Reflexiones navideñas

diciembre 17, 2016

Enviado por María Fontaine

[Christmas Reflections]

Es Nochebuena. Dispongo de algo de tiempo para relajarme a solas y en silencio. Decidí pasarlo frente a nuestro pequeño pesebre. Encendí unas velas y hay una lámpara muy pequeña que arroja algo de luz sobre las figuras. Se oye música instrumental de fondo. Son villancicos.

Estoy muy feliz de que Jesús me haya dado la idea de hacerle un festejo de esta manera. Es un gran privilegio dedicar este tiempo a alabarlo por Su amor inexplicable, incomprensible, ilimitado y también por el sacrificio que hizo por nosotros. Y además alabarlo por lo que todo eso ha hecho por nosotros y por otras personas. Asimismo, es una oportunidad de orar por el pueblo de Dios en todo el planeta: algunos celebran en celdas de la cárcel, otros en sus casas y otros más en iglesias grandes y pequeñas. Muchos celebran en una situación de pobreza y hambre; no poseen mucho para compartir unos con otros, pero debido a que tienen a Jesús en su corazón y fe en Dios, ese tiempo es muy, muy especial para ellos.

Los pobres entienden las circunstancias de extrema pobreza en que nació Jesús. Ven a un Dios que los comprende, que aunque es el rey del universo, vino a la Tierra en carne humana a su mundo agotador y lleno de dolor, y lo hizo porque los ama y se interesa por ellos. Los ricos tampoco quedan fuera; pueden identificarse con esa situación. Ven que, al igual que los reyes magos, pueden ofrecer regalos a Jesús. También son bienvenidos por el Niño Jesús. A todos los que se acercan, Dios los recibe con los brazos abiertos

Saco del establo las figuras de José, María y el Niño Jesús. Las coloco donde pueda ver mejor a Jesús, rodeado de los pastores, de los reyes magos, de las vacas y ovejas.

En un intento por hacer que la escena sea más real para mí, ajusto la iluminación de modo que haya luz bordeada de oscuridad y sombras en diversos sitios. Intento imaginarme cómo habría sido tener para alumbrarse solo una lámpara de aceite que da una luz tenue y tal vez un pequeño fuego para calentarse. Los rostros de algunas figuras se iluminarían o solo se verían de vez en cuando en la luz titilante, mientras que otras quedarían casi ocultas en el fondo lleno de sombras.

Como son muy diferentes los pesebres en el mundo, y en realidad no sabemos cómo era, creo que puedo hacer mi propia disposición. El Señor me susurró: «Sí, puedes ponerme donde quieras. Si quieres ponerme en el centro, me encanta. En tu corazón estoy ahí, en el centro».

Creo que Jesús está muy feliz cuando dedicamos tiempo a reflexionar en Él. Cuando nos damos un tiempo para prestar atención a lo que Jesús tuvo que renunciar y a lo que hizo por nosotros, el asombro de ello puede quedar grabado en nuestro corazón y motivarnos a alabar a Dios por las muchas formas en que Él nos ha hecho Suyos, en que nos ha renovado y nos ha dado vida.

Junto con nuestros hermanos cristianos celebro algo que algunos arriesgan la vida para conmemorarlo. Al comprender eso me conmuevo por la fe, la convicción y el amor que tienen por Jesús que los obliga a arriesgarlo todo para hacerle ver a Él y a los demás que están agradecidos por el regalo que Jesús les hizo. Para mí es un gran honor ser parte de nuestra familia de fe, que es enorme y mundial. Ellos y yo, a medida que esperamos en adoración y con oración, nos llenamos de Su amor, luz, alegría y paz.

Al encontrarse con Jesús, los reyes magos y pastores estuvieron en la presencia de Dios en la Tierra. Se llenaron de entusiasmo y anhelo de ir y divulgar la noticia a los demás; y podemos sentir Su Espíritu que nos insta a hacer lo mismo a medida que nos renueva, nos rejuvenece y nos reaviva.

Todos los que estuvieron presentes en aquella primera Navidad fueron llevados al lado de nuestro Señor por medio de señales sobrenaturales, enviadas desde el Cielo. Aunque los reyes magos no estuvieron allí al mismo tiempo que los pastores, al incluirlos en el pesebre se crea una representación arquetípica, que resume los sucesos que rodean Su nacimiento. Es un excelente simbolismo de que todos, ricos y pobres, le rinden homenaje al Rey del universo.

Cada uno de ellos, incluidos María y José, optaron por seguir la guía celestial. Para todos fue un camino de fe. Actualmente todavía tenemos que creer, tener fe, en la Palabra que nos ha sido dada. Tenemos que seguir y obedecer, y hablar de nuestro Salvador con alegría y confianza, de modo que otras personas tengan oportunidad de seguir su camino de fe hasta llegar a Su lado espiritualmente.

Ese bebé en el pesebre de Belén fue un niño destinado a llegar a ser el Cordero de Dios, el cordero expiatorio, sin mancha y sin contaminación, para quitar los pecados del mundo. Sería conocido como defensor y guía, heredero de todo, el creador del universo; el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de Su naturaleza.

En Colosenses Pablo dice que Él es el primogénito de toda creación. Sería revelado como el Dios de toda la Tierra, Dios manifestado en carne; Jehová, el poderoso en batalla; el Todopoderoso que es, que era y que ha de venir; el principio y el fin.

La mayoría lo vio únicamente como el primogénito de María. Ese niño era Dios hecho carne, el mismo ayer, hoy y por los siglos. Fue el Ungido antes de establecer los fundamentos de la Tierra. Llegó a la Tierra como el Pan de vida que bajó del Cielo, la Luz verdadera que alumbra a todo ser humano. Sería las fuerzas de los pobres, ayuda para los necesitados y afligidos y un refugio en la tormenta. Sería el único cimiento estable y la piedra angular, nuestro mediador e intercesor. Aquel diminuto bebé, que fue el regalo más valioso que Dios podría darnos, se había humillado a Sí mismo y luego se volvería a humillar por medio de la muerte en la cruz.

En medio de tanta confusión, Jesús vino a traer paz. En medio de tanto dolor, vino a traer curación. En medio de tanta desesperación, vino a traer esperanza. Es nuestro amado, nuestro amigo, nuestro Salvador, nuestro modelo, nuestro maestro y libertador, nuestro refugio y nuestro Dios[1].

  • Al día siguiente, Juan [el Bautista] vio que Jesús se le acercaba y dijo: «¡Miren! ¡El Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo![2]
  • Entonces vi a un Cordero que parecía que había sido sacrificado, pero que ahora estaba de pie entre el trono y los cuatro seres vivientes y en medio de los veinticuatro ancianos. Tenía siete cuernos y siete ojos que representan los siete aspectos del Espíritu de Dios, el cual es enviado a todas las partes de la tierra[3].
  • Y cantaban un nuevo canto con las siguientes palabras: «Tú eres digno de tomar el rollo y de romper los sellos y abrirlo. Pues Tú fuiste sacrificado y Tu sangre pagó el rescate para Dios de gente de todo pueblo, tribu, lengua y nación»[4].
  • Ustedes saben que Dios pagó un rescate para salvarlos de la vida vacía que heredaron de sus antepasados. No fue pagado con oro ni plata, los cuales pierden su valor,sino que fue con la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios, que no tiene pecado ni mancha. Dios lo eligió como el rescate por ustedes mucho antes de que comenzara el mundo, pero ahora en estos últimos días Él ha sido revelado por el bien de ustedes[5].
  • En estos últimos días, nos ha hablado por medio de su Hijo. Dios le prometió todo al Hijo como herencia y, mediante el Hijo, creó el universo. El Hijo irradia la gloria de Dios y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de Su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo[6].
  • Cristo es la imagen visible del Dios invisible. Él ya existía antes de que las cosas fueran creadas y es supremo sobre toda la creación porque, por medio de Él, Dios creó todo lo que existe en los lugares celestiales y en la tierra. Hizo las cosas que podemos ver y las que no podemos ver, tales como tronos, reinos, gobernantes y autoridades del mundo invisible. Todo fue creado por medio de Él y para Él. Él ya existía antes de todas las cosas y mantiene unida toda la creación[7].
  • Tu Creador será tu marido; ¡el Señor de los Ejércitos Celestiales es Su nombre! Él es tu Redentor, el Santo de Israel, el Dios de toda la tierra[8].
  • Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y fidelidad. Y hemos visto Su gloria, la gloria del único Hijo del Padre[9].
  • ¿Quién es el Rey de gloria? El Señor, fuerte y poderoso; el Señor, invencible en batalla[10].
  • Yo, Juan, les escribo esta carta a las siete iglesias que están en la provincia de Asia. Gracia y paz a ustedes de Aquel que es, que siempre era y que aún está por venir; y del Espíritu de siete aspectos que está delante de Su trono; y de Jesucristo. Él es el testigo fiel de estas cosas, el primero en resucitar de los muertos y el gobernante de todos los reyes del mundo. Toda la gloria sea al que nos ama y nos ha libertado de nuestros pecados al derramar Su sangre por nosotros[11].
  • «Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin —dice el Señor Dios—. Yo soy el que es, que siempre era y que aún está por venir, el Todopoderoso»[12].
  • Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre[13].
  • Padre, quiero que los que me diste estén conmigo donde Yo estoy. Entonces podrán ver toda la gloria que me diste, porque me amaste aun antes de que comenzara el mundo[14].
  • Con la preciosa sangre de Cristo, el Cordero de Dios, que no tiene pecado ni mancha. Dios lo eligió como el rescate por ustedes mucho antes de que comenzara el mundo, pero ahora en estos últimos días Él ha sido revelado por el bien de ustedes[15].
  • Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Todo el que coma de este pan vivirá para siempre; y este pan, que ofreceré para que el mundo viva, es Mi carne»[16].
  • Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo[17].
  • Oh Señor, Tú eres una torre de refugio para los pobres, una torre de refugio para los necesitados en su angustia. Eres refugio de la tempestad y amparo del calor[18].
  • Por lo tanto, esto dice el Señor Soberano: «¡Miren! Pongo una piedra de cimiento en Jerusalén, una piedra sólida y probada. Es una preciosa piedra principal sobre la cual se puede construir con seguridad[19].
  • Juntos constituimos su casa, la cual está edificada sobre el fundamento de los apóstoles y los profetas. Y la piedra principal es Cristo Jesús mismo[20].
  • Hay un Dios y un Mediador que puede reconciliar a la humanidad con Dios, y es el hombre Cristo Jesús[21].
  • Por eso puede salvar —una vez y para siempre— a los que vienen a Dios por medio de Él, quien vive para siempre, a fin de interceder con Dios a favor de ellos[22].
  • ¡Gracias a Dios por este don que es tan maravilloso que no puede describirse con palabras![23]
  • Se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz[24].
  • El Señor le da fuerza a Su pueblo; el Señor lo bendice con paz[25].
  • Para ustedes que temen Mi nombre, se levantará el Sol de Justicia con sanidad en sus alas[26].
  • Oh Señor, solo Tú eres mi esperanza; en ti he confiado, oh Señor, desde mi niñez[27].
  • Me digo: «El Señor es mi herencia, por lo tanto, esperaré en Él»[28].
  • El Señor es mi roca, mi fortaleza y mi salvador; mi Dios, mi roca, en quien encuentro protección[29].

¡Que Dios los bendiga a todos! ¡Peter y yo les deseamos una muy feliz Navidad!


[1] Todos los pasajes de las Escrituras que se reproducen en esta lista están tomados de la Santa Biblia, Nueva Traducción Viviente.

[2] Juan 1:29.

[3] Apocalipsis 5:6.

[4] Apocalipsis 5:9.

[5] 1 Pedro 1:18-20.

[6] Hebreos 1:2-3.

[7] Colosenses 1:15–17.

[8] Isaías 54:5.

[9] Juan 1:14.

[10] Salmo 24:8.

[11] Apocalipsis 1:4–5.

[12] Apocalipsis 1:8.

[13] Hebreos 13:8.

[14] Juan 17:24.

[15]1 Pedro 1:19-20.

[16] Juan 6:51.

[17] Juan 1:9.

[18] Isaías 25:4.

[19] Isaías 28:16.

[20] Efesios 2:20.

[21] 1 Timoteo 2:5.

[22] Hebreos 7:25.

[23] 2 Corintios 9:15.

[24] Filipenses 2:8.

[25] Salmo 29:11.

[26] Malaquías 4:2.

[27] Salmo 71:5.

[28] Lamentaciones 3:24.

[29] 2 Samuel 22:2-3.