabras como lugar, distancia y tamaño no se le aplican. Es preferible no pensar que Dios tiene determinado tamaño o que es espacial, y más bien adoptar el concepto de que todo Su ser está presente en todas partes.
Wayne Grudem ofrece una explicación esclarecedora:
Antes que Dios creara el universo no había materia ni nada material, de modo que tampoco había espacio. Sin embargo, Dios existía. ¿Dónde estaba? No estaba en ningún lugar, porque no había lugares donde estar ni existía el espacio. Así y todo, ¡Dios era! Eso nos lleva a entender que la relación de Dios con el espacio es muy diferente de la nuestra o la de cualquier otra cosa creada. Dios existe como un ser que es mucho más diferente y mucho más grande de lo que podemos imaginarnos[7].
Cuando la samaritana preguntó a Jesús dónde se debía adorar, la respuesta que Él le dio expresó el concepto de que Dios no está restringido a un espacio determinado, sino que es espíritu, un Ser no espacial, y se le puede adorar donde sea que uno esté. Otros versículos describen en términos parecidos Su omnipresencia.
La hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque también el Padre tales adoradores busca que lo adoren. Dios es Espíritu, y los que lo adoran, en espíritu y en verdad es necesario que lo adoren[8].
El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas[9].
Si bien en la Biblia no hay versículos que indiquen explícitamente que la plenitud de Dios está presente en todo lugar del espacio, hay muchos —algunos de los cuales se citan en este artículo— que expresan que está presente en todas partes. A lo largo de la Historia los teólogos han coincidido en que no es que tal parte de Dios se encuentre en determinado lugar y tal otra parte en otro, o que Él tenga, por ejemplo, una uña en Europa y una oreja en Marte. De las Escrituras se infiere que la plenitud de Dios está presente en todas partes, una premisa que aceptan y enseñan teólogos de todo el espectro de confesiones cristianas. Así lo expresan algunos:
Posición arminiana:
Como Dios no está limitado por el espacio, está universalmente presente en todo el espacio en todo momento. […] Para entender la omnipresencia de Dios debemos pensar en la dimensión divina y en su relación con la dimensión material. La dimensión divina no solo rodea físicamente el espacio-tiempo, y no solo está invisiblemente presente en él, sino que se cruza con él en todo punto del espacio, se interrelaciona con la dimensión material en todas partes[10].
Tradición reformada:
La omnipresencia de Dios se puede definir de la siguiente manera: Dios no tiene tamaño ni dimensiones espaciales. Todo Su ser está presente en todo punto del espacio; sin embargo, actúa de distinto modo según el lugar[11].
Doctrina católica:
La sustancia divina llena todo el espacio creado y cada una de sus partes. Pero, a causa de la absoluta simplicidad de Dios, no debe concebirse la omnipresencia repletiva como extensión (expansión o difusión) ilimitada de la sustancia divina[12].
Movimiento carismático:
Omnipresencia significa que Dios está totalmente presente en cada punto de la creación. Por consiguiente, no debemos entender que Dios está repartido espacialmente por el universo, o sea, que una parte de Él está aquí y otra allá. El hecho de que Dios llene el Cielo y la Tierra significa más bien que está total e igualmente presente en todo lugar. Tan presente está en un solo átomo como en la estrella más distante, en una sola semilla como en todas las plantas y árboles del mundo[13].
Según las Escrituras la presencia de Dios también sustenta todas las cosas y mantiene continuamente en funcionamiento el universo de acuerdo con Su voluntad.
Él es antes que todas las cosas, y todas las cosas en Él subsisten[14].
[Jesús] es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que Él es, y el que sostiene todas las cosas con Su palabra poderosa[15].
Además de crear el mundo físico, Dios creó también una dimensión espiritual, en la cual moran seres espirituales (ángeles y demonios). Esos seres espirituales son creación de Dios y por consiguiente seres espaciales. Si bien la dimensión espiritual es distinta de la material en la que existimos nosotros, está sujeta a limitaciones espaciales. Los que habitan la dimensión espiritual tienen sus limitaciones, a diferencia de Dios, que es ilimitado. Un ejemplo de las limitaciones espaciales de estos seres se aprecia en el episodio en que el ángel enviado a ayudar a Daniel estuvo veintiún días luchando para llegar al lugar al que estaba destinado. Evidentemente no podía estar en más de un sitio a la vez.
[El ángel] me dijo: «Daniel, no temas, porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido. Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia[16].
Hemos hablado de la omnipresencia de Dios y nos hemos concentrado particularmente en Su presencia dentro del contexto de Su creación; así hemos visto que está plenamente presente en cada punto de ella. Ahora bien, aunque Dios mismo es omnipresente, Su presencia se ha manifestado también de modos concretos y en momentos determinados. En ciertos casos se han producido lo que se llaman teofanías, fenómenos en que tomó una forma física visible; por ejemplo, cuando se aparecía como una columna de nube durante el día y una de fuego por la noche, o cuando descendió sobre el monte Sinaí. También se hizo presente en Su encarnación, Jesús. El hecho de que se haya aparecido en teofanías y de que Dios-Hijo se encarnara no significa que en esos momentos no estuviera presente en todas partes, pues como demuestran las Escrituras Dios no está circunscrito al espacio.
El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que anduvieran de día y de noche[17].
Hubo truenos y relámpagos, una espesa nube cubrió el monte y se oyó un sonido de bocina muy fuerte. Todo el pueblo que estaba en el campamento se estremeció. Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios, y ellos se detuvieron al pie del monte. Todo el monte Sinaí humeaba, porque el Señor había descendido sobre él en medio del fuego. El humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía violentamente. El sonido de la bocina se hacía cada vez más fuerte. Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz de trueno[18].
El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros lleno de gracia y de verdad; y vimos Su gloria, gloria como del unigénito del Padre[19].
Numerosos pasajes bíblicos asignan otro sentido a la presencia de Dios, no necesariamente ligado a Su omnipresencia: para expresar Su favor o desagrado según si Él está cerca o lejos. Al decir cerca o lejos en ese contexto no se pretende indicar una distancia espacial, una cercanía o lejanía física, sino relacional. Cuando la Escritura expresa que Dios está lejos de los malhechores, no es que de alguna manera esté ausente de ellos como está presente en todo el resto de la creación, o que esté más presente con los creyentes que con el resto de la creación. Dios está siempre en todas partes. Cuando se refiere a Su favor o Su desagrado, no se trata de una distancia física. Es más bien distancia en sentido figurado, para expresar que está complacido o contrariado, que Su relación con el malvado es distante, apartada, mientras que los que lo aman gozan de una relación cercana con Él.
Jack Cottrell lo explica de la siguiente manera:
La presencia ontológica de Dios, Su omnipresencia, es constante, no varía. Pero según cuál sea nuestra actitud hacia Él, Su presencia adquiere un significado distinto para nosotros. Para los que suscitan Su ira, Su presencia es tan estéril como Su ausencia; para los que lo buscan debidamente, Su presencia se convierte en una fuente de bendiciones[20].
Se dice que Dios está lejos de los malvados y de los que pecan contra Él, y que esconde Su rostro de ellos:
El Señor está lejos de los malvados, pero escucha la oración de los justos[21].
Vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios y vuestros pecados han hecho que oculte de vosotros Su rostro para no oíros[22].
Conforme a su inmundicia y conforme a sus rebeliones hice con ellos, y de ellos escondí Mi rostro[23].
Dios habla de la cercanía de Su presencia para expresar Su agrado con los que lo aman, lo buscan y hacen el bien.
Cercano está el Señor a todos los que lo invocan, a todos los que lo invocan de veras[24].
Acercaos a Dios, y Él se acercará a vosotros[25].
Por mi integridad habrás de sostenerme, y en Tu presencia me mantendrás para siempre[26].
El Señor ha retirado Su juicio contra ti; ha echado fuera a tus enemigos. El Señor es Rey de Israel en medio de ti; no temerás ya ningún mal[27].
Ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo[28].
Dios está presente en los momentos de angustia. Su Espíritu vive en nosotros. Él siempre está con nosotros.
¿Por qué te desesperas, alma mía, y por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, pues he de alabarlo otra vez por la salvación de Su presencia[29].
¿Acaso no sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios está en vosotros?[30]
Vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu[31].
Enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo[32].
La omnipresencia de Dios, uno de Sus muchos atributos extraordinarios, puede ser significativa para cada uno de nosotros en cuanto a nuestra relación con Él. Nos permite ver que amamos, adoramos y servimos a un Dios maravillosamente poderoso, que se encuentra en todo momento en cada punto del universo y que asimismo vive siempre dentro de nosotros.
Notas
A menos que se indique otra cosa, los versículos citados proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995. Utilizados con permiso. También se citan versículos de la Nueva Versión Internacional (NVI) y de la Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy (NBLH).
[1] Paráfrasis de un pasaje de Jack Cottrell en What the Bible Says About God the Creator, Wipf and Stock Publishers, Eugene, 1983, p. 264.
[2] Lo esencial: Naturaleza y personalidad de Dios: Dios es Espíritu.
[3] 1 Reyes 8:27.
[4] Jeremías 23:24.
[5] Salmo 139:7–10.
[6] Hechos 17:27,28.
[7] Grudem, Wayne: Teología sistemática: Una introducción a la doctrina bíblica, Vida, 2007, p. 179.
[8] Juan 8:23,24.
[9] Hechos 17:24.
[10] Cottrell, Jack: What the Bible Says About God the Creator, Wipf and Stock Publishers, Eugene, 1983, p. 267.
[11] Grudem, Wayne: Teología sistemática: Una introducción a la doctrina bíblica, Vida, 2007, p. 178.
[12] Ott, Ludwig: Manual de teología dogmática, Editorial Herder, Barcelona, 1961, p. 81.
[13] Williams, J. Rodman: Renewal Theology, Systematic Theology from a Charismatic Perspective, Zondervan, Grand Rapids, 1996, tomo 1, p. 77.
[14] Colosenses 1:17.
[15] Hebreos 1:3 (NVI).
[16] Daniel 10:12,13.
[17] Éxodo 13:21.
[18] Éxodo 19:16–19.
[19] Juan 1:14.
[20] Cottrell, Jack: What the Bible Says About God the Creator, Wipf and Stock Publishers, Eugene, 1983, p. 258.
[21] Proverbios 15:29.
[22] Isaías 59:2.
[23] Ezequiel 39:24.
[24] Salmo 145:18.
[25] Santiago 4:8.
[26] Salmo 41:12 (NVI).
[27] Sofonías 3:15.
[28] Efesios 2:13.
[29] Salmo 42:5 (NBLH).
[30] 1 Corintios 3:16.
[31] Efesios 2:22.
[32] Mateo 28:20.
Traducción: Jorge Solá y Gabriel García V.